Los bosques tropicales intactos son grandes aliados para almacenar y secuestrar las enormes cantidades de carbono que se emiten a la atmósfera. También tienen un papel crucial en la protección de la biodiversidad y el suministro de agua. Sin embargo, la deforestación de estas selvas sextuplicó las emisiones de CO2 a la atmósfera en trece años.
Este impacto, cuantificado por un equipo de investigadores liderado por la Universidad de Queensland (Australia), supone una afectación climática mayor de lo que se pensaba para el planeta.
Esas grandes franjas ininterrumpidas de bosques primarios, que están libres de daños antropogénicos (derivados de la actividad del hombre), representan menos de una cuarta parte de la cubierta forestal restante de la Tierra. Y están desapareciendo en forma alarmante.
Sostiene el estudio que los efectos del carbono por la pérdida de bosques tropicales vírgenes han sido infravalorados. El impacto climático de la tala selectiva, la expansión agrícola, las infraestructuras y los incendios en los bosques tropicales entre 2000 y 2013 se subestimó en un 626%.
Este informe, publicado en la revista Science Advances, contó también con la participación de la Universidad de Oxford y la Sociedad Zoológica de Londres (Reino Unido). Así como las Universidades de Maryland (EE UU) y de Columbia Británica (Canadá) y el Instituto de Recursos Mundiales.
Los autores observaron que la tala directa de bosques tropicales intactos representó un 3,2% de las emisiones brutas de carbono de toda la deforestación en los bosques tropicales. Pero advirtieron que no se tuvieron en cuenta otros factores, como la eliminación de carbono no recuperado. Es decir, el secuestro de carbono que ocurriría anualmente en el futuro si el bosque dañado hubiera permanecido intacto. Como tampoco la tala selectiva, los efectos de borde o la extinción de especies.
Bosques tropicales no tan intactos
Los investigadores procedieron a calcularon todos los elementos antes citados. Consideraron que con vistas a 2050, el impacto neto del carbono resultante de la pérdida de bosques tropicales intactos entre 2000 y 2013 aumentó en un factor de 6, o sea se sextuplicó. Pasando de 340 millones de toneladas de carbono a más de 2.000 millones de toneladas, el equivalente a aproximadamente dos años de emisiones del cambio de uso de la tierra a nivel mundial.
“Nos sorprendió ver que, al considerar todos los factores disponibles, el impacto neto de carbono fue más de seis veces peor para el clima”, apunta Sean Maxwell, de WCS y la Universidad de Queensland.
Argumenta que “nuestros resultados revelan que la destrucción continua de los bosques tropicales intactos es una bomba de relojería para las emisiones de carbono. Hay una necesidad urgente de proteger estos paisajes porque su papel es indispensable para estabilizar el clima”.
Estas cifras son conservadoras, señala el estudio. Y asegura que se necesita “urgentemente” un análisis comparable con el resto de bosques fuera de los trópicos, como los boreales de Canadá y Rusia. Debido a que gran parte de las extracciones de carbono en los ecosistemas intactos ocurre fuera de los bosques tropicales.
En total, precisa el texto, entre 2007 y 2016 los bosques del mundo absorbieron alrededor del 28% de las emisiones causadas por el ser humano, de los cuales casi la mitad corrió a cargo de los tropicales.
Bosques cada vez más vulnerados
La investigación refiere que en 2013 quedan 549 millones de hectáreas de bosque tropical intactas en todo el mundo. Sólo un 20% de los bosques tropicales puede considerarse así. Pero esas áreas almacenan alrededor de un 40% del carbono sobre el suelo que se encuentra en todos esos ecosistemas situados entre los trópicos.
Tom Evans, de WCS y coautor del estudio, explica que “el valor relativo de retener áreas de bosque tropical intacto aumenta si uno toma una visión a más largo plazo. Y considera el estado probable de los bosques del mundo para mediados de siglo”.
Reitera en que la expansión agrícola, la tala, la infraestructura y los incendios redujeron la extensión global de los bosques intactos en un 7,2% entre 2000 y 2013. Pero las posibles emisiones de carbono bloqueadas por estas pérdidas no se habían calculado hasta ahora de manera exhaustiva.
Al menos un 35% de los bosques primarios estudiados son el hogar de pueblos indígenas y están protegidos por estos. Estos ecosistemas proporcionan niveles excepcionales de servicios ambientales porque protegen las cuencas mejor que los que están degradados. Devuelven al aire la humedad que cae en regiones distantes en forma de lluvia y ayudan a mantener un gran número de especies a salvo de la extinción.
Los responsables de la investigación instan a la clase política a proteger estos paisajes debido a su importante papel en la estabilización del clima. «Deben tener más en cuenta los impactos climáticos de los daños a los bosques y los beneficios de su conservación», insisten.