Anuradha Koirala, una de las figuras más influyentes en la lucha contra el tráfico humano, revela su inspiradora historia e inquebrantable compromiso para salvar a miles de mujeres y niñas víctimas de la trata. “No es cuestión de corazón, es el dolor y la pena que has visto y oído”, dice
Maiti es una hermosa palabra del idioma nepalí que significa hogar de la infancia de una mujer. Además de ser una hermosa palabra que evoca recuerdos y una sensación de comodidad, Maiti es un concepto que muchas mujeres nepalíes llevan muy cerca de sus corazones.
Anuradha Koirala es una de las más destacadas activistas sociales y fundadora de Maiti Nepal, una organización sin fines de lucro que desde 1993 ayuda a sobrevivientes del tráfico sexual. Su misión es combatir la explotación, la violencia y la trata de mujeres y niños mediante programas integrales y de rehabilitación que promuevan la educación, el empoderamiento, la salud y la inclusión social con el objetivo de conseguir una sociedad libre de explotación sexual y de otras formas de explotación contra niños y mujeres.
En la actualidad, Maiti Nepal lleva a cabo una amplia gama de actividades entre las que se encuentran la organización de campañas de concienciación, programas de sensibilización comunitaria, operaciones de rescate, captura de traficantes, prestación de asistencia jurídica a los necesitados, programas de empoderamiento de la mujer, formación y suministro de terapia antirretroviral a niños y mujeres infectados por el VIH.
Además, Maiti Nepal también trabaja activamente para brindar justicia a las niñas y mujeres víctimas de trata mediante investigaciones penales y lleva adelante procesos judiciales contra los infractores. Durante casi tres décadas, la organización ha puesto de relieve de manera drástica el problema de la trata con una fuerte defensa a nivel global.
Maiti Nepal se ha ganado el reconocimiento internacional por su incesante activismo social y a sus continuos esfuerzos de rescate.
No quedarse de brazos cruzados
Anuradha, tu trabajo ayudando a niñas y mujeres nos ha tocado el corazón. ¿Podrías explicarnos cómo comenzó tan hermosa y necesaria misión?
El tráfico de niñas ha sido un problema en Nepal por más de 250 años. A lo largo de mi carrera como maestra, escuché muchas historias sobre niñas que desaparecían, y siempre me quedaba con una sensación de impotencia. Cuando Nepal se convirtió en una democracia, surgieron muchas ONG para enfrentar el problema, pero sentí que también tenía que hacer algo. Decidí fundar Maiti Nepal. No podía quedarme de brazos cruzados mientras nuestras niñas eran llevadas y vendidas.
De maestra te convertiste en activista. ¿Qué te impulsó a dar ese paso?
Cuando veía a las mujeres y niñas cerca de los templos, muchas pidiendo limosna, me acercaba a hablar con ellas. Quería saber por qué estaban allí. Les decía: “Tienen manos y piernas fuertes, pueden trabajar”. La respuesta siempre era la misma: “¿Qué podemos hacer?”. No tenían oportunidades. Entonces les ofrecí una idea: “Si les doy una pequeña tienda, ¿trabajarían en ella?”. Aceptaron, y así empezamos. Fue un pequeño paso, pero transformó sus vidas.
“No es fácil. Algunas niñas no quieren volver a la escuela después de lo que han pasado. Al principio, no querían estudiar, pero insistimos mucho. Le dijimos que la educación era su oportunidad de empezar de nuevo. Ahora, está siendo un ejemplo para otras niñas. Cada día les recordamos que tienen derecho a soñar, a tener una vida mejor. Proporcionarles educación y amor es clave para su recuperación”.
¿Cómo conseguiste los recursos para ayudarlas?
No fue fácil. En ese momento estaba sola con mi hijo pequeño, trabajando como maestra y con muy pocos recursos. Pero decidí arriesgarme. Invertí 10.000 rupias de mi propio dinero, lo cual era una cantidad significativa para mí. Compré productos para que las mujeres pudieran vender en esas pequeñas tiendas que montamos. Aunque no tenía mucho, el compromiso y las ganas de ayudar fueron mi motor.
Principal motor: ganas de servir
Hablando de las niñas a las que has rescatado, mencionaste un caso concreto de una de las sobrevivientes. ¿Puede contarnos más?
Tenía solo 12 años cuando la rescatamos. La habían llevado a la India, donde sufrió terriblemente. Recuerdo que fue golpeada tantas veces que cojeaba cuando la encontramos. Además, en esos tiempos el VIH/sida era una amenaza muy grande, y esta niña también fue diagnosticada con VIH. A pesar de todo lo que ha sufrido, es una sobreviviente. La trajimos de vuelta a Nepal, la pusimos en tratamiento y le dimos apoyo emocional. Es una de las niñas más fuertes que he conocido.
Suena desgarrador. Has mencionado en otras ocasiones que también has tenido momentos muy difíciles en las comisarías cuando intentabas rescatar a niñas. ¿Puedes contarnos algún caso en particular?
Uno de los casos más difíciles fue el de una niña que estaba en la clase 8, tendría unos 13 años. Un traficante había hecho un trato con un hombre para venderla en un hotel. La niña, valientemente, se negó, pero el traficante no aceptó el rechazo. Esa noche, la golpeó brutalmente y le cortó el cabello con una cuchilla. Cuando llegué a la comisaría, la niña tenía 19 puntos de sutura en la cabeza y el cuerpo.
Derecho a soñar y a tener una vida mejor
Me imagino que estas experiencias dejan una marca muy profunda. ¿Cómo logras que estas niñas continúen con sus vidas después de tanto trauma?
Verla en ese estado me llenó de ira e impotencia. Le dije al traficante: “Si querías hacerle daño, ¿por qué no usaste un cuchillo más grande? Las cicatrices que le dejaste durarán toda su vida”. Fue uno de los momentos más duros que he vivido, pero también reforzó mi determinación de luchar contra estos crímenes.
No es fácil. Algunas niñas, como el caso citado, no quieren volver a la escuela después de lo que han pasado. Al principio, esta niña no quería estudiar, pero insistimos mucho. Le dijimos que la educación era su oportunidad de empezar de nuevo.
Ahora, está siendo un ejemplo para otras niñas. Cada día les recordamos que tienen derecho a soñar, a tener una vida mejor. Proporcionarles educación y amor es clave para su recuperación.
Además de rescatar a estas niñas, tu organización también ha logrado que muchos traficantes sean encarcelados. ¿Cómo ha sido ese proceso?
En Nepal hemos logrado que más de 21.000 traficantes sean condenados a penas de hasta 20 años de cárcel. Pero no solo se trata de los traficantes, también estamos luchando para que los consumidores de estas redes sean penalizados. Hemos trabajado muy de cerca con el sistema judicial para asegurar que estas personas enfrenten las consecuencias de sus crímenes. No es suficiente con rescatar a las niñas, también debemos asegurarnos de que los responsables paguen por lo que han hecho.
EMPODERAMIENTO. Como sobreviviente de la opresión, Koirala quería empoderar a las mujeres. «No mendiguéis, haced algo. Vosotras tenéis la capacidad», solía decirles a las mujeres nepalíes
Cada vez más jóvenes, más niñas
¿Cómo está la situación ahora? ¿El problema ha mejorado?
Lamentablemente, ha empeorado. Antes, el tráfico se limitaba a algunos distritos y se centraba en el cruce de la frontera con la India. Ahora, está ocurriendo dentro de Nepal, y las víctimas son cada vez más jóvenes. Niñas de 12 o 13 años están siendo explotadas. Los traficantes ya no solo usan burdeles, sino también clubes nocturnos y hoteles. La situación es mucho más compleja, y las víctimas son cada vez más vulnerables.
¿Qué podemos hacer para enfrentar el problema de los consumidores? ¿Aquellos que compran y explotan a estas niñas?
El consumidor es tan culpable como el traficante. En Nepal, estamos trabajando para que los consumidores también sean penalizados. No se trata solo de capturar a los traficantes, sino de responsabilizar a quienes alimentan este sistema explotador. En otros países, los gobiernos también deben actuar para penalizar a los consumidores. El tráfico de personas no es solo un problema de Nepal, es un problema mundial.
Es impresionante el trabajo que estás haciendo. ¿Qué mensaje te gustaría dar a nuestra audiencia sobre cómo pueden ayudar en esta lucha?
Mi mensaje es claro: todos debemos unirnos para luchar contra el tráfico de personas. Es un crimen que destruye vidas y no podemos ignorarlo. Tenemos que proteger a nuestras niñas, porque son el futuro. Cada persona puede hacer la diferencia, ya sea creando conciencia, donando o ayudando a rescatar a estas niñas. Necesitamos que todos nos apoyen en esta lucha.