Lograr el apoyo para conseguir la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado se ha convertido en el gran objetivo del gobierno de Pedro Sánchez. Cualquier prenda que se entregue a cambio es poca. La semana pasada se armó el escándalo cuando se supo que el PSOE pactaría con EH Bildu. Barones e históricos socialistas anunciaron una rebelión. Pero el presidente respondió con reclamos. Por eso no extraña que se anuncie un nuevo acuerdo, esta vez con PNV, que echa por tierra los impuestos al diésel. El medio ambiente puede esperar, los PGE no.
El anuncio llegó por intermedio del portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban. La formación acordó con el Gobierno la aprobación de cuatro enmiendas a los Presupuestos Generales para 2021. Los cambios incluyen la eliminación del impuesto al diésel, un plan renove para la industria y varias inversiones para el País Vasco, que acercan a los nacionalistas a un pacto definitivo de apoyo a las cuentas públicas.
No es un apoyo definitivo
Sin embargo, Esteban aclaró que ese acuerdo no implica un apoyo definitivo de su partido a las cuentas públicas, pero sí lo facilitan. Reconoció la necesidad de avanzar en una fiscalidad verde. Pero alertó que aplicar una subida al diésel en el actual momento de crisis «podría suponer la desaparición de muchos, miles de puestos de trabajo».
Esteban opina que «precipitar esta medida y ponerla en vigor no es nada beneficioso. Nos vimos sorprendidos que hubiese sido presentada, pero felizmente hemos llegado al acuerdo de que se cambie».
Además de la supresión del impuesto al diésel, el PNV pactó 50 millones para la industria de la máquina herramienta, 6 millones para el soterramiento de Zorroza, en Bilbao, y la creación de una nueva figura contractual para el desarrollo de la formación dual universitaria.
Negociar es ceder
La subida del impuesto al diésel formaba parte del pacto de investidura con Unidas Podemos. Fue incluida luego, en el acuerdo presupuestario. Pero el PSOE le restó importancia a su eliminación. Contar con solo155 diputados, los ha colocado en la posición de que «negociar es ceder».
Sin embargo, este anuncio podría herir las sensibilidades de los diputados más preocupados por el medio ambiente. «La contaminación atmosférica mata cada año a más de 40.000 personas de forma prematura. ¿En serio vamos a seguir subvencionando uno de los combustibles que más contribuye a esa contaminación?», preguntó la diputada de Más País-Equo, Inés Sabanés, en su cuenta de twitter. Los 3 votos de esta formación podrían ser decisivos.
Lo que representa esta eliminación
En la propuesta de aumento del impuesto, el tipo impositivo pasaba de los 30,7 céntimos actuales a 34,5 céntimos el litro. La cifra aún estaba por debajo de los 40,07 céntimos con que está gravado el consumo de gasolina. La diferencia entre ambos, por tanto, seguiría siendo a favor del diésel, pero en 5,57 céntimos de euros, en lugar de los actuales 9,37.
La aplicación del impuesto hubiese supuesto un incremento de 38 euros por cada 1.000 litros, es decir, 3,45 euros más al mes para un consumidor que haga unos 15.000 kilómetros al año. Con la subida de la tributación del diésel el Gobierno esperaba recaudar cada año unos 500 millones de euros adicionales.
El medio ambiente puede esperar
Pero más allá de los cálculos financieros, el valor real de este impuesto debe ser medido en función de su impacto ambiental. Se calcula que alrededor de 30.000 personas murieron en España por contaminación atmosférica en 2019. El 94% de la población sigue respirando aire contaminado con niveles superiores a los recomendados. Una situación que afecta a cerca de 44 millones de personas y al 88% del territorio español.
La principal fuente de contaminación en las áreas urbanas, donde vive la mayor parte de la población, es el tráfico motorizado. Entre los contaminantes atmosféricos más problemáticos para la salud y el ambiente están las partículas en suspensión (PM10 y PM2,5), el dióxido de nitrógeno (NO2) y el dióxido de carbono (CO2). El diésel tiene un notable impacto en los altos niveles de estos componentes en el aire de las ciudades.
Greenpeace manifestó su más enérgico rechazo a esta decisión, que, a su juicio, «afecta negativamente la salud pública e impulsa las emisiones contaminantes generadas por una tecnología obsoleta y en claro retroceso dentro del sector del automóvil».
La organización ecologista recordó que el diésel es el principal responsable de la mala calidad del aire en entornos urbanos y que seguir promoviendo su uso impide garantizar un aire limpio. «El primer paso para lograr una transición ecológica requiere equiparar la fiscalidad del diésel y destinar esos fondos a facilitar una movilidad sin emisiones para todas las personas».
Los pactos como un fin
Que el Gobierno de coalición haga a un lado los compromisos ambientales para avanzar los Presupuestos Generales del Estado no debería causar sorpresa. Si algo ha dejado claro la gestión de Pedro Sánchez es que cualquier posición previa, por firme que haya sido, puede cambiarse en un abrir y cerrar de ojos.
Las redes sociales, los canales de televisión y las hemerotecas están llenas de declaraciones de Pedro Sánchez, de las cuales se desdijo sin siquiera parpadear. «Con Bildu no vamos a pactar. Se lo repito. Con Bildu no vamos a pactar. Si quieres lo digo 5 veces o 20 durante la entrevista, con Bildu no vamos a pactar», dijo insistentemente Sánchez en una entrevista en la televisión navarra. Pero el reciente anuncio de Arnaldo Otegi de que su formación apoyaría los Presupuestos Generales del Estado, parece echarle tierra a las declaraciones.
«No pactaremos con el populismo ni antes ni durante ni después», declaraba en 2014. A Pablo Iglesias le dijo en 2018: «Si para ser presidente del Gobierno tengo que renunciar a mis principios, si tengo que formar un Gobierno a sabiendas de que no será útil a mi país, entonces usted está en lo cierto: yo no seré presidente ahora». Pero eso no le impidió llegar a una coalición con Unidas Podemos.
Una frase del comediante Groucho Marx parece más apropiada para la ocasión: «Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros». La eliminación del aumento en el impuesto al diésel ha mostrado que el ambiente también es una cuestión de principios.
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