Por Mai Montero / Fotos: Dado Ruvic (REUTERS)
“Su fotografía es todo lo que queda de él. Le pido a Alá encontrar al menos uno de sus huesos, aunque sea el más pequeño. Así podríamos finalmente estar en paz”. Estas palabras cargadas de dolor pertenecen a Nura Suli’s, una de las mujeres que sobrevivió a la tragedia de Srebrenica en la que perdió a 11 familiares, incluido a su hijo Mirsad.
Es una de las miles voces que muestran la impotencia de los familiares de las víctimas cuyos restos no han sido encontrados o identificados. Voces que además reclaman al actual gobierno que no entierre en el olvido lo ocurrido.
Sehida perdió a su hermano Abdurahmanovic Meho el 11 de julio de 1995. “Nada de lo que haga este país me sorprenderá. Cada vez se localizan menos fosas comunes y las identificaciones son más difíciles. Me temo que nunca voy a encontrar a mi hermano y no puedo lidiar con eso”, declara a la agencia Reuters.
Galería (pulsa sobre las imágenes para leer los testimonios):
Han pasado ya 20 años desde que ese 11 de julio de 1995 las tropas serbias del Ejército de la República Srspka, al mando del general Ratko Mladic, atacaron la localidad de Srebrenica, una ciudad y municipio al este de Bosnia Herzegovina, que vivió la mayor masacre acontecida en Europa tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Un hecho, encuadrado dentro de la Guerra de los Balcanes, que fue reconocido como genocidio en 2007 por el Tribunal Internacional de Justicia de la ONU, y en el que murieron más de 8.000 varones musulmanes incluyendo a niños y ancianos. Los asesinados fueron enterrados en ocultas y dispersas fosas comunes en los alrededores de Potoçari y Srebrenica.
Cuando el general Mladic perpetró este crimen, Srebrenica estaba declarada “zona segura” por la ONU y protegida por alrededor de unos 400 cascos azules holandeses, una defensa que no impidió que los ejecutores de este crimen consiguiesen entrar en la zona y acabar con la vida de miles de civiles con un único objetivo: la limpieza étnica.
Para los holandeses, este episodio se convirtió en uno de los más negros de su historia ya que, aunque su misión era proteger a la población, se rindieron sin ofrecer resistencia ante las tropas de Mladic y permitieron tanto la separación de hombres y mujeres como de padres e hijos. En julio de 2014, la justicia holandesa determinó que los cascos azules no protegieron adecuadamente el enclave de Srebrenica y consideró al Estado responsable por primera vez de la deportación que terminó con el asesinato de 300 varones musulmanes bosnios el 13 de julio de 1995 durante la caída la mencionada ciudad.
Una matanza que fue observada bajo la pasiva mirada de la comunidad internacional. A principios de julio de este año, a escasos días del 20 aniversario de la matanza, tres de los representantes más destacados de la comunidad internacional como son Naciones Unidas, la Unión Europea y la OTAN pidieron disculpas por no haber evitado el genocidio.
El Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia (TPIY), con sede en La Haya, lleva más de 20 años dedicado a juzgar los delitos cometidos en las guerras de los Balcanes, libradas entre 1991 y 2001. Se estima que sólo en referencia a la matanza de Srebrenica el TPIY ha condenado a 14 personas, estando aún abiertos los procesos contra los considerados como los principales responsables: Ratko Mladic, ex general del Ejército de la República Srpska, y Radovan Karadzic, ex presidente de la República Srpska. Se espera dictar sentencia antes de que termine el año 2016. Por su parte, la Corte Estatal de Bosnia ha condenado a 23 personas relacionadas con este caso.
Asociaciones, como Madres de Srebrenica, siguen luchando para que este crimen no caiga en el olvido y sus responsables respondan ante la justicia.
Se estima que más de 1.200 víctimas, de las 8.000, no han sido identificadas.
Galería: 20 años después (pulsa sobre las imágenes para leer la información)