El sector pesquero en el sur de España está decidido a crecer, expandirse y perfeccionar el método de atrapada de los llamados peces azules que abundan en la región. En el estrecho de Gibraltar están aplicando la técnica japonesa Ikwe JIme, del que casi nadie había oído hablar hace apenas cinco años, para reducir el sufrimiento del atún .
El estrecho de Gibraltar conecta el mar Mediterráneo con el océano Atlántico y separa el extremo sur de España del norte de África. El canal tiene 58 km de longitud y 13 km de ancho entre la punta de Tarifa y la punta Cires (Marruecos). Allí está Juan Carlos Mackintosh, propietario de una pesquería. Hace años giró su mirada hacia otro estrecho a miles de kilómetros, el de Tsugaru ,en Japón. En esa localidad costera emplean la técnica Ikwe Jime para pescar el preciado atún rojo, conocido como Hon-maguro.
«De Tsugaru viene el mejor atún del mundo y es igual que Tarifa (Cádiz). Tiene una isla, es muy ventoso, hay mucha corriente, es un estrecho», describe Mackintosh 20minutos. Su empresa de pesquería ha adoptado la técnica Ike Jime de captura y sacrificio del atún, que ha revolucionado al sector en otra zona de tradición atunera, el estrecho de Gibraltar.
La pesquería familiar tarifeña tiene tres barcos y en ella también trabaja el hijo de Juan Carlos, Daniel, y ha creado su propio método basado en la técnica que Mackintosh aprendió. En el centro de todo, según explica, está «evitar que el pez sufra», con tal fin, antes de subirlo a bordo se le administra una pequeña descarga eléctrica que lo aturde .
Pesca del atún estrecho de Gibraltar
Esta técnica en la pesca de atún se practica en el estrecho de Gibraltar no solo por compasión con el animal. También para evitar que al coletear mientras se asfixia en la cubierta del barco segregue el ácido láctico, que oscurece su carne y le agrega un sabor metálico. Luego se le introduce un alambre por la médula. En la misma cubierta, el pez es desangrado, eviscerado e introducido en unas cubetas con hielo que garantizan su perfecta conservación.
«Al principio, en Tarifa, se reían de nosotros. Decían que creíamos que descubriríamos América», recuerda Mackintosh. «Ahora, en teoría, todo el atún que sale de Tarifa es Ikwe Jime, porque te pagan más. Pero nadie hace las cosas como lo hacemos nosotros. Unos hacen unas cosas, otros otra, pero nadie hace el proceso completo y, al final, la mentira tiene las patitas muy cortas», recordó.
Aunque para muchos ese sistema sigue siendo doloroso para el pez, para otros es un logro. Es un método de pesca sostenible y artesanal en un tiempo en el que un 34,2% de las pesquerías en el mundo se encuentran en un estado de explotación por encima de sus niveles de sostenibilidad, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
Su proceder le valió a Juan Carlos Mackintosh una premiación. Su pesquería de atún rojo es la primera en España en recibir el prestigioso sello azul de pesca sostenible otorgado por la ONG internacional Marine Stewardship Council (MSC).
Sostenibilidad en alta mar
«El derecho de pescar conlleva la responsabilidad de asegurar que esos recursos marinos se van a mantener para el futuro. Tienes que asegurar que no agotes esas especies y en MSC llevamos 25 años promoviendo el concepto de pesca sostenible para combatir la sobrepesca», explicó Laura Rodríguez, directora de MSC para España y Portugal.
A los esfuerzos de organizaciones como MSC se ha sumado la ONU, con el acuerdo alcanzado el 6 de marzo para firmar un tratado que preserve la altamar con el fin de proteger el 30% del océano en 2030. Aunque la pesca del atún rojo del Estrecho de Gibraltar se realiza en aguas españolas, esta especie es conocida por sus largas migraciones. Por tanto, la regulación n tendría efectos positivos para la salud futura de los caladeros nacionales.
«Se habla de ‘océanos’, pero, realmente, todo el océano está conectado. Y en concreto, en altamar se estima que hay 290.000 especies. Y todas las rutas migratorias de cetáceos, de especies como el atún y tiburones se producen en alta mar», indicó Rodríguez. «Proteger las aguas internacionales también va a tener una incidencia en que luego, en las áreas costeras, se pueda tener también una biodiversidad en buen estado de salud”.