No importa que sea el presidente de los Estados Unidos. Tampoco que su cuenta sea una de las 10 más populares de la red social. El director de estrategia sobre políticas públicas de Twitter, Nick Pickles, dejó sobre la mesa la posibilidad de suspenderla si no rebaja el tono al contenido de sus mensajes.
En una audiencia parlamentaria telemática en el Reino Unido dijo que la plataforma tomó la decisión de someter a los tuits de Trump al mismo proceso de comprobación que se aplica para las figuras públicas.
Y es que el pasado jueves, el mandatario usó la red para referirse a las protestas que ocurren en Minneapolis y que ahora se han extendido a todos los Estados Unidos, después de la muerte del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco. En esa ocasión señaló lo siguiente:
“Estos matones están deshonrando la memoria de George Floyd, y no permitiré que eso ocurra. Acabo de hablar con el gobernador Tim Walz y le dije que los militares están con él… Cualquier dificultad y asumiremos el control, pero cuando comienza el saqueo, comienzan los tiros”.
De acuerdo a Twitter, Trump incumplió las reglas de la empresa al “glorificar la violencia” con las últimas palabras de su mensaje, porque podía entenderse como una incitación a las fuerzas de seguridad a instaurar el orden. Por ello llamó la atención del contenido para así prevenir que otros se sientan “inspirados a cometer actos de violencia”.
Twitter y la valoración de los hechos
Durante la audiencia telemática, los parlamentarios preguntaron en dos ocasiones a Pickles si la cuenta del presidente de EE UU podría ser suspendida y en las mismas dos oportunidades la respuesta de Pickles fue la misma: “Todas las cuentas de Twitter están sometidas a las reglas de Twitter”. @realDonaldTrump tiene 81,7 millones de seguidores.
Antes del conflicto con Twitter por el caso Floyd, otro round se había presentado. La tecnológica puso en duda la veracidad de dos tuits de Trump cuando afirmó que las papeletas de votación por correo para las elecciones de noviembre no eran confiables. Los calificó “sin fundamentos” y fue la primera vez que la tecnológica utilizó la herramienta de valoración de hechos.
Esto llevó al mandatario a firmar una orden ejecutiva con el objetivo de “defender la libertad de expresión de uno de los mayores peligros a los que se ha enfrentado nunca Estados Unidos“.
Con esta medida, Trump busca regular la sección 230 de la llamada Ley de Decencia en las Comunicaciones, columna vertebral del funcionamiento de las plataformas digitales. La 230 ofrece inmunidad a Facebook, Twitter, YouTube o Google contra cualquier acción legal relacionada con el contenido publicado por terceros y les da la libertad de intervenir en las plataformas como lo deseen.
Reinterpretar la sección 230
La orden ejecutiva en uno de sus párrafos señala que “cuando redes sociales poderosas censuran opiniones (…) dejan de funcionar como foros pasivos. Deben ser considerados y tratados como creadores de contenido”.
Trump espera que los reguladores reinterpreten esa sección de la ley que protege a páginas web y empresas tecnológicas de ser demandadas, por no ser legalmente responsables del contenido que publican sus usuarios. No obstante, especialistas en leyes de Internet ponen en duda el basamento legal asociado a la orden ejecutiva.
“El decreto no se respalda legalmente. Va en contra de más de 900 decisiones judiciales. Esto tiene más que ver con teatro político que con cambiar la legislación”, afirmó Eric Goldman, director del Instituto de Derecho de Alta Tecnología de la Universidad de Santa Clara.
El enfrentamiento entre Twitter y Trump se desarrolla en medio de una campaña presidencial, muy limitada por el coronavirus para actos masivos, lo que le otorga mayor protagonismo a las redes sociales y a este conflicto.
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