Investigadores y periodistas han recreado, con buena pluma, el futuro de la humanidad y de la vida en el planeta. Abordan qué nos espera en las próximas décadas con un filón catastrófico, y sin miramientos con la ficción. En sus libros advierten la proximidad de la sexta extinción. ¿Será de manera súbita y aplastante? ¿O será gradual e imperceptible?
Hasta ahora, se ha señalado que en la Tierra se han registrado cinco eventos importantes de extinción masiva. Es decir, de fenómenos en los cuales desaparecen sin descendencia una gran cantidad de especies a lo largo de un tiempo específico. Varios autores disertan sobre un nuevo y próximo final.
Elizabeth Kolbert, periodista de la revista The New Yorker, escribió La sexta extinción, una historia nada natural (Planeta, 2014). Su obra, ganadora de un Premio Pulitzer, se remonta a hace 66 millones de años. Entonces, en el planeta Tierra cayó un asteroide que exterminó a los dinosaurios y a un gran número de aves, mamíferos, plantas y formas de vida marina. Kolbert dice que fue la quinta vez en 500 millones de años que las formas de vida desaparecieron casi por completo.
Kolbert escribe que hoy el planeta atraviesa una sexta extinción. Esta vez, aclara, el agente de destrucción masivo es el ser humano. El hombre transforma el mundo: construye ciudades, caminos y granjas. Tala bosques y llena la atmósfera y el océano de CO2 a niveles nunca antes registrados. Anfibios, aves, mamíferos y reptiles están en peligro de extinción; quizá los arrecifes de coral del mundo desaparezcan a finales del siglo XXI.
La periodista menciona en sus páginas al antropólogo Richard Leakey y al escritor científico Roger Lewin, coautores del libro La sexta extinción: el futuro de la vida y de la humanidad, 1995. También afirman que la tasa de extinción de especies vivas se está acelerando.
Un nuevo paso hacia la sexta extinción
Leakey y Lewin se refieren igualmente a las cinco extinciones ocurridas en el globo. Cada una de estas, afirman, fue catastrófica. En todas ellas desapareció al menos el 65% de las especies vivientes.
Si bien la causa de esas extinciones es aún materia de controversia. Se plantean varias causalidades ¿repentinos cambios climáticos, asteroides, dificultades de evolución? No ocurre así con las consecuencias y las características de estas catástrofes, que parecen seguir todas un mismo modelo, señalan los autores.
Intentan demostrar que la sexta extinción ha empezado ya. Cada año, el hombre barre de la faz de la Tierra a trescientas especies vivas. Y esta extinción amenaza al planeta entero, incluido el hombre.
La tesis de Leakey y Lewin es compartida años más tarde por Kolbert. Todos argumentan la necesidad de tomar conciencia de las consecuencias devastadoras de conducta rapaz y aniquiladora de los humanos. De lo contrario, irremisiblemente la especie humana caerá en el olvido de la extinción. Tras el mastodonte, el alca gigante, la paloma migradora y demás víctimas.
Tal vez influenciada por estos textos, o por informaciones que maneja en forma directa, la activista Greta Thunberg casi sucumbe en llanto. «Nos estamos enfrentando a la sexta extinción masiva y el ritmo de extinción es 10.000 veces más rápido de lo normal», dijo ante el Parlamento Europeo en abril de 2019.
En la Tierra surgen nuevas y abundantes especies
A los biólogos evolucionistas Robert H. MacArthur y E. O. Wilson también les ha preocupado el futuro de la Tierra y sus habitantes. En 1967 desarrollaron el modelo especie-área. Consiste en el supuesto de que, a medida que más especies compiten por recursos en declive, menos sobrevirían.
Pero, a su modelo le restan credibilidad. Al menos, un informe publicado en la revista Nature en 2011. Se indica, por ejemplo, que han surgido más especies de plantas nuevas en Europa durante los últimos 300 años de las que se han documentado como extintas en el mismo período.
De hecho, refiere, que si el modelo de MacArthur y Wilson fuera cierto, la mitad de las especies del mundo ya deberían haberse extinguido durante los últimos doscientos años.
En ese sentido, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), argumenta que el 6 % de las especies está en peligro crítico, el 9 % está en peligro de extinción y el 12 % está es vulnerable a estarlo. Solo el 0,8 % de las 112.432 especies de plantas, animales e insectos incluidos en sus datos se han extinguido, de hecho, desde el año 1500. Es una tasa de menos de dos especies perdidas cada año, para una tasa de extinción anual del 0,001 %.
La Tierra ha sufrido al menos cinco extinciones masivas a lo largo de su historia, pero irónicamente, después de cada una de ellas, le ha seguido un crecimiento de la biodiversidad que ya existía. Tal y como lo aborda Michael Shellenberg en su libro No hay apocalipsis.
Shellenberger lleva luchando por un planeta más verde durante décadas. Participó en el precedente del actual nuevo pacto verde. Y lideró una exitosa iniciativa de científicos y activistas del clima para mantener en funcionamiento las plantas nucleares y evitar un pico de emisiones. Mientras algunos afirmaban en 2019 que “miles de millones de personas iban morir” y generaban una enorme ansiedad entre la ciudadanía, el ambientalista decidió separar la ciencia de la ficción.
Ambientalistas apocalípticos vs cifras
Michael Shellenberg dice que en la mayoría de los países desarrollados, las emisiones de carbono se han reducido durante más de una década. Y las muertes debidas a condiciones climáticas extremas, incluso en las naciones pobres, ha disminuido un 80% en las últimas cuatro décadas.
Asimismo asegura que el riesgo de que la Tierra se caliente hasta temperaturas muy altas es cada vez más improbable. Por la ralentización del crecimiento de la población y la abundancia de gas natural. ¿Qué hay realmente detrás del auge del ambientalismo apocalíptico? “Poderosos intereses financieros. Deseo de estatus y poder. Pero sobre todo existe un deseo de trascendencia entre personas supuestamente laicas. Este impulso espiritual puede ser natural y saludable. Pero al predicar el miedo sin amor, y la culpa sin redención, la nueva religión no logra satisfacer nuestras necesidades psicológicas y existenciales más profundas”, explica.
Contrariamente, la Unesco no habla de extinciones como un hecho masivo y tajante. Pero en 2019 presentó un estudio completo sobre la vida en la Tierra que contó con la colaboración de expertos muy reconocidos. Allí señala que la humanidad está haciendo un uso tan abusivo e insostenible de los recursos naturales, que socava las bases de su propio desarrollo.
La pérdida de biodiversidad, sobre la que se asienta la disponibilidad de alimentos, medicinas y muchos servicios ambientales, tiene un ritmo galopante. Precisa que desde el año1500, el hombre ha propiciado la desaparición de 680 especies de vertebrados. Mientras que 1 millón de especies de animales y plantas, de los 8 millones existentes, están en peligro de extinción. Puntualiza además, que tanto las personas que viven en la actualidad como las generaciones futuras peligran por el deterioro de la riqueza biológica.
La Unesco sostiene que el 75% de los ambientes terrestres y el 66% de los ecosistemas marinos han sido severamente modificados. Y la mayoría de ellos continúa sufriendo un proceso de degradación. Muchos a un ritmo de al menos un 4% por década. A la par, ecosistemas sensibles, como los humedales y los bosques maduros de crecimiento largo, sufren el declive más rápido.
¿Estamos transitando por una extinción, y no nos damos cuenta, o son fábulas de ambientalistas apocalípticos?
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