Por SANDRA MARTÍN
Revolucionó la sensualidad en el cine con su papel en Lucía y el sexo, dio vida al médico republicano Daniel da Barca en El lápiz del carpintero e interpretó a Antonio Salas en Diario de un Skin. A sus 44 años, Tristán Ulloa tiene forjada una importante carrera en la escena española. También ha tenido un hueco en la pequeña pantalla con series como El tiempo entre costuras, Gran Reserva (en la foto) o en la más actual, Los nuestros.
Dio el salto a la dirección de teatro con En construcción, una pequeña obra que con solo dos actores y un escaso presupuesto consiguió llenar las salas durante meses y quedó finalista a la mejor dirección en los Premios Max 2014.
Ahora, presenta una nueva obra como director: Adentro. La historia, escrita por Carolina Román, podrá disfrutarse en el Teatro María Guerrero a partir de este miércoles.
¿Qué van a encontrar los espectadores en Adentro?
Es una historia de una familia muy metida hacia adentro, muy enroscada en sí misma y con muy poco contacto con el exterior. Pero al mismo tiempo son personajes con muchos claroscursos, como cualquier otra familia. Entre otras cosas, me gusta porque la autora no los juzga. Tienen momentos de ser espléndidos y momentos de ser más uraños. Me gusta que sean bastante humanos. Me gusta el planteamiento de la obra, que explica que somos lo que somos porque cuando hemos venido a esta vida nos vienen cosas heredadas que no nos pertenecen a nosotros, sino a nuestros padres y ellos son culpables de lo que heredamos. Y al mismo tiempo, nosotros somos culpables de lo que heredan nuestros hijos. Entonces, quitando la palabra culpa, intentamos ser bastante indulgentes con los personajes. Perdonar a nuestros padres y ponernos en su lugar. La historia habla de un punto en la vida de una mujer en el que tiene que decidir, si seguir con todo eso heredado o emprender un viaje con una mochila nueva. Siempre sin entrar a juzgar a los personajes.
En la historia interactúan cuatro personajes, ¿cómo son cada uno de ellos?
La madre (Araceli Dvoskin) vive anclada en una época de su pasado, con un principio de demencia. Hay un secreto bastante fuerte en esta familia y ella vive en ese pasado. Es muy negadora de la propia desgracia. Quiere mucho a sus hijos pero es un amor que hace daño. Su hija es la Negra (Carolina Román), que es el hilo conductor de la historia que acompaña al espectador, y es la que sufre la toma de conciencia de esta historia, la que puede decidir qué hacer. El Negro (Nelson Dante) está cumpliendo condena por un crimen y es un tipo muy amoral, la única mujer a la que ha conocido es a su hermana y tiene un comportamiento muy animal, muy básico. El único personaje fuera de la familia es Malena (Noelia Noto) y es la que aporta un rayo de luz y aire fresco, y un poco de perspectiva a la historia.
¿Cómo surgió la idea de Adentro?
Es una obra de Carolina Román y está muy inspirada en su biografía. Aunque no es autobiográfica, sí tiene mucho de su idiosincrasia, de los ambientes que ella conocía de Argentina y lo que significa una familia de inmigrantes europeos en Argentina, lo multicultural y lo multiétnico. Es un país muy complejo de definir y tiene mucho que ver con nosotros ya que fuimos inmigrantes una época, aunque parece que lo olvidamos. Volvemos a serlo ahora y ellos han inmigrado a nuestro país y nosotros nunca dejamos de emigrar. Es un viaje de ida y vuelta continuo. Es una cultura con la que tenemos mucha relación.
¿Qué reacciones espera que tengan los espectadores al ver Adentro?
Me apetece contarles una historia con la que se diviertan, se emocionen, que reflexionen y que puedan ponerse en el lugar del otro. Una función importante del teatro es empatizar. Sobre todo poner a cuatro personajes que hagan pensar, cuando nos ponen un espejo delante no siempre nos gusta lo que vemos y yo creo que hay que aprender a quererse y aceptarse como uno es. Lo bonito es dejar juicios a un lado y contemplar esos personajes, ya que la vida es mucho más extraña que la ficción. Me gustaría que hubiera una mirada indulgente y tolerante hacia los personajes.
Ahora mismo podemos verle como actor en la obra Invernadero o en la serie de televisión Los Nuestros, ¿dirigir o interpretar?
Me gustan las dos cosas. Son dos formas de contar una historia. Para mí una cosa alimenta la otra. Una cosa me ayuda a ser mejor en la otra y viceversa. Contar historias es mi oficio y me lo paso muy bien, soy muy afortunado de poder dedicarme a lo que me gusta.
De todos los personajes que ha interpretado, ¿con cuál se queda?
Siempre digo que el mejor personaje está por llegar. Hemos terminado en el teatro de La Abadía la obra Invernadero y estoy muy feliz con el personaje que he interpretado y que sigo interpretando de gira, Gibbs. Es muy oscuro, muy peculiar y me apetecía hacer un personaje diferente, ya que la gente se acostumbra a verte en la misma tesitura. Es muy difícil hacerles ver que has empezado haciendo de todo. Volver a verte a ti mismo en otro registro es maravilloso.
Los Nuestros ha tenido un gran éxito y cada vez vemos más producciones en televisión, ¿hay un boom televisivo frente al cine en España?
Es verdad que se ha reducido la producción cinematográfica pero yo creo que llevamos unos últimos años muy buenos y este año hemos tenido récord en espectadores. Yo creo que la ficción venga del formato que venga es bienvenida y la televisión aún tiene mucho que evolucionar. En cuanto a formatos ahora estamos muy esclavizados con el prime time, que los capítulos duren 70 minutos y que las tramas tengan que tener ciertas cosas para que funcionen. No siempre hay que hacer lo que quiere ver la mayoría también hay que empezar a pensar en productos más específicos y eso es muy rico culturalmente. Y es un camino que llegará en un año o dos.
Decía que sin el CDN esta obra no hubiera sido posible, ¿qué le ocurre al teatro en nuestro país?
Es una pregunta… ¿tienes tiempo? El teatro siempre ha estado en crisis pero se están haciendo las cosas, por las imposiciones del Gobierno, de una forma muy precaria. Intento como productor que se mantengan unos mínimos y nunca jamás trabajar gratis porque hay que mantener un mínimo de dignidad en nuestro oficio y se está empezando a normalizar la precariedad. Mucha gente hace funciones sin cobrar o cobrando una miseria. Cuando nosotros empezamos llenábamos todos los días las salas y todos los días perdíamos dinero. ¿Cómo es posible? La mitad se lo queda la sala, el 21% del IVA, el 10% a autores… y lo que te queda, que es un 15%, es para dar de alta a dos o tres técnicos y pagar unos sueldos mínimos. Es imposible. Necesitas la ayuda del teatro público y por eso estoy en contra de la privatización de teatros municipales, que quieren llevar a cabo en la Comunidad de Madrid. Es parte de nuestra cultura, tiene que seguir siendo público, nos cuenta cosas para hacernos reflexionar. A lo mejor hay gente que no quiere que reflexionemos.
Está claro que no es fácil ser actor, ¿qué le diría a aquellos que quieren dedicarse a esto?
Que ser actor no es ser una estrella. Ser actor exige mucho sacrificio para poder tragar con todo lo malo que tiene esto. Para aprender a ser actor hay que aprender a escuchar ‘no’ y es una carrera de larga resistencia. Hay que ser consciente de uno mismo y hay que pensar que la vida es mucho más que este oficio. Es más, este oficio se alimenta de la vida.
Sus últimos tweets critican la llamada Ley Mordaza, ¿alguna vez se ha sentido amordazado o censurado a la hora de hacer una obra?
En teatro no. En televisión sí. Ahora ya se va normalizando y va siendo una cosa más sutil. Pero hace diez o quince años había cosas que no se podían decir ni plantear en televisión. Yo he sido de practicar la libre expresión y sí he sufrido las consecuencias, y lo sigo viviendo. Tengo unos estupendos inspectores detrás de mí, viendo mis cuentas continuamente aunque no con tanto empeño como tendría que hacerse con otra gente. Pero bueno, es el precio de vivir como uno siente.
Hizo una crítica a la obra de teatro sobre la vida de Jorge Javier Vázquez y se desató una polémica. ¿Qué ocurrió exactamente?
Tuvo más bombo de lo que era. Fue una pregunta de un periodista y le expresé mi opinión. Me parece muy bien que se haga cualquier tipo de teatro, de obra, de experimento, pero con su propio dinero. Hay compañías que se están partiendo el lomo por estar en un teatro público, como la nuestra, y que este señor tenga acceso a los teatros públicos de este país, simplemente por ser quién es y porque lo que cuenta es llenar una sala. Si eso es lo que cuenta, vale cualquier cosa. Creo que la función de los teatros públicos es diferente. Yo no critico el contenido de la obra porque no la he visto, pero sí critico los parámetros que utilizan los programadores, es decir, convertir los parámetros que usamos en televisión para el teatro. Tengo que llenar un teatro, tengo que hacerlo como en la tele. Comedia, algo divertido… ¿Vamos a terminar haciendo todos lo mismo?
El teatro público tiene que cuidar un poco eso y los programadores públicos cumplen una función y deberían ser responsables. Jorge Javier ha producido una obra maravillosa sobre Miguel de Molina y maravillosamente interpretada por Ángel Ruiz, uno de los mejores actores y cantantes en nuestro país. Y me parece genial, pero a título personal, un musical sobre la vida de este señor, dudo que sea de interés público y cultural. Y tengo todo el derecho de expresarlo sin que me tenga que insultar la gente, que fue lo que pasó. Si no puedo decir lo que pienso, apaga y vámonos.
Pero sí es cierto que este tipo de programas son los que tienen audiencias más altas en televisión. ¿Cree que se les da más promoción o más espacio frente otro tipo de programas?
Telecinco es una cadena privada, ni entro ni salgo, a lo que apelo es a la responsabilidad de los organismos públicos para regular los contenidos a todo tipo de televisiones. Me refiero a que mi hijo pone la tele a las cinco de la tarde y si tiene la mala suerte de poner Telecinco ve a gente insultándose y llamándose hijo de puta y de ahí para arriba. No digo nada y digo eso. Tiene que haber unos mínimos de dignidad más allá de si es un medio público o privado. Se hace un circo alrededor de la vida de ciertas personas, somos muy quijotescos y muy folclóricos. Me gustaría que se hicieran otro tipo de programas. Me dirán que para eso está la televisión pública, pues también en ella. Más programas de debate, de cultura, en los que se hable de otra gente, de gente más normal y con oficios, de los que se hayan tenido que ir del país…
Para ir finalizando, ¿qué película recomendaría ahora mismo?
Boyhood. Es una obra maestra, es muy controvertida. Richard Linklater me fascina y me encantaría poder hacer una película como esa. A mí me mueve la naturaleza humana y son personajes que la muestran a través de doce años. Hay una mirada del director de saber perdonar a los personajes, te das cuenta de que la vida es agridulce. Es una película dura y hermosa.
¿Qué proyectos tiene en mente para el futuro?
Estoy valorando propuestas ahora mismo. Hay un par de cosas por ahí, que ya veremos. Me encantaría volver a trabajar con Julio Medem, es probable que se dé. También tengo un proyecto con mi hermano, una serie muy interesante que ha escrito con Javi Pulido.