Las marcadas diferencias políticas entre Estados Unidos y el gigante asiático parecían no interferir en el mundo de la ciencia. Muchas investigaciones y hallazgos se han realizado en forma conjunta en beneficio del avance científico y para evitar repetir esfuerzos aislados. Publicaciones especializadas observan que las colaboraciones científicas EE UU-China han declinado antes y especialmente durante la pandemia. La represión, el miedo y las rivalidades han corroído esa apuesta común.
Los científicos han estado advirtiendo que las tensiones políticas entre China y EE UU, combinadas con la emergencia sanitaria, han afectado las colaboraciones de investigación entre los dos países.
La última evidencia proviene de un análisis realizado por el equipo de Nature en China. El equipo de noticias de esa revista científica es editorialmente independiente de su editor, Springer Nature. Los autores utilizaron InCites, una herramienta propiedad de la firma editorial y analítica Clarivate, con sede en Londres, para analizar artículos en coautoría internacional que se publicaron entre 2013 y 2023.
Descubrieron que en 2022, el número total de artículos en coautoría de investigadores de China y sus pares internacionales disminuyó por primera vez desde 2013. Esta proporción viene cayendo desde hace aún más tiempo. En su punto máximo, en 2018, el 26,6% (aproximadamente 110.000 artículos) de la producción de China en la base de datos InCites fue escrita en coautoría con colegas internacionales.
Para 2023, la proporción de artículos del país con pares internacionales había caído un 7,2%. A pesar de que el número total de artículos de China casi se duplicó a 759.000 durante el mismo período.
Colaboraciones científicas China-EE UU en descenso
Marina Zhang, investigadora de innovación especializada en China en la Universidad Tecnológica de Sídney, señaló que el último análisis muestra que la proporción de colaboraciones científicas entre EE UU y China ha ido disminuyendo en los últimos seis años. La pandemia exacerbó la tendencia a la baja, reseña Scientific American.
Las tensiones geopolíticas actuales entre Estados Unidos y China también han impulsado el declive. «Esto es especialmente preocupante para los investigadores», afirmó. La controvertida ‘Iniciativa China’ del Departamento de Justicia de EE UU, que se lanzó en 2018 para abordar el espionaje en la investigación y la industria, finalizó en 2022. La represión resultó en el arresto de varios científicos por sus vínculos con colaboradores o instituciones en China. Particularmente, avivó el miedo entre los investigadores de ascendencia china.
Desde entonces, el gobierno de Estados Unidos ha adoptado una serie de políticas centradas en reforzar la seguridad de la investigación. Y en julio de 2023, el gobierno chino implementó su ley revisada de contraespionaje, que amplió la definición de lo que constituye espionaje.
La represión contra la interferencia extranjera percibida tanto en Estados Unidos como en China está haciendo que los investigadores sean más cautelosos a la hora de colaborar, indicó Zhang. Las políticas restrictivas y el clima de miedo podrían acabar alejando el talento de determinados países y campos, provocando una “fuga de cerebros y una pérdida de capital humano valioso”, añadió.
Tensiones políticas y rivalidades
Este “efecto paralizador” sobre las colaboraciones científicas entre Estados Unidos y China ya está obstaculizando investigaciones influyentes, argumentó Tang Li, investigador especializado en políticas de ciencia e innovación en la Universidad Fudan en Shanghai, China.
Dijo que un estudio de 2024 examinó el efecto que las investigaciones sobre interferencias extranjeras en los Institutos Nacionales de Salud de EE UU tuvieron en los investigadores. Descubrió que los estadounidenses con colaboradores en China fueron menos productivos durante este período que sus colegas con socios científicos en otros países.
Zhang adicionó que los frágiles lazos de colaboración entre EE UU y China también podrían dar lugar a que los países realicen los mismos tipos de investigación por separado. En lugar de unir fuerzas y talentos para abordar problemas globales como el cambio climático, las pandemias y la seguridad alimentaria.
Lo más preocupante es que los países podrían priorizar cada vez más los intereses internos sobre la cooperación internacional. Seguramente, confió, esto podría convertir la investigación científica en un esfuerzo más nacionalista.
Las colaboraciones científicas de China con otros países también han disminuido desde 2020, pero no tan marcadamente como las vinculadas con EE UU. Tang argumentó que reactivar las colaboraciones entre ambos países es crucial. «Dados los crecientes desastres e incertidumbres globales, la humanidad no puede darse el lujo de perder el tiempo en rivalidades nacionalistas», sostuvo.
Otro estudio, denominado “Construyendo un Muro” examinó el estado de la internacionalización de la ciencia. “En las últimas décadas, la ciencia se ha vuelto más internacional en muchas dimensiones. La ciencia solía concentrarse en Occidente, pero hoy hay una comunidad científica mucho más internacional”, señaló Britta Glennon, profesora de gestión en la Wharton School de la Universidad de Pensilvania.
Sentimiento antichino
Como ejemplo indicó que muchos académicos son inmigrantes, así que ahí hay una comunidad muy internacional. Hay muchas más colaboraciones internacionales que antes. Y, cada vez más, las citas en artículos provienen de artículos producidos en otros países.
“Nuestro estudio demuestra en términos cuantificables cómo esta gran comunidad científica internacional se ve afectada por las tensiones geopolíticas entre estos países, que, desde un punto de vista científico, son los principales actores”, precisó Glennon.
Para el análisis, la experta y su equipo utilizaron el Open Research and Contributor ID, en el que los académicos publican sus currículum vitae. Construyeron una base de datos de 836.495 CV en campos STEM (de los 14 millones de CV de ORCID).
Emplearon métodos de aprendizaje automático que infieren el origen étnico a partir de los nombres. Pudieron clasificar a los científicos como «étnicamente chinos», que era el grupo de tratamiento. El grupo de control para esos análisis fue el complemento no étnico chino, que se obtuvo de estudiantes graduados y profesores de universidades del Reino Unido.
Los datos muestran que entre 2016 y 2019, los estudiantes de etnia china tenían un 16% menos de probabilidades de asistir a un programa de doctorado en EE UU que el grupo de control. Y más probabilidades de matricularse en universidades anglófonas de otros países, como Gran Bretaña, Canadá o Australia.
“Construir un muro” no incluye un componente cualitativo, indicó. Una explicación de la posición político-social empírica que han enfrentado los ciudadanos chinos y los estadounidenses de origen chino, desde 2016 contiene varias sugerencias sólidas sobre por qué un gran número de académicos chinos ahora se muestran tímidos de estudiar en EE UU.