Físicos del Instituto Meteorológico de Finlandia desarrollan una idea que se salta las investigaciones convencionales. Colonizar un lugar fuera de la Tierra que no sea la Luna ni Marte. Pekka Janhunen, jefe del equipo, sugiere que seres humanos habiten un satélite gigante que orbita a Ceres, el planeta enano.
Muchos científicos espaciales han notado las dificultades y peligros de intentar colonizar la Luna o Marte. Ambos tienen entornos extremadamente hostiles y resultaría difícil montar una suerte de campamento permanente para realizar investigaciones.
En efecto, algunos expertos han promovido la idea de construir una estructura lo suficientemente grande como para albergar a decenas de personas en algún lugar del espacio. Hacerlo sería un reto que desborda el límite entre lo real y lo ficticio. Pero tan descabellada propuesta no cesa en la cabeza de muchos. ¿Cómo se haría su construcción, dónde residiría la estructura? ¿Cómo proteger a las personas de la radiación solar, la gravedad?
Con todo rigor, Janhunen propone en el artículo que publicó en arXiv que Ceres sería un lugar ideal para colocar tal estructura, que lo convertiría en un satélite.
A Ceres se le conoce como el planeta enano y el objeto astronómico más grande del cinturón de asteroides. La región del sistema solar que se encuentra entre las órbitas de Marte y Júpiter. Su diámetro de aproximadamente 945 km lo convierte en el trigésimo tercer objeto conocido más grande del sistema solar.
En tal sentido, el físico adelanta que la órbita estaría cerca de Ceres. Lo que permitiría que un gigantesco ascensor espacial pudiera transportar material desde la superficie al satélite para su construcción y reabastecimiento. Ceres tiene más que suficiente nitrógeno, agua y dióxido de carbono para sustentar tal empresa.
Ceres el planeta enano: mezcla de realidad y ficción
El gran hábitat humano podría actuar como base para una mayor exploración del cosmos, sostiene Janhunen. Y podría, incluso, construirse con materiales extraídos de Ceres.
La propuesta es un ejemplo de realidad que imita la ficción. Los investigadores proponen una megaestructura que orbite a Ceres. El megasatélite tendría forma de disco, compuesto de pequeños satélites giratorios. Estos, a su vez, se unirían entre sí mediante ataduras magnéticas.
Para generar una gravedad artificial similar a la de la Tierra, consideran hacer girar la enorme estructura alrededor de Ceres. El hábitat tendría que lograr una rotación completa alrededor del planeta enano en 66 segundos para mantener su gravedad artificial.
Se trata de una idea inimaginable, pero que ya cuenta con cálculos, cifras y planeamiento. Para el transporte alrededor de la megaestructura, Janhunen y sus colaboradores piensan en vehículos tipo tren Maglev. De esta manera, podría enlazar el hábitat y mantener la colonia humana conectada.
Una gran ventaja de Ceres, el planeta enano, sobre la Tierra es que no hay desastres naturales y posee suficiente espacio para los humanos. De esta manera, el asentamiento podría actuar como una base desde la cual se podrían explorar los confines del espacio.
“Tener un asentamiento en Ceres, con gravedad artificial, permitiría el crecimiento más allá del área de vida de la Tierra. Proporcionaría un fácil viaje dentro del asentamiento y una densidad de población razonablemente baja de 500/km2”, indican.
Conociendo Ceres desde la sonda Dawn
En 2007, la NASA lanzó la sonda espacial Dawn, con el propósito de visitar los dos objetos más grandes del cinturón de asteroides, Ceres y Vesta. Situados entre Marte y Júpiter. La sonda dejó de comunicarse con la Tierra en 2018 y terminó una misión histórica que investigó el amanecer del Sistema Solar.
El combustible de hidrazina de la nave se agotó. «Permanecerá orbitando alrededor de Ceres más de 20 años. Con un grado de probabilidad muy alto, más de 50 años», dijo Marc Rayman, el director e ingeniero jefe de la misión Dawn.
Entre otras cosas, Dawn demostró lo importante que fue la ubicación en la formación y evolución de los objetos en los comienzos del Sistema Solar. Además, reforzó la idea según la cual los planetas enanos pudieron tener océanos durante una parte importante de su historia y puede que aún los tengan.
La propuesta de ciencia-ficción podría actuar como un peldaño hacia la consecución de los viajes interestelares.
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