Por Raúl Cortés (Efe)
01/09/2016
El candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, ha escuchado este miércoles las educadas reclamaciones del presidente de México, Enrique Peña Nieto, por sus comentarios discriminatorios contra los inmigrantes mexicanos en EE.UU., pero ni pidió perdón ni descartó la idea de construir un muro en la frontera común.
En una jornada que ha comenzado con una tormenta de críticas a Peña Nieto por recibir a Trump en la residencia presidencial de Los Pinos, gesto calificado por algunos analistas de «error histórico» e incluso «traición», la visita, además de breve, resultó menos tensa que el ambiente creado en sus prolegómenos.
Trump ha aterrizado en el Aeropuerto Internacional de Ciudad de México procedente de California (EE.UU.) tras hacerse público el martes que aceptaba la excepcional invitación cursada a su persona y a su rival demócrata, Hillary Clinton, de reunirse con Peña Nieto.
Un hecho sin precedentes en plena campaña para las elecciones a la Casa Blanca, que este año serán el 8 de noviembre.
En el caso de Trump, que desde el aeropuerto se ha dirigido en helicóptero hasta Los Pinos, la visita ha llegado cargada de resquemores por haber llamado «criminales» y «delincuentes» a los inmigrantes mexicanos en EE.UU. durante su campaña.
También por su promesa de deportar a los once millones de inmigrantes que viven de forma ilegal en su país y su advertencia de obligar a México a pagar la construcción de un muro en la frontera común.
Tras más de una hora de reunión, Peña Nieto y Trump han comparecido con el semblante más serio de lo habitual en esta clase de visitas -actitud que se mantuvo hasta el final-, y con el anfitrión marcando el paso de inicio, formal pero directo.
Después de expresar su «respeto absoluto» por el proceso electoral estadounidense, Peña Nieto ha aclarado que en una «conversación abierta y constructiva» ha hablado con su interlocutor sobre sus ataques y le ha hecho «saber» la «gran responsabilidad» que tiene de «defender al pueblo de México».
Le ha hecho ver «que había habido malas interpretaciones o afirmaciones que lamentablemente habían lastimado y afectado a los mexicanos», aunque ha dicho estar «seguro» del «interés genuino» de Trump por «construir una relación» que dé a ambas naciones «condiciones de mayor bienestar».
Después ha destacado su «convicción de que el TLCAN (Tratado de Comercio de América del Norte, que tiene más de 20 años) ha hecho mucho bien» por los dos países y ha instado a la nación vecina a «construir la ruta para modernizar» ese convenio.
El presidente de México ha señalado que cada día cruzan la frontera común, de 3.000 kilómetros, un millón de personas y 400.000 vehículos, y que el comercio transfronterizo mueve cada año 500.000 millones de dólares.
Ha remarcado que la emigración de personas desde México a Estados Unidos tuvo su pico hace diez años, pero a partir de entonces ha venido disminuyendo «hasta ser negativa en términos netos».
También ha instado a Trump y a EE.UU. a tener «un enfoque integral» sobre la frontera «que atienda el tránsito ilegal de personas», pero también «de drogas y armas» que están «fortaleciendo cárteles y otras organizaciones criminales que generan violencia en México».
En su intervención, el candidato republicano ha asegurado tener «un gran respeto» por los «mexicano-estadounidenses» y dijo conocer a «mexicanos de primera, segunda y tercera generación que viven en la Unión Americana», que son «gente sin reproches, extraordinarios trabajadores».
«Compartimos intereses comunes en lo que respecta a la seguridad, prosperidad y libertad de nuestro hemisferio», ha afirmado ante el mandatario mexicano, al que llamó su «amigo».
Pero en ningún momento ha habido un atisbo de ese mea culpa que tanto hubiese justificado la visita para un Peña Nieto que atraviesa una grave crisis de popularidad.
Trump ha apostado por desmantelar los cárteles de las drogas y frenar la migración ilegal, incluida la procedente de Centroamérica y otras regiones, que pone «en peligro» las «finanzas» y la «seguridad» de América del Norte.
Al terminar, cuando ambos se disponían a abandonar la comparecencia, planeada como un mensaje a los medios de comunicación sin preguntas, el invitado ha tomado la iniciativa de aceptar varias preguntas sobre el polémico muro fronterizo.
También ha considerado que «es necesario poner un muro para poner un alto a la inmigración ilegal y el flujo de armas y de efectivo» y ha apuntado que «este tiene que ser un objetivo compartido».
«No discutimos quién va a pagar por el muro», ha revelado sobre la charla con Peña Nieto, que ha terminado tomando la palabra para reiterar su discurso, preciso y prudente, pero sin escuchar la disculpa de Trump que muchos en México esperaban.
Peña Nieto, un enérgico presidente, ha declarado más tarde en una entrevista para el noticiero nocturno de la cadena Televisa que la reunión con Trump obedeció a la necesidad de «enfrentar la amenaza y el riesgo que hay sobre nuestro país».
«Es la decisión que he tomado: encarar el reto, hacerle frente a lo que puede convertirse en un riesgo y amenaza para México, y explicar por qué México es importante también, y muy importante, para Estados Unidos», ha explicado.