Por Miguel Ángel Artola
17/06/2017
Para la mayoría de los consumidores Toshiba es una empresa tecnológica de primer nivel que relacionamos sobre todo con la informática y los ordenadores portátiles. Pero es un conglomerado con ramificaciones en muchos campos y los malos resultados de algunos de ellos amenazan su viabilidad futura.
Entre abril y diciembre de 2016, la multinacional acumuló pérdidas operativas superiores a los 4.900 millones de euros, principalmente por la decisión de incorporar a su balance los desfases acumulados en su negocio nuclear. Los números rojos provenientes de su filial estadounidense Westinghouse Electric Company, ascendían a 6.104 millones de euros.
En marzo la empresa se reconoció incapaz de presentar sus cuentas en plazo a pesar de que ya había solicitado un primer aplazamiento para hacer frente a sus obligaciones. A la segunda oportunidad ha cumplido reconociendo que los directivos. de su filial nuclear, Westinghouse, habían realizado manipulaciones contables para poder maquillar sus millonarias pérdidas. La aventura nuclear de Toshiba ha sido un completo fracaso.
Compró la compañía hace diez años por 4.000 millones de dólares y ahora se ha tenido que acoger a la protección por bancarrota incapaz de hacer frente a sus compromisos financieros y con proveedores. Y desde que la dirección anunciase públicamente el deterioro de los activos de la compañía nuclear las acciones del grupo en la Bolsa de Tokio se han devaluado hasta la mitad.
Además, Toshiba carga con una mala prensa y con la imagen negativa ante los inversores por escándalos pasados relacionados con su situación financiera. En 2015 una investigación independiente de sus cuentas reveló que la cúpula directiva se había pasado siete años, desde 2008, ocultando las pérdidas y exagerando los beneficios en las áreas más reconocidas de la firma japonesa, televisiones, semiconductores y PC.
Todo un escándalo financiero para una de las principales enseñas del país del sol naciente. Si bien finalmente ha conseguido presentar las cuentas al cierre de 2016, ni siquiera ha podido contar con el aval del auditor, PricewaterhouseCoopers, que reconoce la existencia de “condiciones y eventos materiales que cuestionan de forma sustancial la capacidad de la compañía de seguir con su actividad”.
La compañía taiwanesa Foxconn Tecnology Group, ha ofrecido 25.500 euros a la japonesa para comprar la unidad de chips. Y en los últimos años y meses Toshiba se ha desprendido de otras divisiones como la de electrodomésticos que vendió al grupo chino Midea, la de equipamiento médico, adquirida por Canon, y se encuentra cerrando la venta de parte de su negocio de memorias SSD al especialista en el sector, Western Digital.