El presupuesto a largo plazo de la Unión Europea, junto con NextGenerationEU, instrumento temporal concebido para impulsar la recuperación, será el mayor paquete de estímulo jamás financiado a través del presupuesto de la UE. Un total de 1,8 billones de euros ayudará a reconstruir la Europa posterior a la COVID-19, que será más ecológica, digital y resiliente. Se trata de un presupuesto preparado no solo para las realidades actuales, sino también para las incertidumbres del futuro
Ramon Vilaró
En su estrategia de ir hacia una “economía verde”, cuyo objetivo será la reducción total de emisiones de dióxido de carbono a partir del año 2050, la Comisión Europea marcó la orientación del programa de la Unión Europea para la reactivación y transformación económica. Del paquete de 800.000 millones de euros de fondos financieros aprobados para la recuperación, y paliar de esta manera los efectos del parón generado por el confinamiento en la actividad económica a causa de la pandemia, aproximadamente unos 250.000 millones de euros irán a la “economía verde”.
La Unión Europea será pionera en el propósito de la sostenibilidad y el objetivo de cero emisiones en un momento en que las grandes potencias regresan, con mayor o menor entusiasmo, a la lucha contra el cambio climático y el calentamiento global. El giro de Estados Unidos, con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, ha sido de capital importancia.
La participación de unos 40 presidentes o jefes de Estado en la cumbre climática organizada por Estados Unidos –a la que han asistido Rusia y China, a pesar de la confrontación con Washington en otros temas– es un símbolo de esperanza para el futuro de la humanidad.
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, fue uno de los participantes en el foro telemático internacional, aunque su mirada, sin duda alguna, estaba en el paquete de medidas para una “economía verde” cuyo desarrollo dependerá, en gran parte de los fondos financieros que lleguen de la Unión Europea. Sobre todo, que la Comisión Europea vinculará el 37% de dichos fondos al desarrollo de una economía libre de emisiones de dióxido de carbono.
EL NUEVO PRESUPUESTO A LARGO PLAZO AUMENTA LOS MECANISMOS DE FLEXIBILIDAD PARA HACER FRENTE A NECESIDADES IMPREVISTAS
Es notorio que España priorizará el desarrollo del automóvil eléctrico y del hidrógeno verde, en deterioro de las energías fósiles, junto a las fuentes de generación eólicas y fotovoltaicas, estás últimas cada vez más presentes en industrias y particulares, aunque –siendo uno de los países europeos más soleados– vamos a la cola de la Unión Europea por los vaivenes de criterios políticos a la hora de incentivos y estímulos.
Basta mirar los logos y campañas de publicidad de cualquier gran compañía del sector energético para comprobar que la palabra “verde” se ha generalizado. Sin embargo, habrá que ir afinando a la hora de examinar si todas las alternativas son realmente tan ecológicas como ahora se pretende, como puede ser, por ejemplo, el caso de la explotación de litio y elaboración de otros materiales para la fabricación de baterías para el automóvil eléctrico.
Otro factor importante derivado del impacto de la COVID-19 estará en los cambios de hábitos laborales con la implantación del teletrabajo y su impacto en la movilidad. Desde el uso del automóvil para ir de casa a la oficina, o del avión para asistir a reuniones de trabajo, los nuevos hábitos son cada vez más populares a través de la red y las mejoras que están llegando con el G-5.
En definitiva, la “economía verde” ya está aquí y su progreso será imparable, para bien de todos. Sobre todo, si genera más puestos de trabajo que los destruidos por las energías fósiles y oportunidades de negocios sostenibles.
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