Por Jairo Mejía | Washington (Efe)
Tres horas y once participantes dan para mucho, pero fue el histriónico Donald Trump el foco de los ataques en el segundo debate de las primarias republicanas, algo que él manejó con su habitual estilo, y cuando se fue apagando fueron los moderadores los que lo sacaron del aturdimiento.
La mayoría de los aspirantes fue conminado por los moderadores a responder a las numerosas acusaciones (calificadas de insultos por la mayoría) que Trump ha lanzando contra ellos, convirtiendo al magnate en el centro de importantes pasajes del debate.
Además, los otros diez participantes en el debate de Simi Valley (California), celebrado en la Biblioteca Presidencial de Ronald Reagan, tuvieron que dirigir sus ataques a Trump por su condición de favorito, y porque contra la expectativas sigue ampliando su ventaja en las encuestas.
El exgobernador de Florida Jeb Bush y Trump se enfrentaron por los comentarios de este último sobre el origen mexicano de su mujer, Columba; la exejecutiva Carly Fiorina tuvo ocasión de atacarle directamente desde la palestra; y por primera vez Ben Carson, segundo en las encuestas, lanzó pullas a su principal rival.
El favor de los moderadores y las menciones, que permiten a los participantes responder por alusiones, permitió a Trump gozar de casi 19 minutos, por encima de los casi 16 minutos de Bush y el doble del tiempo de que dispusieron otros cuatro participantes.
Trump manejó los tiempos del debate
Volvió a mencionar la falta de energía de Bush, responsabilizó a los senadores Ted Cruz, Marco Rubio y Rand Paul de la política estadounidense hacia Siria y volvió a reiterar que es factible deportar a 11 millones de indocumentados en contra de la opinión de todos sus contrincantes en el escenario.
El empresario neoyorquino se apagaba por momentos ante discusiones de políticas más específicas, pero cuando parecía que la discusión se desviaba a temas en los que el magnate inmobiliario no tenía intención de participar surgía uno de los tres moderadores de la CNN.
«Trump ha dicho que no es justo que los ricos paguen los mismo impuestos que los pobres. Dígale a Donald Trump por qué esas ideas sobre fiscalidad son erróneas», preguntaba el presentador Jake Tapper a Ben Carson, que tachó el plan de Trump de «socialista».
Trump, que en el primer debate fue ignorado por la mayoría, fue esta vez interpelado y criticado por casi todos: el gobernador de Wisconsin, Scott Walker; el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie; o el senador Rand Paul, quien dijo que el millonario usa un «lenguaje descuidado», y se comporta como un «universitario» que critica la apariencia de la gente.
«Yo a él nunca le he atacado por su apariencia. Y hay materia de sobra para hacerlo», contestó Trump.
La ganadora, para los analistas
Carly Fiorina (en la imagen), que en este segundo debate pasó al grupo de favoritos, fue invitada a responder a Trump por sus comentarios sobre su aspecto físico cuando aseguró a la revista Rolling Stone: «mira esa cara ¿Quién la va a votar?».
Fiorina, que recibió un gran aplauso cuando dijo que con sus comentarios Trump deja claro qué opina de las mujeres, es vista por lo analistas políticos como la gran ganadora del debate, algo que podría ayudarle a mejorar en las encuestas.
Trump contestó cuando se le sacó a colación y intentó convencer al electorado republicano que: «además de un gran artista de entretenimiento, soy un gran hombre de negocios. Y ese es el tipo de mentalidad que este país necesita para resurgir».
Pocos dan como ganador del debate a Donald Trump. Ahora queda por ver si las encuestas de intención de voto dicen los mismo.