Para Bill Gates no todo está perdido. Los Estados Unidos aún tiene la oportunidad de ganarle la guerra al virus de la COVID-19. En el 2015, Gates -sobre la base de un modelo de simulación- pronosticó la aparición de un virus de rápida propagación como el de la COVID-19, pero de mayor virulencia. Señalaba que el mundo no estaba preparado para abordar una situación de pandemia.
Hoy, el mundo demuestra que el pronóstico de Gates era cierto. Los gobiernos, sistemas sanitarios y la ciudadanía no están preparados logística ni económicamente para abordar una pandemia. Pero Gates insiste y ante la aparente banalización del virus en los Estados Unidos, propone al Gobierno tres maneras de abordar la actual situación.
Los tres consejos de Bill Gates no solo sirven para la administración federal de los EE UU, sino que son una advertencia a los líderes del mundo para prepararse correctamente con datos basados en la ciencia y en la experiencia de profesionales médicos.
Enfoque nacional consistente
El primer paso es cerrar completamente las fronteras del país. No es posible que aun cuando los expertos en salud pública recomienden el aislamiento y el distanciamiento social como medidas prioritarias para contener el nuevo virus, en los Estados Unidos hay estados y condados, donde las playas y restaurantes siguen abiertos.
El cierre completo de toda actividad en el país debe extenderse hasta que el número de casos de coronavirus comience a disminuir. Gates calcula que el cierre de toda actividad puede durar 10 semanas o más.
Los líderes deben ser enfáticos y estrictos con las medidas de cierre, pues de lo contrario el virus de la COVID-19 se seguirá propagando a través de las fronteras de los Estados Unidos, generando un mayor desastre económico, aumentando las probabilidades de que el virus regrese y causando más muertes.
Más pruebas para detectar el virus de la COVID-19
Si bien es cierto que el distanciamiento social y el aislamiento son claves para frenar la propagación del virus, también es cierto que se necesita conocer quiénes están infectados. Mucho más cuando el virus de la COVID-19 se caracteriza por no presentar síntomas en ciertos casos.
Bill Gates señala la necesidad de que más pruebas y resultados estén disponibles, ya que la disponibilidad de datos permite saber “cuándo es el momento de volver a la normalidad”. El magnate informático pronostica que en un futuro muy cercano la demanda de pruebas excederá la oferta.
Actualmente, se desconoce en los Estados Unidos quién tiene las pocas pruebas disponibles para detectar la COVID-19. En consecuencia, no existe una idea clara de cuántos casos de coronavirus hay, cuál será la evolución del virus y si existe una ventana de posibilidad para la recuperación.
A pesar de la poca certeza en el número de casos de coronavirus y la poca disponibilidad de pruebas, existen buenos ejemplos a seguir. Nueva York amplió la capacidad para realizar pruebas diagnósticas de la COVID-19. Actualmente, puede realizar 20.000 pruebas por día. También la Red de Evaluación de Coronavirus de Seattle desarrolló un hisopo que permite que los pacientes tomen sus propias muestras sin exponer a los trabajadores de la salud.
Gates espera que los logros de Nueva York y Seattle lleguen a todos los puntos de los Estados Unidos, ya que una crisis por la escasez de pruebas diagnósticas retrasará siete días resultados que se necesitan en 24 horas.
La disponibilidad de pruebas diagnósticas debe estar al alcance de los perfiles prioritarios frente a la enfermedad. Es decir, trabajadores de la salud; personas con síntomas claros de la enfermedad; cuyo riesgo de enfermar gravemente es mayor, y personas que han estado expuestas al contagio.
Tratamiento y vacuna basados en datos
El diseño de un tratamiento y una vacuna contra el virus de la COVID-19 debe basarse en datos. Solo cuando exista la seguridad de que un medicamento es efectivo contra el virus –luego de ensayos con varios candidatos y un informe público-, es que se puede dar a conocer el tratamiento. De otra forma, sucederá como con la hidroxicloroquina. Mucho antes de que el medicamento estuviera aprobado como un tratamiento de emergencia, las personas comenzaron a comprarlo y acumularlo, acabando con las existencias necesarias para los pacientes con lupus.
En la opinión de Gates una vacuna segura y efectiva puede llegar en 18 meses, pero en ese punto la sanidad mundial apenas tiene la mitad de la batalla ganada. La otra mitad del reto se encuentra en la necesidad de producir miles de millones de dosis no solo para proteger a los estadounidenses, sino a toda la población mundial. Desde ya plantea la construcción de instalaciones para fabricar vacunas contra el virus de la COVID-19. Enfatiza que el único en los Estados Unidos que está preparado para asumir este riesgo es el gobierno federal.
Los consejos de Bill Gates sobre cómo abordar la actual pandemia son tan claros como su verbo. Parecieran medidas sencillas, pero en la realidad son grandes retos que deben asumir, principalmente, los gobiernos del mundo para poder atajar las desmesuradas consecuencias de la pandemia.
Los consejos de Gates demandan gobiernos activos –y no reactivos- que basados en la ciencia, los datos y la tecnología disponibles generen respuestas sanitarias eficaces y eficientes. Los datos están; falta saber si está la voluntad.
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