Desde septiembre de 2020 la sequía en el sur de Madagascar ha empeorado, lo que ha traído una grave situación de hambruna en la región. Hasta el 80% de los habitantes de ciertas zonas han adoptado medidas de supervivencia desesperadas, como comer insectos, raíces silvestres y una mezcla de arcilla blanca con jugo de tamarindo. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU ha alertado que en total se necesitan 74 millones de dólares para los próximos seis meses y así evitar que las familias sigan pasando hambre y se pierdan vidas.
La situación es alarmante. El Ministerio de Sanidad de Madagascar ha dicho que ya hay 1,3 millones de personas necesitadas de asistencia alimentaria. También, estima que un 16,5% de los niños menores de cinco años se encuentran en situación de emergencia nutricional. Un dato que casi duplica al de hace solo cuatro meses. Pero en distritos como Ambovombe, el porcentaje se dispara hasta el 27%.
El director de operaciones del PMA, Amer Daoudi ha declarado que la magnitud de la tragedia «va más allá de lo que se pueda pensar». Además, señala que si no revertimos esta crisis, si no conseguimos comida para la gente del sur de Madagascar, será una verdadera catástrofe para las familias de la región.
Una sequía que no acabará pronto
Lo más trágico es que no se prevé que la temporada de sequía finalice pronto. Theodore Mbainaissem, jefe de la oficina del PMA en Ambovombe dijo que el futuro parece «aún más catastrófico». Cinco de los últimos seis años han visto lluvias por debajo del promedio en el extremo sur del país. La gravedad de la sequía actual no se ha visto desde 1981 y se ha ido acumulando durante los últimos tres años. Además, se espera que el