Por Jaume Esteve | Ilustración: Artur Galocha
18/12/2015
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nete a mí y juntos dominaremos la galaxia como padre e hijo”. La oferta que Darth Vader puso en bandeja a Luke Skywalker al final de El Imperio Contraataca escondía en su momento, de manera involuntaria, parte de la filosofía comercial que ha impregnado las diferentes películas de Star Wars a lo largo de los años, de la trilogía original a las precuelas hasta esta nueva era (o esperanza) que arranca con El Despertar de la Fuerza.
El 18 de diciembre arranca una nueva etapa en la saga Star Wars, una etapa que se inició el 31 de octubre de 2012 cuando Disney anunció que se hacía con Lucasfilm previo pago de 3.125 millones de euros. Esa cifra posibilitó la incorporación de Han, Luke, Leia y todo el imaginario galáctico al fondo de catálogo de la productora en la que nació Mickey Mouse. Y para demostrar que la suya no era una compra caprichosa, Disney también anunció hace tres años que iba a poner en marcha una nueva trilogía cuya primera entrega se estrenaría en 2015.
“Cuando rodé la primera película de Star Wars, la gente me decía que era un filme que debería haber hecho Disney”, explicó George Lucas el mismo día en que se hizo oficial la venta de Lucasfilm. Pero ese juicio a toro pasado no escondía que, en su momento, la primera entrega de la Guerra de las Galaxias tenía todas las papeletas para ser una rareza que iba a quedar relegada a los festivales de cine fantástico como una pieza de culto.
“Nadie entendía muy bien lo que se estaba rodando cuando nos encontrábamos en el plató”. La cita es de David Prowse, el tipo que se enfundó el traje de Darth Vader –y al que no hay que confundir con James Earl Jones, que fue quien puso la voz—, y que tuvo su pequeño homenaje en el festival de Sitges de 2005. Prowse, que el pasado octubre regresó a Sitges para presentar el documental I Am Your Father, ejemplifica lo que todos en el set de rodaje temían: que la cinta fuera un fracaso.
Pero Star Wars se convirtió en uno de los mayores taquillazos de la historia del cine hasta ese 1977. Con más de 775 millones de dólares recaudados en todo el mundo, se erigió en un fenómeno planetario que todavía hoy, 38 años después, sigue alimentando a la industria del cine.
“Creo que olvidamos lo extraña y revolucionaria que fue la llegada a los cines del Episodio IV”, explica Tony Vinci, profesor de inglés en la Ohio University-Chillicothe y uno de coordinadores del libro Star Wars: filosofía rebelde para una saga de culto que acaba de editar Errata Naturae en España. “El público, la crítica y hasta los ejecutivos pensaron, para bien, que era una película extraña. La cinta mezcla géneros cinematográficos que no deberían funcionar bien: comedias adolescentes con carga sexual, ciencia ficción, series de acción, el cine japonés de samuráis, los westerns de John Ford… Incluso se asienta en el estilo visual de las imágenes de archivo de la II Guerra Mundial y la Alemania nazi. Y no utilizaba esas extrañas bandas sonoras plagadas de sintetizadores de la ciencia ficción de la época, sino que estuvo acompañada de una orquesta influida por los maestros de la música clásica.
Esa mezcla, supuestamente condenada al fracaso, no fue el único ingrediente del éxito. Para Dan North, profesor de cine en la Escuela Internacional asiáticoamericana de Qingdao y otro de los autores del libro de Errata Naturae, la semilla del reconocimiento universal se basa en la sencillez del relato y en el acertado uso de estereotipos: “Es una narrativa épica clásica que explica el viaje del héroe. Las grandes audiencias se ven reflejadas con los personajes (el joven e inocente guerrero, el pirata con un lado bueno, la princesa arrogante, el malvado brujo con una capa oscura), pero tienen la suficiente personalidad como para hacer que nos identifiquemos con ellos”.
La mezcla de géneros y un guion y unos personajes bien escritos justifican el éxito de Star Wars como pueden explicar el de El Señor de los Anillos. Pero Kevin J. Wetmore, profesor de teatro en la Universidad de Loyola y otro de los autores del libro recién publicado, añade otro elemento al cóctel, “la identidad cultural”. Wetmore argumenta que la saga ideada por George Lucas es capaz de unir a gente con registros culturales completamente opuestos: “En una sociedad plural, multicultural y multiétnica, la cultura popular es la mayor expresión de identidad común. Mi vecino musulmán y yo, católico, no compartimos ningún rasgo, religión o etnia pero Star Wars es nuestro lenguaje común, la fe que ambos profesamos. Hemos encontrado nuestro nexo de unión gracias a nuestro amor por las películas”.
Pero más allá de los lazos comunes, Vinci incide en que la trama toca temas universales para cualquier espectador: “La trama explora el poder político, el terrorismo, la cultura, la espiritualidad, la economía, la madurez y la búsqueda existencial del sentido de la vida”. Roberto Morano, crítico de la revista Imágenes de Actualidad, apunta a otro aspecto elemental para el común de los espectadores: “No hay que olvidar que el principal arco narrativo de la primera película es el joven Luke Skywalker intentando huir de su oscura rutina para introducirse, poco a poco, en un mundo maravilloso. Todo el mundo puede relacionarse con ello”.
UNA NUEVA TRILOGÍA PARA UNA ¿NUEVA? GENERACIÓN
El pasado 19 de octubre se pusieron a la venta, con dos meses de antelación, las entradas para el estreno de El Despertar de la Fuerza en Estados Unidos y las cifras coparon titulares en los medios especializados. Según Reuters, las salas IMAX registraron ventas de entradas por valor de 6,5 millones de dólares, lo que supuso una victoria de largo sobre las cintas que ostentaban las mejores cifras de reservas hasta la fecha, El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace y Los Juegos del Hambre: En Llamas, ambos con unos números cercanos al millón de dólares.
Pero uno de los datos que llamó la atención de la preventa fue el hecho de que el comprador medio, según las salas de cine, era un hombre de 34 años. El 70% de la venta de entradas fue a parar a manos de varones de entre 18 y 49 años, el segmento de población que ha vivido el estreno comercial de las dos trilogías anteriores.
Frente al apoyo por descontado de los seguidores acérrimos queda la duda del target llamado a dominar el futuro de las salas: los millennials o jóvenes nacidos a caballo entre el siglo XX y el XXI. Vistos los primeros tráilers oficiales, la cinta parecía enfocada a un espectador muy concreto: “Van dirigidos al seguidor clásico de Star Wars pero son lo suficientemente universales como para atraer a todo tipo de públicos”, opina Rodrigo Pérez, fundador y crítico de Indiewire.
Pérez no cree que Disney vaya a lanzar una película destinada en exclusiva a un público que no ha crecido con la saga, sino que va a intentar, en primer lugar, reconciliarse con un seguidor desilusionado por la nueva trilogía estrenada en cines entre 1999 y 2005: “J.J. Abrams no es un millennial ni tampoco lo son todos aquellos que le rodean, como Kathleen Kennedy (presidenta de Lucasfilm desde 2012) o Lawrence Kasdan (guionista de El Imperio Contraataca, El Retorno del Jedi y El Despertar de la Fuerza). Van a tratar de volver a capturar la magia de la trilogía original así que deberíamos esperar una película que trate de recoger ese tono, aunque habrá que ver si lo consiguen”.
Devin Faraci, uno de los críticos de cabecera en Estados Unidos, discrepa y tiene claro que El Despertar de la Fuerza “es sólo el prólogo” de un plan de dominación mundial cultural de Disney.
Así lo expresó en un texto aparecido en Birth.Movies.Death en el que defendía que la estrategia de Disney pasa por convencer al público más joven, aquél que no ha comprado entradas con antelación ni ha suspirado por tener más material de Star Wars al que aferrarse. Pero es un público que, desde su nacimiento, vive en una cultura con constantes referencias a ese universo muy, muy lejano.
“En lugar de hacer Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal —un protagonista viejo con compañeros de aventuras jóvenes—, El Despertar de la Fuerza va a poner a la nueva generación en el papel protagonista e incorporará a los viejos personajes como parte del equipo. La película juega la baza de la nostalgia con los mayores pero va a proporcionar una nueva camada de héroes para los niños, que va a aparecer en las películas de Star Wars de los próximos 40 años: bienvenidos al resto de la vida de John Boyega y Daisy Ridley (protagonistas de la nueva cinta).
“Ésta es la razón por la que el póster definitivo de El Despertar de la Fuerza tiene el mismo estilo que hemos visto desde las Ediciones Especiales de la trilogía clásica en la segunda mitad de los 90. Así es como ve Star Wars la nueva generación y por eso la música de los últimos tráilers suena a la versión de la banda sonora clásica hecha por Michael Giacchino, porque así suenan las bandas sonoras para la nueva generación. Y esa es la razón por la que los protagonistas son un chico negro y una mujer, porque la generación venidera espera una diversidad que los más viejos del lugar ni siquiera se plantean”.
UNA ELECCIÓN REVELADORA
Que J.J. Abrams haya sido el escogido para comandar la nave del Episodio VII no es una casualidad. Abrams ya fue el encargado, en 2009, de relanzar Star Trek. El realizador rodó dos películas, la segunda estrenada en 2013, en las que presentó una nueva hornada de protagonistas llamados a enganchar al público contemporáneo.
¿Se ha fijado Disney en el currículum de Abrams para mezclar la mitología clásica con los ingredientes para enganchar a aquellos que no han visto una película de Star Wars en cines? “Sus dos Star Trek no son muy buenas. Son decentes como producto de masas, pero muy lejos de las películas clásicas. Ambas están llenas de guiños fáciles a los seguidores como los viajes en el tiempo metidos con calzador para justificar la presencia de Leonard Nimoy, el antiguo Spock”, lamenta Rodrigo Pérez. Pero el crítico coincide con Faraci en que la mezcla de mitologías tiene un objetivo concreto: “Al mezclar la nueva con la antigua facilitan que las audiencias se familiaricen con el futuro de la saga mientras se mantienen elementos familiares”.
A diferencia de la nueva trilogía, que estuvo bajo el control absoluto de Lucas, las próximas películas de Star Wars han caído en manos de autores independientes. J.J. Abrams es el de mayor renombre pero los encargados de dirigir los episodios VIII y IX, Rian Johnson y Colin Trevorrow, vienen del cine de bajo presupuesto.
Trevorrow ha sido el encargado de relanzar un clásico del Hollywood de los 90, Jurassic World, y Johnson ha sido la niña bonita de la industria gracias a su trabajo en Brick o Looper, dos largometrajes en los que apuntaba maneras.
La presencia de ambos realizadores, junto a la confirmación de Gareth Edwards para Rogue One, el primer spin-off de la saga galáctica y que se estrenará en 2016, es una muestra de que Disney se ha subido al carro de la última tendencia de Hollywood. Hace años que las majors pescan en el semillero de talento de la escena independiente para que sus grandes producciones tengan un sello de autor y no se conviertan en obras sin alma como podría ser cualquiera de los Transformers de Michael Bay.
“Por lo menos demuestra que tienen buenas intenciones —declara Pérez—. Parece que han puesto las películas en manos de buenos directores y que ningún ejecutivo de Disney ni ningún empleado de marketing van a dictaminar el curso de la historia. Que tengan a directores como Johnson o Edwards evidencia que están contratando a una nueva generación de autores. Las elecciones que han hecho hasta la fecha son bastante interesantes. No me extrañaría que para la próxima hornada, para las cintas que se estrenarán a partir de 2020, haya una mujer entre las encargadas de rodar una película”.
Al estudio le ha bastado con tocar un par de teclas para lograr que ese varón de 34 años que ya ha comprado su entrada tenga claro lo que hará el fin de semana del 18 de diciembre: “Cuando vi el primer teaser, escuché la música y vi las primeras imágenes sentí una cierta curiosidad a la par que satisfacción —rememora Wetmore—. Pensé, ‘esto promete’. De repente, el Halcón Milenario estaba en pantalla y no me avergüenza admitir que se me saltaron las lágrimas. Fue como encontrarte de golpe con un viejo amigo de la infancia, uno que me conocía bien cuando todavía tenía toda mi vida por delante, uno que no había visto en mucho tiempo. Ese sentimiento de volver atrás en el tiempo y recordar que, en mi mente, había pasado incontables horas dentro de esa nave. Y ahí estaba. Esa es la fuerza de Star Wars”.