En los últimos meses las macrogranjas han sido el centro del debate político y ambiental. Estas grandes instalaciones de ganadería intensiva albergan miles de cabezas de ganado porcino o bovino, así como aves de corral. Su modelo de producción se basa en la cría y engorde bajo cualquier condición para aprovecharlos lo más rápido posible.
Aunque ‘macrogranjas’ no es un término oficial, en los últimos años España ha registrado un aumento importante de estas instalaciones y de los porcinos y vacunos censados, que genera una preocupación del mismo tamaño entre los ambientalistas.
Al no existir legalmente la categoría de macrogranjas tampoco existen cifras oficiales. Sin embargo, según los datos Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes (PRTR) actualmente España alberga 3.765 macrogranjas destinadas a la cría y engorde intensivo de aves de corral y de cerdos.
Desde 1960 el número de vacas se ha duplicado y el de cerdos se ha multiplicado por cinco en España. Pero no le basta a las grandes corporaciones. Su modelo sigue creciendo y esperan expandirse cada vez más, incluso con ayuda de las administraciones y sin que les importarle el enorme impacto ambiental.
Constantemente se promocionan como una solución contra el despoblamiento rural. Pero la realidad es que son enormes instalaciones de crueldad animal, insostenibilidad y aceleración de cambio climático que no evitan que los pueblos se vacíen. Ocupan poca mano de obra.
El enorme impacto ambiental de las macrogranjas
La principal diferencia entre una granja beneficiosa y otra perjudicial para el ecosistema es la densidad de su ganado. Se estima que las casi 4.000 megainstalaciones que hay en ESpaña albergan unas 40.000 plazas de gallinas ponedoras, más de 2.000 cerdos de cebo de más de 30 kilos o de más de 750 cerdas reproductoras.
Una de las consecuencias más catastróficas que trae consigo las macrogranjas es la contaminación de aguas. Sustancias como los nitratos se filtran a los acuíferos y a las aguas superficiales y las contaminan. Además, generan grandes emisiones de efecto invernadero, se aprovechan de miles de hectáreas de tierras y generan la deforestación sembrar pastos y otros alimentos que suministrarán a los animales.
Solo las macrogranjas de porcino emitieron 96.158 toneladas de metano en 2019. Es decir, el 45% del total de las emisiones de metano de toda la ganadería porcina en España. Para 2020 aumentaron un 8% las emisiones de metano y un 3,4% las de amoníaco, lo que representa el 8,16% del total de emisiones de amoniaco emitidas en el país ese año.
También generan un fuerte impacto en la salud de las personas que viven en los alrededores. La alta densidad de animales también causa problemas de olores que degradan el medio ambiente de las zonas rurales. Ni hablar del maltrato y los abusos a los animales.
A nivel internacional su impacto también se hace notar. Su impacto sobre otros ecosistemas del planeta por la producción de piensos con los que se alimenta al ganado. Diversos ecosistemas locales son deforestados, por ejemplo, para convertirlos en áreas de producción de soja para los piensos.
Crecimiento de las macrogranjas en España
Las cifras revelan que hasta 2021 más del 50% de los municipios de las provincias de Huesca y Lleida cuentan con alguna de estas grandes instalaciones intensivas. También hay decenas de macrogranjas en las provincias de Murcia, Toledo y Girona, con 44,44%, 33,33% y 29,41% de los municipios respectivamente.
La distribución de estas macrogranjas por territorio no es homogénea, y ese es uno de los grandes problemas para los ambientalistas. 1.372 municipios españoles cuentan con al menos una de estas grandes instalaciones de ganadería intensiva. Es decir, en el 16,9% de todos los municipios del país.
Hay una especial incidencia en las comunidades autónomas de Aragón y Cataluña, y en las zonas con mayor despoblación. Aragón, por su parte, ocupa una posición de liderazgo con una fuerte inversión en los últimos años que le ha llevado a sumar 628 granjas de grandes dimensiones, que podrían sumar más de 2.500 animales. En Cataluña hay otras 495, quedan muy por detrás Castilla y León, con 316; Castilla-La Mancha, con 161; y Andalucía con 149.
Ahora hay más cabezas de ganado por instalación
Paradójicamente el número de granjas de porcino, por ejemplo, ha disminuido en los últimos años. Desde 2007 han pasado de 99.561 a 88.437, una baja del 11%. Sin embargo, estas cifras son engañosas. Y es que, las granjas que han desaparecido eran de ganadería intensiva eran en su mayoría pequeñas explotaciones.
Las instalaciones de tamaño reducido disminuyeron un 50,7% entre 2007 y 2020. Pasaron de 32.710 a 16.123. Las de grupo 1 (que permiten un máximo de 50 cerdas reproductoras y 350 animales de cebo) se han reducido un 25% (de 24.311 a 18.188), según el Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes.
Pese que el número de granjas se ha reducido, la cantidad de cerdos censados ha aumentado. En España había 26,8 millones de cerdos censados en abril de 2007, mientras que en mayo de 2021 la cifra ascendía a 32,4 millones.
Entre las instalaciones que han experimentado un gran aumento se encuentran las macrogranjas. Especialmente las del grupo 3, es decir, aquellas que permiten un máximo de 5.500 cerdos. Mientras que en 2007 había 1.425 instalaciones de este tipo en 2020 eran 2.126, un incremento del 49%.
En el caso del vacuno ocurre algo similar, pues aunque el número de explotaciones «mantiene la tendencia al descenso en la última década», según el Ministerio de Agricultura, esta evolución «no se acompaña de una caída en los censos».
Greenpeace ha sido uno de los grandes denunciantes
El boom sin precedentes de las macrogranjas de ganado porcino y bovino en España ha llevado a diversas ONG ambientalistas a realizar intensas campañas para evitar su expansión descontrolada y ponerles fin.
Greenpeace ha visitado diferentes instalaciones en los últimos meses. Las hay de mayor y menor tamaño, pero en general tienen características comunes: la deficiente gestión de los purines que a menudo provocan episodios de contaminación de aguas; los malos olores y los ruidos de los berridos de los animales que dan una idea de las condiciones en las que se encuentran o las altas emisiones de gases de efecto invernadero y amoniaco.
Una de las instalaciones visitadas que más le ha llamado la atención a la ONG ha sido el megacomplejo cárnico de Castilléjar. Ubicada en una tranquila localidad granadina de poco más de mil habitantes en el noreste de la provincia, actualmente acoge la explotación porcina más contaminante de España por metano y amoniaco, y que pueden producir unos 651.000 lechones al año.
A finales de 2021, Greenpeace reclamó medidas urgentes para frenar una «expansión desmesurada y descontrolada» de la ganadería intensiva. «Urge el establecimiento de una moratoria estatal o regional a la ganadería industrial», reclamaban desde la organización.