No será por las recomendaciones recibidas, los avisos, las advertencias, las necesidades de más restricciones y más responsabilidad que nos vienen a diario, de todos los estamentos y expertos en sanidad, para que se tomen y tomemos las medidas adecuadas ante el peligro que suponen las fiestas de Navidad.
Sin embargo, y a pesar de todos estas advertencias, en pleno recrudecimiento de la incidencia del virus, seguimos en la ceremonia de la confusión, con cada autonomía tomando sus medidas que están convirtiendo todo el país en 17 navidades distintas y a la carta.
Cuántas veces hemos repetido que la pandemia no es una pandemia política, y que no se trata de decir que unos van mejor que otros, cuando el virus no va a tomar vacaciones de Navidad como no lo hizo el pasado verano.
No podemos seguir debatiendo, a cuatro días de la Nochebuena, cuáles van a ser las medidas y restricciones más adecuadas cuando se trata de restringir y blindar al máximo la movilidad y los contactos.
Todos damos por inevitable una tercera ola, que vendrá tras estas vacaciones familiares, pero cuyas consecuencias nadie puede prever.
La falta de responsabilidad y criterio común han hecho decir, lamentablemente, que hay que salvar la Navidad cuando se trata de salvar vidas y minimizar el impacto del coronavirus.
A ver si lo entendemos de una santa vez. No podemos relajarnos ni asumir el numero de contagios, y sobre todo de muertos que se acumulan día tras día.
En nuestras manos está evitar otra tormenta perfecta. Una tormenta perfecta que puede ser la puntilla a estos 10 meses de pandemia.
La llegada de la vacuna es evidentemente la mejor noticia del año. No obstante, y como lo ha dicho el ministro Illa, no es el fin de la pandemia, sino el principio del fin. Que la vacuna no cura, sino que protege.
Nadie tiene que olvidar que esa luz que vemos al final del túnel es la de la esperanza, pero todavía, y durante varios meses, seguiremos dentro del túnel.
Lo que ahora sería inadmisible e impropio de un país es que entremos, como algunos pretenden, en la “guerra de las vacunas”.
Es la hora de la transparencia y solidaridad entre todos.
En estos días entrañables, más que nunca, tenemos que apelar a la responsabilidad y al compromiso de cada uno para que el año que viene sí celebremos, y como es debido, nuestras navidades, incluidos los abrazos correspondientes.
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