El suministro de vacunas contra la COVID-19 no se ha hecho de manera equitativa. Los países ricos están vacunando desde diciembre de 2020 y se encaminan hacia la inmunidad de grupo. Mientras, los más pobres apenas comienzan a recibir dosis y vacunar a la población de riesgo. Frente a esta realidad, la revista británica The Lancet publicó un artículo en el que lamenta que «una hermosa idea» como la iniciativa Covax «se haya quedado corta por culpa de los países ricos».
En principio el programa Covax, una alianza entre 190 países cuyo objetivo era garantizar el acceso equitativo a las vacunas que se lograran desarrollar contra la COVID-19, debía promover la solidaridad. Sin embargo, la revista científica considera que la «buena idea» terminó dependiendo de «la voluntad de los países ricos» para compartir sus dosis.
Sus fundadores [la Organización Mundial de la Salud, Comisión Europea y el Gobierno de Francia] lanzaron esta iniciativa en abril de 2020 junto a los grupos de defensa de las vacunas: la fundación Gavi y la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante Epidemias (CEPI). Desde ese momento, se forjó como un ambicioso plan para el desarrollo, compra y entrega de vacunas en un gran número de países, pero hasta ahora no ha tenido resultados halagadores
Una idea muy ambiciosa sin resultados
Desde su lanzamiento el Fondo de Acceso Global para vacunas, Covax, ha sido muy criticado. Tardó demasiado en despegar. Los países desarrollados han sido fuertemente criticados y acusados de «acaparar vacunas». En el artículo se menciona que estos países se han preocupado en vacunar a su población primero, incluso a los jóvenes y adolescentes, y han dejado un porcentaje ínfimo de vacunas sobrantes para compartir con los países en desarrollo.
«Desafortunadamente la iniciativa no dio los frutos esperados. Los países ricos se comportaron peor que en las peores pesadillas de cualquier persona», dijo el investigador Gavin Yamey de la Universidad de Duke, quien trabajó en el diseño de Covax.
El objetivo del Covax era distribuir 2.000 millones de dosis de vacunas para fines de 2021. Para cumplirlo bastaba con recibir donaciones de dinero y vacunas de los países más ricos y asignarlas equitativamente a los países más pobres en función de su población. Así no tendrían que preocuparse por la compra de vacunas para sus ciudadanos, pues los más ricos se encargarían de donar e invertir en la producción de más vacunas y más dosis.
The Lancet explica que Covax esperaba recoger dinero para invertir en el desarrollo de nuevas posibles vacunas, al tiempo que adquiría músculo financiero como comprador para reducir los precios a todos los participantes.
Los países más ricos dejaron relegados a los demás
El problema comenzó cuando las naciones desarrolladas comenzaron a cerrar acuerdos bilaterales directamente con las farmacéuticas para asegurar sus propias vacunas. La revista expone el caso de Estados Unidos, que había logrado siete acuerdos con seis compañías para agosto de 2020. De ahí obtendría 800 millones de dosis, suficiente para vacunar al 140% de su población, según datos de la Universidad de Duke.
Citan también al Reino Unido, que concretó cinco acuerdos que le alcanzarían para vacunar al 225% de su población. Mientras que la Unión Europea firmó dos acuerdos que le aseguraban 500 millones de dosis. Estas inversiones tempranas le permitieron a los países más ricos pelear entre ellos para ganarse los primeros puestos en inmunizar a la población, dejando a Covax como relegado.
Nadie está a salvo, a menos de que todos lo estemos
Aunque era de esperarse que los países más adinerados hicieran acuerdos por debajo de la mesa con las farmacéuticas, también se esperaba que de todas formas invirtieran una parte en el fondo Covax. Pero la mayoría de ellos no invirtió. «30 países pasaron por alto Covax e hicieron grandes acuerdos directamente con los laboratorios», asegura Yamey.
La iniciativa Covax aspiraba entregar 2.000 millones de vacunas a los países pobres para finales de 2021. Sin embargo, es poco probable que se logre alcanzar esa meta. Hasta el momento se han entregado más de 72 millones de dosis a 125 países. Pero eso es mucho menos de las 172 millones que debería haber entregado a estas alturas.
Actualmente más de 10 países han administrado el 75% del total de vacunas contra la COVID-19 que existen en el mundo. En cambio, en los países pobres, los trabajadores de la salud y las personas con enfermedades preexistentes esperan su dosis. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, calificó la situación «injusta y contraproducente», pero no asomó una iniciativa de la ONU.
La entrega de dosis se ha retrasado en parte a la dramática situación en la India, donde los funcionarios restringieron las exportaciones para proteger a su propia población. La rápida administración de las vacunas en todos los países es imprescindible para que el mundo esté a salvo. Ponerle fin a la crisis sanitaria implica vacunar al 70% de la población mundial.
Lea también: