La asociación cultural Despierta, con la colaboración de Cambio16, EcoHabitar, The Climate Reality Project y Utopicus, organizó en el marco de la COP25 un debate para presentar «soluciones naturales» frente al cambio climático; encabezado por Albert Bates, Kathleen Draper y Sonita Mhab, como ponentes, y conducido por Ana Digón (que también realizó la traducción del inglés al español desde el escenario). La conferencia-debate, realizada en el salón de actos de Utopicus Gran Vía – Cibeles (un espacio de coworking y eventos en el centro de Madrid), reunía a cerca de un centanar de personas y expertos interesados en la materia.
Ángel Cano, en calidad de director de comunicación de The Climate Reality Project, arrancaba el evento con una una breve presentación, en la que destacó que los organizadores y colaboradores «compartimos el amor por la naturaleza y por crear un mundo mejor». También destacó que, con la COP25, Madrid está inmersa en «una efervescencia de personalidades muy interesantes» relacionadas con la lucha contra el cambio climático y la conservación medioambiental.
«Es posible vivir sin emisiones»
Albert Bates, presidente del Global Village Institute for Appropriate Technology, fue el primer ponente en tomar la palabra. Bates ejemplifica en primera persona que es posible mantener un modo de vida alternativo en equilibrio con la naturaleza a través de las llamadas «ecoaldeas». El también representante de EcoNatura y de la Red Global de Ecoaldeas en la COP25 vive en «The Farm», una ecoaldea nacida en la década de los 70 en el sur de Tennessee (Estados Unidos) en la que hoy residen 200 personas y por la que han pasado cuatro generaciones. «Comenzamos The Farm con la esperanza de establecer una comunidad fuertemente cohesionada, dirigida hacia el exterior, una base desde la cual pudiéramos, por acción y ejemplo, tener un efecto positivo en el mundo en general».
El proyecto comenzó al juntarse un grupo de hippies para vivir de un modo diferente y más sostenible. A principios de los 80 ya se dieron cuenta de que la crisis climática y la conservación del medio ambiente era uno de los mayores retos a los que se enfrenta la humanidad. «Desde entonces tratamos de aportar soluciones constructivas», partiendo del principio ecologista de «pensar globalmente y actuar localmente». Albert Bates es autor de obras como The Biochar Solution: Carbon Farming and Climate Change (2010), The Post-Petroleum Survival Guide and Cookbook (2006) o Climate in Crisis (1990).
Revisar los Acuerdos de París
Aunque Bates lleva décadas de asistencia y participación en reuniones internacionales como la COP, considera que, en la actualidad, «la claridad que aportan líderes como Greta Thunberg está haciendo que los diplomáticos vean las cosas de otro modo». Por este motivo «esperamos que cada vez haya más gente dando voz a la necesidad de revertir los efectos del cambio climático», asegura el presidente del Global Village Institute. Hasta el momento, solo 67 países están de acuerdo en revisar los compromisos del Acuerdo de París y faltan algunos de los países más implicados en las emisiones como Estados Unidos o China.
El movimiento de las ecoaldeas, al igual que iniciativas como la plantación masiva de árboles en la India o Pakistán, así como proyectos como el «Camp Altiplano», que trata de convertir una zona desertificada en bosque, demuestran que «es posible vivir sin emisiones» en la sociedad actual.
Biochar, un recurso natural con múltiples usos
Por su parte, Kathleen Draper, directiva internacional de la iniciativa Biochar y directora del Instituto Ithaka para la Inteligencia del Carbono, recordaba que «el biochar es el método más antiguo para reestablecer el equilibrio del suelo», así como una de las soluciones naturales más accesibles. Se trata de biomasa de origen vegetal procesada por medio de la pirólisis. Para Draper, «la mayor parte de la gente, incluyendo a los expertos del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), piensa que es solo una mejora para el suelo pero tiene un abanico de usos mucho más amplio», partiendo de la base de que su aplicación tiene la capacidad de «capturar 1,2 gigatoneladas de carbono al año».
Algunos ejemplos de utilización pueden verse en sectores tan diversos como el transporte o la construcción. «Una de las grandes posibilidades es introducirlo en el asfalto, utilizando los lodos contaminantes de las depuradoras, que contienen materiales pesados, neutralizándose estos y absorbiendo el carbono, posteriormente. Además, es un asfalto mucho más resistente. También pueden usarse como aislantes en la construcción, para fabricar hormigón o para la fabricación de neumáticos de vehículos.
Inicio de una transición ecológica
Sonita Mhab, miembro de la Red Global de Ecoaldeas en Camerún, explica que las ecoaldeas están constituidas por «grupos de personas que han decidido voluntariamente hacer un viaje de transición hacia un sistema sostenible que beneficie al mundo, en un contexto global de cada vez mayor desigualdad, más población y más gente alejándose de las formas tradicionales de vivir» en equilibrio con el entorno.
«Las ecoaldeas están promoviendo soluciones en todo el mundo. Necesitamos soluciones económicas y sociales para frenar el cambio climático. Necesitamos soluciones globales a partir de soluciones globales, con la implicación de todos los miembros y sectores de la sociedad», asegura Mhab. Con un enfoque que parte desde la base de la sociedad (la ciudadanía) hasta arriba «se podrá poner en marcha una transformación social para la transición ecológica».
Según los datos aportados por esta experta ecologista camerunesa, «se ha demostrado que el 97% de estas comunidades» están restaurando, revitalizando y protegiendo las zonas en las que se integran de forma sostenible.
El problema es que la burocratización y la política no siempre facilitan la constitución de este tipo de comunidades ambientalistas. Como se manifestó en el turno de intervenciones, el caso la condena a los repobladores de Fraguas (en la provincia de Guadalajara), demuestra que queda mucho camino por recorrer, pero es necesario que se empiecen a plantar ya las semillas para la transformación social global.
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