El plan de Turquía para sanear unos 13.000 millones de dólares (unos 11.600 millones de euros) en préstamos tóxicos para proyectos de energía, una de las peores resacas de la crisis monetaria del año pasado, está madurando a pesar de que algunos bancos esperan que el Gobierno acuerde salvaguardas y un aumento en los precios de la electricidad.
Ankara ha sostenido entrevistas con más de una docena de banqueros, inversores, asesores y ejecutivos de empresas. El gobierno está trabajando con las entidades financieras para redactar una legislación que los proteja de fuertes pérdidas. Esto, a medida que van eliminando estos activos de sus balances, se agrupan de forma segura como fondos y se venden a inversores extranjeros, tal vez después de un par de años.
La apuesta en juego es muy alta. Turquía da el primero de los varios pasos necesarios para salir de la recesión y frenar un nuevo desplome de la lira turca. El plan incluye la reparación de dos de sus grandes pero problemáticos sectores: el inmobiliario y el de la construcción.
Rescate del sector energético
De la rapidez y credibilidad con la que ejecute el rescate del sector energético podría depender el futuro de la mayor economía de Oriente Próximo. Turquía podría estabilizar su moneda y volver a crecer a finales de este año. O, por el contrario, sería incapaz de ganarse la confianza de los inversores y se arriesgaría a que se produzca una nueva crisis que perjudique a otros mercados emergentes. De allí la importancia del programa de saneamiento de estos préstamos tóxicos.
Grandes inversores extranjeros como los fondos Cerberus Capital Management y KKR ya han enviado a sus representantes a Estambul. Ello, con miras a comprar con descuento créditos tóxicos, incluso mientras el Gobierno sigue presionando a los bancos turcos para que acepten su plan. Así fue revelado por fuentes que prefirieron mantener el anonimato, y fueron citadas por al agencia Reuters.
Hasta ahora, el Gobierno ha dado a conocer poco sobre su plan. Tan sólo se conoce un esquema presentado el mes pasado por el ministro de Finanzas, Berat Albayrak. El funcionario afirmó que se crearían fondos fuera de balance para préstamos tóxicos en proyectos de energía. También explicó que, por separado, se inyectarían 4.900 millones de dólares en los bancos estatales.
La semana pasada, la ejecutiva de Garanti Bank, Ebru Edin, puso un precio de entre 12.000 a 13.000 millones de dólares a los préstamos que requieren reestructuración. Afirmó que un fondo paraguas de múltiples fondos los supervisaría. Algunos analistas estiman que el valor es aún mayor.
Una crisis monetaria que se extiende
Turquía atraviesa su mayor crisis económica de los últimos 15 años. La lira turca perdió más de 30% del valor en el 2018. El poder adquisitivo de la población sufrió el impacto de una inflación cercana a 20%. A ello se suma una tasa de desempleo superior a 12%.
El crecimiento se contrajo un 2,4% en el cuarto trimestre del año pasado con respecto a los tres meses previos, en los que cayó un 1,6%. Así se desprende de los datos oficiales publicados a principios del año. Las cifras fueron peores de lo previsto. La economía turca creció un 2,6% en 2018, frente al 7,4% en 2017.
La última vez que Turquía sufrió una recesión (dos trimestres consecutivos de caída del producto interior bruto) bajo el mandato de Erdogan fue en 2008 y 2009, a raíz de la crisis de las hipotecas de alto riesgo de EEUU.
Búsqueda de soluciones
La devaluación de la lira turca aumentó la presión sobre un sector corporativo cargado de deuda denominada en divisas extranjeras, y desató el miedo a un contagio en los mercados emergentes.
La alta volatilidad obligó al Banco Central turco a subir su tipo de interés de referencia al 24% en septiembre. Esto ayudó a tranquilizar a los inversores y a estabilizar la moneda. Sin embargo, provocó un desplome del crédito bancario y un hundimiento de la confianza de las empresas y del gasto de los consumidores.
Recep Tayyip Erdoğan, presidente de Turquía, ha culpado de los problemas económicos del país a fuerzas extranjeras. Este mensaje sigue calando entre muchos votantes. El gobierno turco ha responsabilizado del hundimiento de la economía a un «ataque especulativo» de extranjeros anónimos. El ministro insistió también en que el país había dejado atrás lo peor.
A través del saneamiento de los préstamos tóxicos para proyectos de energía, Turquía busca encaminarse hacia un salida a su crisis económica.
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