Médicos del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago, en Galicia, observan secuelas en pacientes que superaron la COVID-19. Tras las consultas evaluativas, han detectado cansancio extremo y trastornos del sueño en algunas personas contagiadas y han sido dadas de alta.
Chus Domínguez Santalla, médico internista en ese Complejo Hospitalario, explica los hallazgos encontrados en nueve decenas de pacientes vistos.
Señala que desde el 4 de junio ha examinado a estos infectados durante el proceso de curación y luego en el restablecimiento. Dice que no solo se resienten los que han estado en críticos, también los que han tenido un ingreso convencional.
“No están al cien por cien. No todos. Pero digamos que un 40%”, explica el especialista en enfermedades infecciosas. Y advierte que la astenia es habitual, “una fatiga que no se corresponde con la actividad que acaban de hacer”.
Aquellos que han pasado por cuidados intensivos normalmente presentan amiatrofia, atrofia de los músculos. Así como el síndrome tipo que sucede al paso por la UCI que es la polineuropatía. Es decir, desórdenes de nervios periféricos que pueden incluir pérdida sensitiva o debilidad muscular del enfermo crítico.
Los que lo han pasado peor caminan además con mucha dificultad y precisan que se les eche una mano para la realización de tareas.
Esta facultativa remarca que lo que cuenta no entiende de edades, pues lo mismo lo percibe en pacientes jóvenes que en otros que son mayores. “Y a pesar de que en algunos casos, desde el alta, hayan transcurrido más de dos meses”.
La doctora explica en entrevista a Efe que un 30% de los ya despachados “muestra todavía algún síntoma respiratorio”, como tos o sensación de falta de aire. A pesar de que la radiografía refleje que se ha normalizado, subraya. Cuando detectan esto, lo que hacen es mandarlos además a una consulta específica de neumología para que les hagan estudios más dirigidos, pruebas funcionales, espirometrías, y, si hiciese falta, un TAC.
Superada la COVID-19 quedan trastornos del sueño y cansancio extremo
Chus Domínguez comenta que las evaluaciones prosiguen en esta etapa por conocer los alcances del virus en el organismo. Y dar explicaciones de cómo superada la COVID-19 persisten algunos trastornos.
Por ejemplo, “quisiéramos dilucidar cuáles de las molestias son simplemente de lenta resolución y cuáles se van a cronificar. Con la esperanza de que lo normal sea que se recuperen completamente. Y ocurra lo primero, aunque tarden más en hacerlo”.
Sostiene, además, que “muchos tienen trastornos del sueño y están frágiles emocionalmente. Y yo tampoco sé qué porcentaje de esto es debido a la situación que hemos vivido todos con el confinamiento. A la que hay que sumarle el estar ingresados en un hospital algunas semanas, solos en una habitación, y con dificultad para comunicarse”.
Pese a descansar ya en sus domicilios, “muchos siguen narrando sus dificultades para conciliar el sueño. Así como que se emocionan fácilmente y sollozan con frecuencia, por lo que el aspecto emocional tampoco lo tienen controlado.
La mayoría relata, asimismo, un episodio que está relacionado con cualquier proceso de tensión importante y se trata de la alopecia, se les cae el pelo. “No creo que sea directamente un efecto del SARS–CoV–2 y sí en cambio del estrés al que han estado sometidos”, afirma esta sanitaria.
“El cuadro de desentrenamiento” es palpable, agrega. Las consecuencias de ciertas medicaciones, como los corticoides, que producen mucha atrofia.
“Muchos tienen una pérdida de masa muscular considerable y necesitan volver a aprender a dar pasos. Varios de los que he visto estos días ya son capaces de hacerlo solos y otros necesitan venir acompañados por un familiar. Estos no son muchos, por suerte”.
En la nueva normalidad, Domínguez pide no bajar la guardia. “Hay que ser muy cautos con los movimientos entre países, comunidades e incluso provincias que tengan distinta situación epidemiológica. Ahí tenemos que extremar la vigilancia”.
Cree importante la premura en el inicio de la campaña de vacunación de la gripe para que en otoño no se produzcan equívocos, pese a las pruebas diagnósticas para identificar la COVID–19.
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