Uno de los problemas más graves que enfrentamos en la actualidad es el cambio climático. Se intensifica año tras año, pero aún hay personas que no le dan suficiente importancia o subestiman sus efectos. El analista económico Umair Haque, autor del libro El nuevo manifiesto capitalista, analiza profundamente por qué hemos subestimado el cambio climático, a la vez que intenta mostrar que más corto para poder salvar el planeta necesitamos la mayor transformación económica de la historia en el menor tiempo posible.
En estos momentos se desarrolla la COP26, una cumbre en la que más de 100 líderes mundiales participan para plantear los más ambiciosos objetivos para detener el calentamiento global. Haque, uno de los cincuenta pensadores más influyentes de la actualidad en la reputada lista Thinkers50, considera se celebra para que algunos anuncien metas que son alabadas como «ambiciosas», aunque insuficientes. En pocas palabras, «un espectáculo teatral que se repite año tras año».
Una gran desproporción entre lo que consumimos y lo que invertimos
Haque argumenta que a razón de que la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático siga existiendo es por la macroeconomía del cambio climático, también llamada la macroeconomía de nuestra civilización. Señala que cuando pensamos en cualquier economía, en cualquier institución, ciudad, pueblo, país o, en este caso, en nuestra civilización, un buen punto de partida es comprender la división entre inversión y consumo. «Aquí comienza toda gran visión del futuro de un sistema o institución», subraya.
Umair Haque calcula que la civilización consume alrededor del 80% de los recursos, año tras año, pero solo invertimos el 20%. Unos números que parecen deprimentes, y lo son. La inversión es demasiado baja y la tasa de consumo increíblemente alta. «Se podría decir que una tasa de consumo del 80% es la expresión viva de los valores depredadores de la codicia y el individualismo, etc», insiste.
En su opinión, con una tasa de consumo del 80% estamos usando los recursos de casi dos planetas terrestres, un cálculo que se basa en la biocapacidad del planeta para regenerarse. «Por tanto, no consumimos el 80% de este planeta sino más del 100%», asegura.
Nos encontramos en medio de una catástrofe mundial. Un gran número de especies han desaparecido y hemos aniquilado los mamíferos. Además del ganado, hemos aniquilado más del 80% de los mamíferos silvestres. «No es una fantasía decir que estamos consumiendo más recursos de lo que el planeta puede regenerar. No, es muy real, profundamente real», afirmó.
El fundador de Bubblegeneration, una consultora que desarrolla programas para inversores, emprendedores y empresas, explica lo que sucede con la materia biótica. Es decir, el exceso de plástico en los océanos, la forma en que los ríos se secan y los cielos están llenos de carbono. Son consecuencias de una sola causa: consumimos en exceso como civilización. «No es de extrañar que lo único que tenemos sea morir», dice en un tono para nada esperanzador.
La humanidad colapsa, estamos agotando los recursos
Haque acota que estamos agotando los recursos. Los consumimos a un ritmo increíblemente salvaje. «Lo peor que le ha pasado a la vida en este planeta somos nosotros, y lo hemos estado haciendo desde la era industrial», recalcó.
Desde hace mucho tiempo muchas mentes han advertido sobre las consecuencias. Por ejemplo John Ruskin en el siglo XIX o los movimientos ecológicos que comenzaron en los años setenta. «El momento que todos advirtieron finalmente está aquí y nuestros recursos están en sus límites. Ya no nos queda ni cielo ni mar para contaminar, y si matamos a algunas especies más también se irá nuestra comida, agua y medicinas, junto con ellos», alertó.
Umair Haque insiste en que «nos estamos empobreciendo como civilización a través del consumo excesivo». Y lo que se necesita para no hacerlo es la inversión. Equilibrio. «Si corta un árbol, debe plantar otro, si cosecha un campo, debe plantar uno nuevo. Si pierde o cosecha una vaca, un caballo o un cerdo, otro debe ocupar su lugar. Equilibrio, reposición», explica.
Nuestra civilización necesita el mayor reequilibrio económico en la historia de la humanidad, en el período más corto imaginable. Tenemos que alterar la economía de nuestra civilización de una manera transformadora, a escala global, a un nivel que nunca antes había sucedido y tenemos que hacerlo rápido.
Invertir lo mismo que consumimos
No se resigna. Resalta que una nueva economía es posible, la tasa de consumo tiene que bajar del 80% a menos del 50%, mientras que la tasa de inversión tiene que subir del 20% a alrededor del 50%. Debe haber un equilibrio, reponer lo que se consume, por eso debemos duplicar la tasa de inversión. Un desafío inmenso.
Haque considera que posiblemente sería la mayor transformación económica de la historia de la humanidad. Más grande incluso que el salto de la caza y la recolección a la agricultura. Hay que hacerlo, no debemos rendirnos, es la única forma.
Apunta que es el momento para tener la mayor ola de inversiones en la historia de la humanidad y para conseguirlo hay que comenzar por los países más ricos. «Ellos tienen todo el capital, las sumas que cambiarán el mundo en todas las facetas de la calamidad que tenemos ante nosotros. Necesitamos redes eléctricas verdes, obviamente, y fuentes de energía limpias. Necesitamos acero, cemento y vidrio ecológicos que ni siquiera tenemos», agrega.
La humanidad necesita reparar todos los ecosistemas en colapso y detener la extinción masiva que hemos causado. Los insectos cambian nuestro suelo, los peces limpian nuestros ríos, los árboles exhalan nuestro aire. Los seres vivos proporcionan todos nuestros recursos básicos, desde alimentos hasta agua, medicinas y más. «Si ellos mueren, nosotros morimos», asienta..
Los países ricos deben llevar la batuta
Haque plantea que los países ricos tomen las riendas, son los que tienen la posibilidad económica de hacerlo, y de hacerlo en todo el mundo. Los países pobres no tienen el dinero para construir redes eléctricas limpias, se las arreglan como están porque están endeudados desde su creación y ahora con la pandemia mucho más.
Aclara otra vez que el mundo se esta derrumbando, los países pobres no buscan en los países ricos promesas vacías, sino inversiones. Mientras que los más ricos, que ahora caen en una ola de nacionalismo, no paran de prometer en lugar de invertir realmente en los países pobres y en ellos mismos. El resultado es la lucha contra el cambio climático se mantiene estancada. «Ha llegado al lugar deprimente podamos ver. Grandes proclamas sin resultados, mientras tanto, las estaciones se vuelven más catastróficas, rápido», indica.
La mayor parte del mundo sigue siendo pobre, mientras que solo una fracción es rica. «Eso es justo», dice Haque sin titubear. Y es que no podremos abordar el cambio climático sin un mundo más justo, en el que el capital fluya de regreso de los países ricos a los pobres, en lugar de hacerlo de los pobres a los ricos, dejándolos perpetuamente. Por tanto, si el mundo no coopera, es decir, si los países ricos no lideran el camino invirtiendo en los pobres y en ellos mismos, «bang, se acabó el juego, para todos nosotros».