Tras décadas de desarrollo y después de haberse lanzado el pasado 25 de diciembre, el telescopio espacial James Webb ha llegado a su destino y comienza una nueva era para la astronomía. Durante toda la misión permanecerá en el punto L2 Lagrange, un lugar gravitacionalmente estable a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra. Falta poco tiempo para que el observatorio de 10.000 millones de dólares comience su trabajo científico. Mientras tanto, el equipo del James Webb debe poner manos a la obra en dos tareas especiales.
¿Qué sigue para el telescopio espacial Webb?
Primero buscarán alinear con precisión los 18 segmentos hexagonales que componen el espejo primario de 6,5 metros del Webb, un proceso exigente que puede demorar hasta tres meses. Los científicos señalan que para llevar a cabo esta primera tarea la superficie colectora de luz resultante debe ser casi perfecta.
«Si el espejo primario terminado fuera del tamaño de los Estados Unidos continentales, la protuberancia más grande tendría solo una o dos pulgadas de alto», dijo Amber Straughn, la astrofísica de la NASA que se desempeña como directora de comunicaciones científicas del proyecto Webb.
Esta labor comenzará la próxima semana. Desde que Webb llegó a su punto de operaciones, los trabajadores revisan su óptica y que los instrumentos asociados se hayan enfriado lo suficiente como para continuar los trabajos de alineación del segmento del espejo.
Para que la alineación del espejo sea exitosa, el equipo enfocará cada uno de los 18 segmentos primarios del espejo en una estrella distante y brillante: una estrella similar al Sol conocida como HD 84406 que forma parte de la Osa Mayor. Posteriormente, alinearán el espejo principal con el secundario de 0,74 metros de ancho. Lo cual marcará el final del gran trabajo del espejo. Se espera que para dentro de cinco meses lleguen las primeras imágenes científicas del Webb
Alertan sobre el peligro de contaminar el cielo
Lo que se está logrando con el telescopio espacial Webb es algo histórico. Sin embargo, existen preocupaciones de que ya en el pasado algunas observaciones astronómicas de este calibre se han visto obstaculizadas y prácticamente se les está estropeando la vista.
Karel Green, columnista colaboradora de Physics World y estudiante de doctorado en astrofísica en la Universidad de Nottingham, en el Reino Unido, plantea la preocupación. En su columna «El peligro de contaminar el cielo nocturno» Green reflexiona sobre los esfuerzos espaciales privados. Aunque son bienvenidos, no se deben ignorar las inconveniencias sociales y éticas que plantean.
Pone como ejemplo que desde 2015 SpaceX, la empresa estadounidense fundada por el magnate Elon Musk, lanza satélites en órbita terrestre baja que pertenecen a la “megaconstelación” Starlink. Para los años 2019 y 2020, la compañía lanzó cientos de los 12.000 satélites planificados a la órbita terrestre baja. Teniendo como objetivo final que la matriz transmita la señal de Internet en todo el mundo.
Los vuelos privados al espacio y sus efectos negativos para el planeta
Los satélites Starlink son mucho más grandes que otros objetos a altitudes similares. Además, su matriz es mucho más reflectante de lo que esperaban los ingenieros. Un gran problema para los astrónomos durante varios meses. Múltiples organizaciones astronómicas, tanto profesionales como amateurs, mostraron el impacto que estaban teniendo en las observaciones. Elevaron la queja.
En su momento, los fabricantes de satélites tomaron algunas medidas para reducir el impacto. Incluso agregaron una capa antirreflectante adicional o una sombrilla adicional, pero no demostraron ser muy efectivas. La situación, sumada a que se están registrando condiciones climáticas extremas sin precedentes en todo el mundo, seguirán causando daños irreparables al medio ambiente.
Para Green, esto se podría evitar, pues es un «simple capricho». Las cifras indican que alrededor de 60 satélites Starlink son reemplazados cada mes. Por su parte, los vuelos de cohetes al espacio que hacen los magnates como Musk, Bezos y Branson duran solo 11 minutos y emiten 100 veces más dióxido de carbono que los vuelos de las aerolíneas.
En conclusión, la contaminación causada por tales esfuerzos no es una buena noticia para revertir los efectos de calentamiento global a mediano plazo. Si bien, aunque sus proyectos multimillonarios continúan ampliando los límites de la ciencia planetaria y son el perfecto ejemplo del progreso y la modernidad, solo traen consecuencias negativas para el planeta. «El espacio no debería convertirse en un salvaje oeste para los ricos estrambóticos», concluye Green.