Por Miguel Ángel Artola
18/10/2016
Si una empresa de la llamada economía tradicional perdiera 1.270 millones de dólares en medio año tendría los días contados. Pero en el mundo de las startups los inversores no dudan en seguir manteniendo con su dinero propuestas arriesgadas pensando en los posibles beneficios futuros. Y Uber es la auténtica reina del baile, la gran empresa unicornio –como se llama a las startups con un valor de capitalización superior a los 1.000 millones de dólares– a pesar de no parecer, al menos por el momento, un negocio rentable y haber ocupado las portadas de los medios de comunicación de todo el mundo por sus numerosos problemas legales.
La decisión de Uber de darse por vencida en China y asumir que su desembarco ha sido fallido permitirá recortar pérdidas en los próximos trimestres. Finalmente, la compañía local Didi Chuxing ha adquirido todos sus activos en el país asiático. A cambio, Uber Global se queda con el 5,86% de la firma china, dejando un 20% a sus inversores de su filial en el país asiático.
Si Uber fuese una empresa cotizada, el fracaso en China le hubiese costado perder buena parte de su valoración, por eso, mientras los números aguanten, su CEO, Travis Kalaninck, tiene claro que le interesa mantenerse lejos del parqué. Actualmente Uber está valorada en cerca de 68.000 millones de dólares y ha logrado cubrir siempre las ampliaciones de capital necesarias para sufragar su alocada espiral de crecimiento en todo el planeta.
El mercado inversor está cambiando y poco a poco penaliza a las empresas que no dan muestra de poder lograr beneficios a medio plazo, según los expertos economistas que siguen la evolución de Uber y otras startups, que también ponen en duda el valor real de la compañía californiana hasta reducirlo a la mitad.
Los inversores seguirán confiando en Uber aunque pierda dinero si justifica que los números rojos se deben a su plan de crecimiento, pero aquí tampoco cuadran las cifras. Los ingresos netos de Uber ascendieron a cerca de 2.000 millones en el primer semestre de 2016, lo que supuso un aumento del 211% con respecto al mismo periodo del ejercicio anterior, pero en el segundo trimestre el incremento sólo fue del 15%. Además, si en el primer trimestre llegó, por fin, a ganar dinero en Estados Unidos, en el segundo trimestre volvió a perder 100 millones por sus políticas comerciales para hacer frente a su rival Lyft.
Los subsidios que paga a los conductores en muchas de sus áreas de influencia, sus costosas campañas de marketing y las cientos de demandas en los tribunales en medio mundo, sumado a la competencia por parte de otras empresas tecnológicas con modelos similares, dibujan un escenario sombrío para la principal plataforma de transporte privado del mundo. La reina de la llamada economía colaborativa.
Un CEO a la altura de Uber
Toda startup que se precie tiene que tener un CEO a la altura y Uber cuenta con todo un personaje al frente. Travis Kalanick no tiene la repercusión mediática de otros genios de la tecnología, como Mark Zuckerberg, pero es un habitual de la prensa económica y también de la prensa rosa.
Nacido en agosto de 1976 en California, estudió ingeniería informática y antes de Uber puso en marcha otros negocios tecnológicos que terminaron fracasando. Se le considera arrogante, machista y alocado, capaz de tomar decisiones empresariales arriesgadas. Un perfil con el que ha logrado ser uno de los multimillonarios habituales en los primeros puestos de la lista Forbes.