Por Cambio16
06/03/2018
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Donald Trump afirma que sus nuevos aranceles «protegerán la seguridad nacional de los EEUU». Por consiguiente, la discusión sobre los impuestos a la importación del acero y del aluminio abren terreno a otro debate geopolítico.
La visión del mundo de suma cero de Trump ha pintado a los países extranjeros como la principal amenaza para la prosperidad económica. Por ello Trump invocó la sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962. Ésta otorga a EEUU la capacidad de imponer restricciones comerciales en nombre de la «seguridad nacional».
Rara vez EEUU invoca la seguridad nacional para levantar barreras comerciales. En el caso del acero y del aluminio, la mayoría de los analistas argumentó que Estados Unidos tiene acceso a suministros confiables de aliados como Canadá, Corea del Sur y Brasil, principales proveedores extranjeros de acero de EEUU. No obstante, el secretario de Comercio, Wilbur Ross -un inversor de larga data en la industria siderúrgica- dictaminó que comprar metal de los aliados ya no era suficiente.
Y, como colofón, Trump ha puesto como condición la aceptación de los nuevos aranceles en las conversaciones en curso entre los Estados Unidos, México y Canadá para renegociar las reglas comerciales del TLCAN. En el último encuentro, celebrado el lunes, los negociadores optaron por hacer caso omiso del tema. No obstante, los expertos en comercio se preocupan de que los aranceles -25 por ciento en acero y 10 por ciento en aluminio- podrían desencadenar una guerra comercial que podría atrapar a algunos aliados cercanos de Estados Unidos, como Canadá, y socavar el sistema comercial global. La administración Trump parece estar decidida a oficializar los nuevos aranceles esta misma semana.
¿Por qué Trump quiere nuevos aranceles?
Proteger la industria estadounidense, especialmente el acero, fue una pieza central de la campaña de Trump en 2016. «Será el acero estadounidense el que fortalecerá los puentes en ruinas de Estados Unidos«, fue una de las frases más emblemáticas. El empleo en acero ha disminuido de casi 650.000 trabajadores en la década de 1950 a unos 14.000 en la actualidad. Muchos productores de acero y aluminio de todo el mundo han culpado a China por subvencionar la producción de los metales en violación de las reglas de comercio global. Los productores estadounidenses han pedido protección contra ese «dumping» a través de aranceles o cuotas. Las administraciones anteriores las han proporcionado pero en casos limitados.
Muchos grandes productores de acero y aluminio aplaudieron la idea de nuevos aranceles. El Instituto Americano del Hierro y el Acero agradeció a Trump por «abordar la crisis del acero». Asimismo segundo mayor productor estadounidense de aluminio, Century Aluminum, dijo que las medidas los impulsarán a aumentar la inversión doméstica. No obstante, los economistas advierten que los aranceles elevarán el costo del acero y el aluminio. Por ende perjudicarán a las muchas industrias que usan esos metales. En consecuencia ese costo pasará a los empleos y a los precios para los consumidores. Esto podría incluir fabricantes de automóviles, fabricantes de aviones, compañías de cerveza y refrescos, la industria energética y el sector de la construcción.
La Casa Blanca ha restado importancia a estos argumentos. “Creo que los estadounidenses están dispuestos a pagar un centavo y medio más por un paquete de 6 cervezas para tener una industria de aluminio y acero”, dijo Peter Navarro, asesor comercial de la Casa Blanca.
¿Riesgos para el comercio mundial?
Los nuevos aranceles de Trump, especialmente si se aplican de forma amplia en lugar de dirigirse a los países infractores, corren el riesgo de desencadenar un ciclo de represalias. Lo que se conoce como una guerra comercial.
Algunos de los aliados más cercanos de Washington serían los más afectados. El mayor exportador de acero a los Estados Unidos es Canadá. Alemania, Japón y Corea del Sur también se encuentran entre los diez primeros exportadores. China es solo el undécimo más grande. Canadá calificó los aranceles como «absolutamente inaceptables». La Unión Europea ya dijo que están desarrollando planes para tomar represalias. Algunas empresas europeas dijeron que estaban suspendiendo las inversiones estadounidenses en respuesta.
Los aranceles de represalia también podrían poner en peligro a otras industrias estadounidenses. China está analizando si restringir las importaciones de trigo y soja estadounidenses en respuesta a aranceles anteriores. Los expertos dicen que Beijing podría expandir esa política a otras importantes importaciones estadounidenses, incluyendo tecnología, aviones y propiedad intelectual.
¿Cuál es el papel de la OMC ante los posibles nuevos aranceles?
Los economistas advierten que el llamado de Trump a la «seguridad nacional» podría socavar el marco de reglas comerciales cuidadosamente construidas después de la Segunda Guerra Mundial. Otros países podrían desafiar los aranceles de Trump en la OMC. Pero las normas de ese organismo incluyen exenciones para las medidas de seguridad nacional, una laguna que, como arriba mencionamos, raramente se ha explotado.
Un desafío de la OMC podría tener varias consecuencias imprevistas, dicen los analistas. Si Trump fuera a perder podría ignorar el fallo. También podría tener una respuesta más radical: retirar a EEUU de la institución. Por otro lado, si él ganara, podría abrir la puerta a otros países que usan la exención de seguridad nacional. Esto, a su vez, podría aliviar la presión sobre China. Sus subsidios son una discusión permanente en el foro de disputas de la OMC. Si la seguridad nacional se convirtiera en una justificación aceptada, Beijing podría aumentar sus propias prácticas discriminatorias. Por consiguiente, podr{ia bloquear aún más las importaciones e inversiones de los Estados Unidos. Frente a ello, los aliados de EEUU podrían un frente unido contra la sobreproducción china.