¿Se imaginan los anillos de plástico que se utilizan para sujetar las latas de refrescos hechos con fibras biodegradables de origen vegetal? O que ya en las carreras de calle un domingo el agua no esté en botellas sino en cápsulas de alga comestibles y sin sabor. O que las bolsas para cargar las compras en los supermercados puedan ser ingeridas por los animales sin ningún tipo de daños a su organismo.
Muchos son los proyectos para lograr la disminución del uso del plástico, uno de los materiales que más tarda en descomponerse, de los más utilizados y de los que más cantidad de desechos generan. Se calcula que el plástico tarda entre 100 y 1.000 años en degradarse.
La contaminación de este producto que se logra a través de la polimerización de compuestos derivados del petróleo y el gas natural es de tal magnitud que hay lugares donde su acumulación triplica la superficie de España, como por ejemplo el Gran Parche de Basura del Pacífico. Se trata de una especie de “isla basura” que contiene alrededor de 1.800 millones de piezas de plástico en 1.600.000 kilómetros cuadrados. Una amenaza para la vida marina. Y esto ocurre en dos vertientes: la primera tiene que ver con los microplásticos o pequeños fragmentos inferiores a los cinco milímetros que pueden introducirse en la cadena alimenticia de los peces. La segunda proviene de los desechos de mayor tamaño que suelen atrapar a peces, tortugas y otros animales.
Según el proyecto Ocean Cleanup, ocho millones de toneladas de plástico acaban cada año en el océano. Esta organización plantea la colocación de barreras flotantes y plataformas en dirección al fondo del mar que permitan concentrar el plástico antes de extraerlo del océano. En lugar de redes se usan barreras flotantes sólidas impulsadas en un 100% por los vientos y las corrientes marinas.
After only four months of design, procurement, and assembly, the crew is now on their way to the Great Pacific Garbage Patch with the upgraded System 001/B. Time to put it to the test. pic.twitter.com/wbUUvrihbh
— The Ocean Cleanup (@TheOceanCleanup) June 21, 2019
Plástico en el fondo del mar
A mediados de mayo los medios de comunicación del mundo dieron a conocer un dramático hallazgo: a casi 11 kilómetros de profundidad, en la inmersión más profunda jamás realizada por un ser humano dentro de un submarino, el oficial naval jubilado Víctor Vescovo, encontró basura en el Pacífico. La expedición Five Deeps llegó a 52 pies (16 metros) más abajo que el descenso a la Fosa de las Marianas en 1960. Desde finales de abril este equipo ha realizado cuatro inmersiones en el submarino «DSV Limiting Factor», recogiendo muestras biológicas y de rocas. Han encontrado materiales fabricados por el ser humano en el fondo del océano y todo hace suponer que se trata de plástico.
Y es que en el mercado se puede conseguir como polietileno (bolsas de plástico, contenedores, microesferas de cosméticos), poliéster (botellas, prendas de ropa, películas de rayos x), polipropileno (electrodomésticos, muebles de jardín, componentes de vehículos) y cloruro de polivinilo (tuberías, ventanas). Por su múltiple versatilidad sus usos y niveles de producción se han disparado en los últimos 10 años.
What do you think? Did he make it to the bottom? #fivedeeps #challengerdeep #StayTuned pic.twitter.com/ApxOF9uSgA
— The Five Deeps Expedition (@FiveDeeps) May 13, 2019
En vez de botellas, cápsulas de extractos de algas
De acuerdo a Naciones Unidas, este tipo de desechos han alcanzado proporciones epidémicas y se estima que hay 100 millones de toneladas de estos residuos en los océanos del mundo. No obstante, cada vez más aumentan las iniciativas que buscan dejar de lado el plástico y usar productos amigables con el medio ambiente.
Hace unas semanas, cerca de 45.000 corredores quedaron impresionados en el maratón de Londres cuando al arribar al puesto de hidratación en la milla 23 no vieron las tradicionales botellas plásticas de agua. En su lugar, los voluntarios entregaron unas cápsulas hechas de extractos de algas con el líquido en su interior. Esto le permitiría a la organización reducir el número de botellas en unas 200.000 unidades.
Estas delgadas cápsulas son comestibles, no tienen sabor y si no se ingieren se biodegradan en seis semanas. Están destinadas a personas en movimiento, como corredores y asistentes a festivales de música. Se pueden rellenar con una gran variedad de líquidos.
Hugh Brasher, el director del evento, dijo que el maratón de Londres quiere liderar el camino de la sostenibilidad. Es por ello que las innovaciones en la edición de 2019 “tienen el potencial de cambiar la forma en que se realizarán los eventos de participación masiva en el futuro».
Un enemigo de los ecosistemas
Lograr que el uso del plástico disminuya constituye uno de los desafíos ambientales más apremiantes del mundo. Según un estudio de 2017 publicado en la revista Science Advances, apenas se ha reciclado el 9% de las 8.300 millones de toneladas métricas de plástico que se han producido desde el año 1950, mientras un 12% fue quemado en incineradores. La investigación especifica que el 79% se envió a vertederos, se descartó indebidamente o se abrió camino hacia los océanos.
Y no todo queda ahí. Producir botellas de plástico también precisa mucha energía y agua. Se requieren más de cinco litros de agua para producir una botella de plástico estándar de 500 ml, de acuerdo al grupo defensor Water Footprint Network.
Además de las cápsulas líquidas, la empresa Skipping Rocks Lab, con sede en Londres, también está trabajando en alternativas ecológicas para pegar la película y los revestimientos de plástico utilizados en las tazas de café desechables. Asimismo, desarrolla máquinas que puedan producir en forma masiva las cápsulas. La misión de esa compañía con sede en Londres es «hacer desaparecer los envases de plástico».
Average person could be ingesting approximately 5 grams of plastic every week – mostly through drinking water. Bottled water not better than tapwater. https://t.co/pv1IZhxcLo pic.twitter.com/t6YC15HvxY
— In memoriam of Arjen Hoekstra (@AYHoekstra) June 20, 2019
Bolsas y cubiertos amigables con el ambiente
Las cápsulas de extractos de algas es uno de los proyectos innovadores para disminuir la producción de plásticos. Hay otros como el que un grupo de estudiantes adelanta a 9.000 kilómetros de distancia de Londres. En la Facultad de Química de la Universidad Autónoma de Querétaro, cursantes de la carrera de ingeniería en biotecnología diseñaron un biopolímero cuyo insumo principal es la parte central de una mazorca.
Pese a recibir en América Latina distintos nombres, pues en el caso de los mexicanos es el olote del maíz, mientras para los venezolanos es la tusa del maíz, lo cierto es que este sustrato se combina con otros compuestos para fabricar una bolsa con las propiedades mecánicas y de resistencia de los plásticos, pero sin los efectos que generan en el medio ambiente las bolsas desechables elaboradas con polietileno de alta densidad.
Aunque en las naciones europeas la eliminación de las bolsas de plástico comenzó hace 15 años, en otras partes del mundo aún no se han regulado disposiciones similares.
El plus de esta iniciativa latinoamericana está en la utilización de la mazorca, que muchas veces desecha la industria agroalimentaria. Esto hace que los costos de las bolsas sean mínimos versus otras con similar funcionalidad y pueda ser comestible, en caso de llegar a los basureros o al mar.
Iniciativas para salvar los océanos
En sintonía con ese objetivo hay iniciativas y espacios como el de Parley for the Oceans donde creadores, pensadores y líderes proponen, discuten y analizan qué hacer para proteger los inmensos pero frágiles océanos, donde de acuerdo a un sinfín de investigadores podría haber en el año 2050 más plástico que peces.
An estimated 8 million metric tons of plastic end up in our oceans every year — today on #WorldOceansDay, we’re teaming up with @cyrillgutsch and @parleyforoceans to talk about marine plastic pollution and how you can take action pic.twitter.com/zdFdso3z5O
— NowThis Impact (@nowthisimpact) June 8, 2019
Si la sustitución de bolsas viene tomando cuerpo, también marchan en esa misma dirección los proyectos que se adelantan de manufactura de pitillos de papel grueso especialmente tratado para alimentos, la comercialización de cubiertos comestibles hechos de arroz, trigo y harina de sorgo o las iniciativas para cambiar los anillos sujetadores de compuestos de fibras biodegradables de origen vegetal.
Si no se toman medidas mucho antes de lo que uno se imagina la mayor parte de la vida marina desaparecerá. Al mar aterrizan 12,7 millones de toneladas de plástico y matan un millón de aves y 100.000 mamíferos marinos. Al final, la destrucción de la biodiversidad en los océanos tendrá importantes consecuencias para la supervivencia de la humanidad.
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