Por Iñigo Aduriz
25/02/2018
Dominaron los campos de batalla durante más de un siglo y, como explica el diplomático Julio Albi, lo consiguieron por ser un modelo de unidad militar “que constituía un equilibrio perfecto entre las armas y una victoria de moral absoluta”. Fueron los tercios, las unidades “imbatibles” del Ejército español que entre los siglos XV y XVII dieron muestra de su superioridad en el campo de batalla. Albi publicó en 1999 De Pavía a Rocroi. Los tercios de infantería española en los siglos XVI y XVII, un libro que ahora reedita Desperta Ferro Ediciones y que plantea un recorrido por la historia de esos célebres soldados de infantería de la monarquía hispánica desde sus orígenes y nacimiento en los albores de la modernidad hasta su transformación con el cambio dinástico a comienzos del siglo XVIII.
El interés por reeditar la obra pilló por sorpresa a su autor, que daba el libro por amortizado. Sin embargo, le ha producido una “sorpresa agradable” comprobar que “hay un nuevo interés por la historia militar” que no existía cuando lo escribió, hace 19 años. Albi lamenta que el franquismo se apropiara de esa historia y que, una vez llegada la democracia, no se defendiera lo suficiente. Por eso reivindica un trabajo en el que aborda la organización de los tercios, su armamento y tácticas, la vida cotidiana de quienes los integraban, así como el espíritu de cuerpo, la disciplina y la experiencia de combate ya fuera en los mortíferos campos de batalla o en las trincheras de asedio.
Los dados de hierro
Como apunta la introducción a la primera edición, “Macedonia tuvo sus falanges. Roma, sus legiones. Y España, sus tercios”. Fueron las unidades que “salvan Viena y Malta, derrotan irremisiblemente al turco en Lepanto, en Nördlingen acaban con el legendario ejército sueco, entran por la brecha en Budapest, guarnecen París, navegan en la empresa de Inglaterra, luchan en el Norte de África y defienden en Flandes una imposible concepción del mundo”. En definitiva, “los tercios fueron, de principio a fin, la verdadera última ratio de los reyes de España, sus dados de hierro que, arrojados sobre una mesa de negociaciones o un campo de batalla, bastaban para ganar la partida”.
El siglo de los tercios
Forzado a comparar el mundo del siglo XVI y el actual, Albi –que es, además, académico de la Real Academia de la Historia– señala que “la vida de cualquier persona era entonces extraordinariamente más dura”, porque la población padecía “unas penalidades que ahora no seríamos capaces de soportar. Pero, según apunta, en el fondo, “las ideas y los conceptos eran muy similares a los actuales”. También explica que, aunque la guerra era “igual de despiadada” que la de las batallas actuales, sí existían “unos códigos que, si bien muchas veces se incumplían, normalmente se respetaban”, algo que “ahora se ha perdido por completo”. “En ese momento, si se producía una capitulación, sus condiciones eran respetadas, igual que si se producía una rendición”, apunta. Además, “la población civil normalmente no estaba sometida a horrores como los que vemos ahora, por ejemplo, en Siria”.