Asociamos el turismo con paisajes paradisíacos, grandes monumentos, urbes dinámicas, museos espectaculares, paisajes relajantes como la campiña o la montaña, o zonas de esparcimiento y diversión. En fin, un canto a la vida y al quehacer humano. Pero el apocalipsis también tiene su público, sus fieles seguidores y para darles gusto existen excursiones a centros neurálgicos de la guerra nuclear.
Un mercado que atiende un turismo diferente: el turismo negro o tanatoturismo. Se especializa en organizar excursiones a lugares asociados con la muerte o la tragedia. El morbo. Incluyen cementerios, sitios de desastres, campos de batalla, prisiones o lugares que marcados por eventos trágicos o macabros.
El turismo oscuro ha popularizado y es un fenómeno global, especialmente entre la Generación Z (25 años o menos). Sus motivaciones son diversas y complejas, oscuras. Algunos viajan por razones educativas y otros para rendir tributo a víctimas de eventos trágicos. Unos pocos quieren descubrir lugares con historia y patrimonio cultural.
Entre los destinos más populares de turismo oscuro se encuentran el Memorial Nacional de Pearl Harbor (Hawái), la Zona Cero (Nueva York), las Catacumbas de París y el cementerio de Père Lachaise, también en la capital francesa; el campo de concentración de Auschwitz, en Polonia y el museo del Titanic, en Belfast. Más recientemente, quizás por los temores resurgidos desde la invasión a Ucrania, escenarios nucleares como el circuito de silos de los IBCM de Estados Unidos.
Ubicables en Google
Estados Unidos, aparentemente, no oculta la ubicación de sus armas nucleares. Las coordenadas de los silos y otros sistemas se pueden encontrar en las imágenes de satélite de Google. Por los tratados de desarme nuclear, algunos silos de misiles nucleares pasaron a manos privadas. Otros se transformaron en museos y se pueden visitar. Incluso algunos bunkers se han reconvertido en hoteles para revivir románticamente la experiencia de la Guerra Fría y la posibilidad de comprar souvenir en tienda bien aprovisionadas.
Ofrecen tours y visitas guiadas a antiguas capacidades de misiles nucleares como el silo subterráneo del Titan II, que estuvo operativo, listo para su lanzamiento desde 1963 a 1987. La mayoría de los misiles nucleares se pueden lanzar en cuestión de minutos en caso de ser necesario.
En el corazón de Estados Unidos que abarca Colorado, Wyoming y Nebraska se encuentra el arsenal principal de los los misiles Minuteman III. Un lugar popular, tranquilo y encantador por su fauna silvestre y el parque eólico Cedar Creek.
400 misiles apuntando al enemigo
Las excursiones permiten acercarse a lugares en lo que han ocurrido capítulos oscuros de la historia humana. Los visitantes observar los sistemas de armas de casi 20 metros de altura en silos subterráneos de hormigón y acero. Misiles de 110 toneladas. Estados Unidos 400 listos para ser lanzados en 3 bases de la Fuerza Aérea: Montana, Dakota del Norte y Wyoming. En las afueras de Colorado, el centro de control Hammer of Hell en la Base de la Fuerza Aérea FE Warren supervisa diez silos. Dispuestos en un patrón de tablero de ajedrez, llevan nombres en clave como “Niños que lloran”, “Hambre”, “Tormenta de fuego” y “Explosión en el suelo”. El recorrido ofrece una visión única de la defensa nuclear de Estados Unidos.los visitantes acercarse a las mortíferas armas en un entorno sorprendentemente tranquilo y pacífico.
Otros destinos
Otra opción es conducir desde los silos en Colorado hasta el Sitio Histórico Nacional de Misiles Minuteman E en las ventosas praderas de Dakota del Sur. Aquí, desde 2002, se conserva un centro de control de lanzamiento (“Delta-01”). Hay un cohete desactivado en su silo (“Delta-09”) como monumentos conmemorativos de la Guerra Fría.
A nivel del suelo, los misiles del Minuteman Missile National Historic Site (MMNHS) en Dakota del Sur son prácticamente invisibles. Su presencia se señala con antenas, vallas de alambre de espino y la puerta del conducto de lanzamiento. Desde la distancia, no parece nada especial. Pero si se acercan, pueden leer las señales: Uso de fuerza mortal autorizado.
En Arizona, los visitantes pueden observar un cohete Titan II, predecesor del Minuteman, en su silo. Además, dos días al año, es posible visitar White Sands, en Nuevo México. Fue donde se detonó la primera arma nuclear el 16 de julio de 1945. Pero, en el llamado Sitio de la Trinidad, solo queda un obelisco de roca volcánica como recordatorio del inicio de la era nuclear.
Para los más aventureros, existe la opción de viajar a la isla de Runit, en el Pacífico Este. Allí es donde enterraron toneladas de tierra radiactivamente contaminada bajo una cúpula de hormigón. En la isla, las fuerzas armadas estadounidenses probaron más de una docena de ojivas nucleares.
Vibración constante
Aunque las armas de destrucción masiva no son visibles a plena luz del día, su presencia se percibe como una vibración discordante en la armonía del paisaje. A pesar de las discusiones sobre la guerra nuclear y sus peligros, la realidad es que la humanidad tiene una comprensión limitada de lo que realmente implica.
En el escenario de una tercera guerra mundial nuclear, se estima que se perderían dos mil millones de vidas humanas. En lugares como Colorado, los silos de misiles están equipados para lanzar cohetes en menos de un minuto tras recibir la orden, con una propulsión de combustible sólido que les permitiría volar 13.000 kilómetros hasta su objetivo.
Los misiles, cuyas coordenadas son conocidas y pueden ser localizados en imágenes de satélite de Google, representan un peligro adicional en la región donde están estacionados. Si las bases de lanzamiento fueran el objetivo de un ataque, se corre el riesgo de una contaminación nuclear generalizada. La doctrina militar estadounidense acepta este riesgo, considerando que cada ojiva enemiga en las praderas poco pobladas sería una menos en las metrópolis costeras como Nueva York, San Francisco o Los Ángeles.
No obstante, un ataque nuclear contra las posiciones del Minuteman III en Estados Unidos podría resultar en la muerte de más de un millón de personas en pocos días, según una simulación encargada por “Scientific American”. Además, otros 300 millones de personas en Estados Unidos, así como en el norte de México y Canadá, podrían estar en riesgo de sufrir consecuencias mortales.
Poder bajo techo de vidrio
En estos lugares, lo que en las praderas del sur aún no era comprensible, ahora se puede percibir con los sentidos. El Titan Missile Museum en Arizona es un testimonio de la era nuclear. Alberga un cohete Titan II en su silo. Ese misil fue desactivado en 1982. Garantizando que nunca pueda ser lanzado, un proceso observado por satélites soviéticos. En los años 60, la Fuerza Aérea de EE.UU. desplegó 1.000 misiles Minuteman sobre Great Plains. Cada uno con una carga ligeramente superior a un megatón. Solo se desplegaron 54 misiles Titan. Pero cada uno transportaba una carga de nueve megatones.
En el silo, por ejemplo, se puede ver la antena por la que habría llegado una orden de lanzamiento y la entrada por la que el personal de servicio podría haber dado servicio al cohete. El cohete en sí es visible desde arriba gracias a que la pesada tapa está permanentemente apartada. Una pequeña estructura de vidrio y acero protege el arma del viento y las inclemencias del tiempo. Los visitantes pueden caminar por la parte inferior del misil Titan II, a siete pisos bajo tierra.
Turnos de 24 horas
Para garantizar que un misil esté listo para el lanzamiento minutos después de recibir una orden, los equipos realizaban turnos de 24 horas conocidos como alertas. A pesar del poder destructivo de las armas, la vida diaria continuaba, con camas, cocinas y alta moral presentes en los emplazamientos que albergaban las armas.
Hoy en día, los visitantes son guiados por simulaciones de los protocolos que nunca tuvieron que llevar a cabo. Autenticar la temida orden, retirar los códigos de lanzamiento de la caja fuerte y girar las llaves al unísono. Para enviar un misil balístico intercontinental Titan II de siete pisos de alto y su gigantesca carga nuclea. El indicador de que la misión de mantener la paz mediante la disuasión era un un éxito es que esa bomba nunca se lanzó.
Solo 5 minutos
La estrategia de destrucción mutua garantizada ha dominado la retórica del mundo nuclearizado. Ha permitido a las naciones enfrentarse sin ir a la guerra. El reconocimiento de la necesidad de conservar los emplazamientos de misiles de la Guerra Fría llegó rápidamente. De hecho, el Titan Missile Museum abrió antes del fin de la Guerra Fría y el MMNHS es uno de los pocos lugares históricos nacionales con menos de 50 años.
Las visitas al último se han duplicado desde 2011. Cerca de 144.000 visitantes aportaron 10 millones de dólares a la economía local. Aunque algunos planifican su viaje con antelación, muchas visitas son accidentales. Hacen una parada al volver del parque nacional Badlands, a menos de 10 minutos.
La mayoría de los turistas pregunta si todavía hay misiles nucleares operativos. La respuesta es sí, tiene bastantes. De un arsenal de 6.800 misiles, 1.800 están desplegados. Unos 400 son balísticos intercontinentales y pueden dispararse 5 minutos después de la orden del presidente.
Asomarse al apocalipsis
Econtrarse cara a cara con un misil nuclear no es una diversión vacacional para la mayoría de la gente, pero el interés en visitar, conocer y experimentar estos lugares ha ido creciendo rápidamente, sea por las amenazas de Corea del Norte y de Putin, o por el éxito de la película Oppenheimer.
El Museo del Misil Titán, por ejemplo, ofrece una experiencia de recreación histórica en la cual los visitantes viajan en el tiempo para estar en primera línea de la Guerra Fría”. De manera similar, el Sitio Histórico Nacional del Misil Minuteman, en Dakota del Sur, se promueve como un “campo de misiles que estuvo operativo las 24 horas del día, los 7 días de la semana, durante 30 años”. Un recordatorio de cómo los residentes locales y las pequeñas ciudades del centro y norte de las Grandes Llanuras convivían con las armas nucleares. Estos dos lugares forman parte de una tendencia turística más amplia.
Con gran parte del arsenal nuclear desactivado y desmantelado, un número creciente de antiguos emplazamientos de misiles preservan la historia y la memoria de la época, bien sea como una celebración de las proezas militares de Estados Unidos o como una advertencia sobre el apocalipsis nuclear. Especialmente cuando las amenazas parecen renacer. Pero si le parece que en esos espacios el turismo oscuro no encuentra suficiente adrenalina, ofertan paquetes para visitar Chernóbyl y Fukushima.