Las tecnologías han arrojado una camada de nuevos multimillonarios millonarios enriquecidos a la luz de sus pantallas en la seguridad de una habitación. Amantes de los riesgos, quieren, ahora con fondos casi infinitos vivir las aventuras que nunca vivieron y siempre soñaron. Sentir la adrenalina en su máximo nivel ya no virtual si no físicamente. No dudan en pagar fortunas para vivir experiencias exclusivas y peligrosas. Son los turistas extremos.
La tragedia del Titán parecía marcar el punto final en una industria en auge. Pero ha resultado los contrario. Las reservaciones en las contadas empresas que se dedican al turismo extremo se dispararon. A más riesgo, más demanda.
El turismo de aventura vive un auge. Para los sicólogos hay varias explicaciones. Atrás quedó en la historia los niños que vivían aventuras en su contacto permanente con la naturaleza. Las nuevas generaciones las viven de manera virtual en sus computadoras, sin barro, sin raspones, sin picaduras de bichos.
Una vez adultos quieren sentir en la realidad lo que experimentaron a través de las pantallas. Los sicólogos la denominan el “despertar tardío” por la aventura. En los turistas comunes esa aventura puede ser practicar paracaidismo, ala delta, salto con liana, montañismo, esquí, surf, buceo, senderismo, escalada, rafting, parapente, canotaje, tirolesa o rapel, entre otras actividades que suben la adrenalina. Pero los hay más exigentes.
El placer del peligro, un negocio en alza
Entre quienes están acostumbrados a los riesgos empresariales la demanda es por aventuras extremas, experiencia holísticas totales. Sus requerimientos incluyen peligro y exclusividad; si es suficientemente gratificante el costo no es problema.
El atractivo de los viajes de alto riesgo tiene que ver con la química recompensadora del cerebro y la ostentación de estatus. Provocan euforia y una sensación de transformación personal. Al mismo tiempo, compartir las vivencias extremas en las redes sociales se ha convertido en un símbolo de estatus que satisface el ego. Ahora el desarrollo tecnológico permite llegar a lugares impensables en el pasado, como el espacio sideral, las profundidades marinas o la Antártida.
Los operadores turísticos temían que el desastre del Titán desestimulara la demanda. No fue así. Estiman que el negocio crecerá un 15,2% anual hasta 2030. Robb Report reporta actualmente mueve más de 282.000 millones de dólares. Un estudio reciente de Grand View Research, calcula que el turismo de aventura alcanzará el billón de dólares en 2024. El 90% de las empresas de la Adventure Travel Trade Association registran aumentos de sus ingresos.
Uno de los factores que impulsan el crecimiento es el “efecto enganche”. Una vez que se ha experimentado esa sensación de «estar vivo» tras haber superado una situación de riesgo y de sentir la satisfacción de haber logrado otro reto, quieren otra aventura. Quedan enganchados. Buscan constantemente más emociones fuertes. Acercarse a los volcanes en erupción o explorar las profundidades marinas. Los multimillonarios ya no quieren llevar a sus amigos en sus jets a la Costa Azul, a St. Barths, o de safari por África, quieren enfrentar verdaderos peligros, arriesgar la vida, cueste lo que cueste.
Oferta a la carta
Sin límites en la chequera se puede llegar a cualquier lugar y en cualquier medio de transporte. Desde travesías oceánicas en barco para conocer los rincones más remotos a inmersiones en submarinos que permiten fotografiar fondos marinos inexplorados. También escaladas a picos de hasta 8.000 metros en las montañas más desafiantes o ayudar en reservas africanas a reubicar rinocerontes y protegerlos de cazadores.
Los operadores turísticos dicen que la Antártida es la nueva Bora Bora. Empresas como White Desert empezó sus operaciones en 2005 con 3 tiendas. Hoy ofrece alojamiento cerca del Polo Sur por 15.000 dólares la noche en 3 campamentos y traslado en jet privado Gulfstream. Son expediciones que en nada se parecen a las históricas de Amundsen o Scott.
Antarctic Logistics & Expeditions posee el «resort» más austral. Ofrece viajes como «Noche en el Polo Sur» por 65.000 dólares. Lo huéspedes reciben un certificado que se puede compartir en Instagram y en cualquier otra red social. Ofrece esquiar 60 días a -30 °C, por 85.000 dólares, pero también existe una versión «económica» que deja a los aventureros a 69 millas del Polo en avión privado para esquiar 5 días por 75.000 dólares. En la última temporada los turistas registraron 598 veces stand-up paddle, 1,661 snorkel, 766 snowboard y 4,217 inmersiones.
A lo Robinson Crusoe
Si el desierto blanco y el frío extremo no son suficientemente retadores, hay una opción tropical: vivir como un náufrago en una isla solitaria. Docastaway, una empresa fundada en 2010 atiende a viajeros que buscan aislamiento extremo, al mejor estilo de Robinson Crusoe.
Programas de televisión como Man vs Wild y Survivorman, y un número creciente de canales de YouTube dedicados a las técnicas de supervivencia en sitios salvajes, despertaron el interés por practicar la búsqueda de alimentos, construcción de refugios naturales y encendido de hogueras. La gente quería ponerse a prueba, y no hay mejor prueba que quedar abandonado en una isla sin comida, agua ni refugio. Docastaway ofrece experiencias en islas de Polinesia, Indonesia, Filipinas y Centroamérica. Los precios oscilan entre 90 y 380 euros la noche.
Cuando un cliente se inscribe, tiene dos opciones: «modo supervivencia» y «modo confort». En el primero, los deja en la isla sin apenas nada y tienen que arreglárselas solos. En el segundo cuentan con comida, agua, refugio y otros servicios esenciales. El viaje típico dura una semana. En 13 años en el negocio, Docastaway ha tenido más de 1.000 clientes. ¿Satisfechos?
Aprender a sobrevivir
Docastaway no es la única empresa de turismo en islas desiertas. Desert Island Survival ofrece una supervivencia de 8 días. Los participantes reciben 5 días de formación práctica con expertos para luego pasar 3 días poniendo en práctica las técnicas aprendidas en una isla solitaria. Les enseñan a construir refugios, fabricar cuerdas, conseguir agua y alimentos, encender fuego con el «taladro de arco» y tejer con palmeras.
Generalmente los clientes son viajeros en solitario. Pero también atienden despedidas de soltero, padres e hijos y retiros de empresa. El costo total es de unos 3.500 euros por persona. Han realizado más de 20 viajes este año con márgenes de ganancia del 60%.
Si lo que le atrae es la profundidad, una opción es sumergirse en la Fosa de las Marianas. El punto más profundo de los océanos del mundo, que solo solo un pequeño número de personas lo ha visitado. En 2020, las compañías EYOS Expeditions y Caladan Oceanic se aliaron para ofrecer la primera expedición a 10.928 metros de profundidad, el punto más profundo.
Se han realizado cinco inmersiones exitosas a bordo del submarino Limiting Factor, diseñado especialmente para soportar altas presiones. Cuesta alrededor de 750.000 dólares.
Al infinito y más allá
A quienes el planeta Tierra les queda estrecho, la opción es el turismo espacial, pese a sus retrasos cada vez es más asequible.Varias empresas siguen avanzando con paso firme, como la española EOS-X Space y las transnacionales SpaceX y Blue Origin. El empresario John Shoffner as 8 días en la Estación Espacial Internacional como parte de la misión de Axiom por 55 millones de dólares. Ya hay planes la la construcción de estaciones espaciales privadas cinco estrellas.
Los viajes de EOS-X Space no se realizarán en cohetes ni en aviones ultrasónicos, sino en la tranquilidad de una cápsula presurizada propulsada por un globo que se elevará a una altitud de 40 kilómetros. En un viaje que apenas durará unas horas, los pasajeros podrán ver la curvatura del planeta.
Cada cápsula transportará cinco pasajeros por vuelo. El precio aproximado de un billete oscila entre 150.000 y 200.000 dólares por persona. Algunos echarán de menos la adrenalina, no se usará traje espacial y no habrá aceleraciones importantes ni frenazos. Se podrá disfrutar la experiencia sin una exigente preparación física.
Space Perspective desarrolla una cápsula que llevará al turista extremo a unos 30 km de altura (la estratósfera) impulsada por globos. Prometen un viaje suave de 6 horas sin fuerzas G, para contemplar la Tierra y el espacio infinito. Ofrecerán vuelos comerciales a partir de 2024.Los boletos están disponibles 125.000 dólares. Hay una propuesta de extralujo: bodas en la estratósfera que permite a los novios intercambiar votos con las vistas más románticas.
Ahora casi todo se puede hacer, lo que cuesta más es la exclusividad. Cada día son más los billonarios y menos las opciones. Pero los operadores turísticos buscarán constantemente elevar la vara con experiencias más atrevidas y caras, para lo ávidos de adrenalina. Conscientes de que arriesgan la vida, pagan lo que sean para vivir experiencias límite y presumirlas socialmente.