Inundaciones extraordinarias sorprendieron en abril a los habitantes de las regiones fronterizas de Rusia y Kazajistán, sobre todo a los que viven en la cuenca de los ríos Ural (Oremburgo) e Ishim (que baña las zonas siberianas de Tiumén y Omsk y el norte de Kazajistán). Muchas de las cabañas y edificios de gran altura construidos a lo largo de las orillas del afluente en las últimas décadas sucumbieron a la fuerte corriente de agua.
Las inundaciones de primavera son algo común en Rusia. Sin embargo, las de este año se exacerbaron por el repentino inicio del clima cálido después de un invierno que trajo nevadas por encima del promedio. «Las inundaciones de primavera en Rusia y en el norte de Kazajistán, debido al derretimiento de la nieve, ocurren regularmente», precisa Maria Shahgedanova, profesora en la Universidad de Reading, en Inglaterra, que hizo referencia a los graves episodios de 1922, 1942 y 1957. Atribuye el evento a la variabilidad climática (en contraposición a un cambio a más largo plazo).
Pero la respuesta que den las autoridades a la situación medirá la preparación de Rusia ante la crisis climática que trae eventos extremos más frecuentes y destructivos a medida que se intensifica. Si no se destinan los recursos necesarios y no hay voluntad política para seguir una política sólida de adaptación al clima, este desastre de primavera se convertirá en la nueva normalidad.
La profesora Shahgedanova considera que las inundaciones las causó el exceso de nieve que se derritió muy rápido por un brusco aumento de la temperatura, pero no lo relaciona con el cambio climático. Afirma que «no hay una tendencia clara hacia un aumento en la frecuencia de las inundaciones en estas regiones, donde el exceso de lluvia genera anegaciones. «Contrariamente, al noroeste de Europa, donde las inundaciones son causadas por las precipitaciones invernales, que deberían aumentar con el cambio climático, el vínculo entre las inundaciones de 2024 en Rusia y el cambio climático es menos evidente», indica.
Mucha nieve y se derritió muy rápido
Este año, el espesor de la nieve superó la media en un 30%-60% y las temperaturas primaverales pasaron de temperaturas negativas a 17 ºC y 18 ºC en pocos días, que provocó un derretimiento muy intenso. Las lluvias que siguieron empeoraron una situación ya grave. Asentamientos enteros quedaron sumergidos bajo el agua y hubo miles de evacuados en regiones que van desde los Urales y el oeste de Siberia hasta el lejano Khabarovsk en el oriente. Bajo el agua quedaron cerca de 18.000 casas y 32.600 parcelas en 210 pueblos y ciudades rusas. Kurgan y Orenburgo fueron las más afectadas. Siete personas murieron.
Las inundaciones regionales fueron los peores de los últimos 75 años. En total más de 15.000 personas fueron evacuadas. Se declaró el estado de emergencia para la respuesta oficial y los esfuerzos voluntarios. En muchas regiones, ante la falta de ayuda oficial, los lugareños, los voluntarios y los servicios de emergencia trabajaron día y noche para construir una presa con grava, tierra y arcilla. Intentaban evitar que la inundación se extendiera. «Toda la ciudad se unió para construir presas con sacos de arena para proteger la ciudad», dijo una de las habitantes de Kurgan, en el oeste de Siberia.
Pero en algunos casos, funcionarios ordenaron desmantelar las presas y amenazaron con aplicar multas. El Ministerio de Recursos Naturales notificó que la construcción de presas debía basarse en cálculos de ingeniería y que las autoconstruidas eran ilegales.
Ayuda mutua
En la comunidad, muchas personas ayudaron en botes a rescatar a vecinos y animales varados, y organizaron refugios temporales y proporcionaron ayuda humanitaria. «La gente se ayuda mutuamente de todas las maneras posibles. Algunos con dinero, otros con manos, otros con bienes. Entregamos constantemente productos esenciales para que los que están en refugios temporales puedan lavarse y tener que comer», manifestó otra de las damnificadas. Las áreas inundadas también recibieron ayuda de otras partes de Rusia.
Funcionarios de Moscú visitaron las zonas afectadas y supervisaron los esfuerzos de rescate, mientras que los gobiernos regionales entregaron alimentos, agua y medicamentos. En la región de Kurgan, los funcionarios emitieron advertencias y lanzaron la evacuación con mucha anticipación. Los residentes en zonas propensas a inundaciones fueron vacunados contra el virus de la hepatitis A.
El gobernador Vadim Shumkoviks hizo reiterados llamados a los ciudadanos a través de Telegram para que evacuaran la zona. “Miles de personas trabajan incansablemente, pero no pueden ser completamente efectivos sin la ayuda de los afectados. No te escondas, no huyas de los grupos de evacuación y no regreses después de que se vayan”, publicó cuando la inundación era inminente en Kurgan.
Después reiteró: “Amigos ciudadanos, no podemos confiar en el azar o asumir que las inundaciones son manejables. Esto no es solo una inundación, es una amenaza real!”. Al principio, muchos se negaron a evacuar, muchos residentes asumieron que las autoridades exageraban el riesgo. Solo se dieron cuenta de que la situación era grave cuando era tarde.
Comunidad activa y alerta
El factor humano cuenta en el problema de las inundaciones. El ejemplo más notorio es la rotura de un dique en Orsk, una ciudad de 220.000 habitantes en los Urales. «El principal factor de la inundación es la naturaleza, pero también cuentan los problemas de construcción de los diques. Si bien protegen, también pueden elevar el nivel del agua al estrechar el río», dijo Mijaíl Bolgov, hidrólogo de la Academia de Ciencias de Rusia.
Dmitri Boldirev, defensor de los derechos humanos, expresó que el embalse aguas arriba podría haber absorbido parte de las aguas, pero ya estaba parcialmente lleno. «Los empleados se alarmaron desde enero cuando informaron a los responsables que empezaran a desaguar, pero ellos no quisieron. El año anterior no hubo suficiente agua. Está abierta una investigación por negligencia y violación de las normas de seguridad», añadió.
En Oremburgo, algunos habitantes también denunciaron que haciendo caso omiso a las disposiciones legales se construyeron grandes conjuntos habitacionales en zonas propensas a inundaciones.
EL DATO
Rusia es uno de los mayores emisores de dióxido de carbono del mundo. El calentamiento global avanza en el país 2,5 veces más rápido que la media mundial. En 2022, las emisiones de CO2 de Rusia fueron de 1.909,039 megatoneladas, un 1,22% menos que en 2021. Sin embargo, Rusia sigue siendo uno de los diez países más contaminantes en cuanto a emisiones de CO2.
Pasiones encontradas
Las opiniones sobre la respuesta del gobierno al desastre varía entre los afectados. Algunos creen que las autoridades de Kurgan manejaron de manera efectiva la crisis porque se anunció de antemano, todos se organizaron y se proporcionó toda la información. “Actualmente tenemos un buen gobernador. Realmente está haciendo algo por la región”, dijo una vecina.
En cambio, los lugareños de Orenburgo estaban menos satisfechos. En Orsk, una de las ciudades más afectadas, los residentes tomaron las calles el 8 de abril para exigir una compensación adecuada. Semanas después, una mujer criticó al alcalde Vasily Kozupitsa por la falta de asistencia adecuada durante su reunión con los residentes. “No podemos llegar a nadie, nadie responde. Te sientas allí y todo está bien para ti. ¡Tenga algo de conciencia por fin! Estás luciendo tu camisa blanca, impoluta, mientras hemos estado luchando durante dos semanas con el barro y el hambre sin dinero, sin nada”, reclamó.
Kozupitsa prometió compensaciones de 100.000 rublos (1.080 dólares) a cada individuo afectado en Orsk. El gobierno de la región de Orenburgo proporciona 100.000 rublos a los que perdieron completamente su propiedad. Las personas heridas por las inundaciones califican para pagos entre 200.000 ($ 2.160) y 400.000 rublos ($ 4.300). Las familias de los fallecidos pueden contar con 1 millón de rublos ($ 10.800).
No consideran crucial el cambio climático
Las aguas y la cobertura mediática disminuirán con el pasar de los días, pero miles de hogares quedarán en ruinas. Muchas familias carecen del dinero necesario para reconstruir sus casas. El apoyo financiero continuo del Estado sea vital, pero no está garantizado.
La ciencia climática asegura que las inundaciones serán cada vez más frecuentes y graves en un mundo en calentamiento. Los desastres naturales cada vez más frecuentes disminuyen las capacidades individuales para la adaptación, tanto financiera como psicológicamente. Una vez que una persona restaura su casa y su salud mental después de una inundación, el próximo incidente podría estar a la vuelta de la esquina y dejarla de nuevo en el punto de partida. Pero el cambio climático no se discute en las comunidades rusas. No existe.
En la Federación de Rusia no hay una fuerte demanda pública para que los responsable políticos aborden el cambio climático. La hay en cuestiones económicas, delictivas y de seguridad nuclear. Los científicos y activistas ambientalistas repiten una y otra vez que los rusos deben comenzar a hablar honestamente sobre la crisis climática. «No podemos seguir explicando las inundaciones y los incendios forestales con ficciones y falsas creencias «sobre armas climáticas, antenas climáticas en Alaska, pecados LGBT. Las empresas en Rusia deben tomar medidas preventivas. Como evitar la construcciones en áreas propensas a inundaciones, que deberían estar prohibidas por el gobierno», han declarado
Igualmente advierten que se deben tomar medidas inmediatas para evitar futuras catástrofes, como la revisión de la planificación urbana y las regulaciones de construcción de presas. La población tendrá que adaptarse al empeoramiento constante de las condiciones a medida que se intensifica el cambio climático global. Es probable que las próximas inundaciones establezcan nuevos volúmenes de daños.
Cambio, al menos en el discurso
Vladimir Slivyak, copresidente del grupo ambiental Ecodefense, afirmó que Rusia carece de planes viables de adaptación climática. «Los planes no pueden prevenir desastres, pero reducen significativamente sus consecuencias. Por ejemplo, tales planes podrían implicar inspeccionar represas en regiones para determinar dónde es necesario el refuerzo», manifestó.
Moscú no le importa la adaptación climática, por ahora. «En un país tan grande como Rusia, la adaptación es muy cara, pero con menos del dinero gastado en la guerra sería suficiente. Al no ser una prioridad del gobierno, no habrá grandes cambios; y la población continuará sufriendo el cambio climático», añadió.
El discurso oficial de Rusia se ha modificado conforme el aumento de temperatura se hace cada vez más notable. El Kremlin aplica una nueva estrategia contra el calentamiento global. Asegura que sigue los compromisos adquiridos en el marco de convenios internacionales y que sus emisiones para el año 2050 se habrán reducido en un 60% en comparación con los niveles de 2019, y en un 80% desde los de 1990.
En 2022 anunció que destinaría entre el 1,5% y el 2% de su PIB para alcanzar ese objetivo en los años 2031-2050. Además se propone lograr la neutralidad de carbono para 2060. La terca realidad dice que en el caso ruso, su absoluta dependencia de los combustibles fósiles no le permite mucho margen de maniobra para diversificar su economía.
No obstante, los voceros del Kremlin aseguran que ya empezó el proceso para reducir el peso de petróleo y gas en la economía, que el 70% del presupuesto no incluye los ingresos por petróleo y gas. Lo fáctico es que la dependencia de los ingresos de la industria de petróleo y gas es muy elevada.