Por Miguel Angel Artola
28/05/2016
No anda sobrado Pedro Sánchez de apoyos cerrados en el seno de las filas del PSOE. Sin duda, las federaciones territoriales que han dado más crédito a su figura y a sus posibilidades de formar gobierno durante la fase de negociación han sido Euskadi y Cataluña. En reciprocidad, Sánchez ha otorgado a PSE-EE y PSC un poder y una presencia destacada en puestos clave para afianzar su liderazgo y marcar las líneas estratégicas de la próxima cita con las urnas. También les ha dado un peso relevante en la alineación de fichajes para el llamado “Gobierno del cambio” presentada en mayo en un campo de fútbol como si de un equipo de la liga se tratara. En esa combinado de estrellas se encuentran tres catalanes, Meritxell Batet, Josep Borrell y Núria Parlon, junto a dos vascos Patxi López y Rafael Bengoa. También a otro donostiarra de prestigio como es el ex ministro de Cultura, Ángel Gabilondo, pero dentro de la Federación Socialista de Madrid.
También ha sido destacado el papel de socialistas vascos y catalanes en el equipo que ha intentado sin éxito negociar los acuerdos necesarios para lograr la elección de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno de España. Un equipo dirigido por el madrileño, Antonio Hernando, pero en el que han tenido un peso específico la catalana Meritxell Batet y el vizcaíno Rodolfo Ares.
Esa presencia de vascos y catalanes en los puestos decisivos del PSOE de Pedro Sánchez chirría en el sur. Los socialistas andaluces han tenido siempre un papel hegemónico en el control del aparato de Ferraz. Bien colocando a un andaluz al frente del PSOE o ayudando a sostener a otro compañero de filas que sea fiel, reservándose en ese caso la presidencia del partido como símbolo de autoridad moral -recordemos que la actual presidenta del PSOE es la andaluza Micaela Navarro desde julio de 2014, reconocida dentro y fuera de su partido especialmente por su trabajo en defensa de la igualdad de derechos de hombres y mujeres-. No ha sido la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, la que ha salido a advertir a socialistas vascos y catalanes que su apoyo cerrado a Sánchez podrá tener consecuencias en un futuro. Para ello, como es habitual, tiene a quien le haga el trabajo menos agradable. Las palabras del secretario de Organización del PSOE andaluz, Juan Conejo, recordando a sus colegas del PSC y PSE-EE que tienen que “trabajar más” para mejorar los pobres resultados del 20D, no sentaron nada bien en las respectivas ejecutivas territoriales, aunque preguntados al respecto vascos y catalanes eludieron la polémica.
Qué decir de las maniobras desde el sur para cuestionar a las ejecutivas de las dos federaciones dando alas a sus dos principales críticos, Eduardo Madina en el caso del PSE-EE y Carme Chacón como ariete contra el Primer secretario del PSC, Miquel Iceta. De momento ha sido Pedro Sánchez el que ha conseguido ganar a Susana Díaz estas pequeñas guerras internas. El vizcaíno repetirá como número siete del PSOE por la lista de Madrid pese a los reiterados llamamientos de Díaz a Sánchez para que le colocase en un puesto que garantizase su presencia como diputado. Y Chacón finalmente optaba por no presentarse como cabeza de lista por Barcelona permitiendo a Sánchez reforzar su control en el PSC al colocar en su puesto a una de sus más fieles colaboradoras, Meritxell Batet, que será también la coordinadora del programa electoral de los socialistas.
La debilidad electoral de los aliados de Sánchez
“Los compañeros lo darán todo para que no sean las comunidades en las que peores datos obtuvimos”, recordaba Juan Conejo, en su discurso para marcar a sus compañeros del PSE-EE y PSC, y no le faltaba razón. Tanto en Cataluña como en Euskadi, Podemos y sus aliados locales fueron las listas más votadas por la ciudadanía, incluso por delante de las habitualmente hegemónicas fuerzas nacionalistas. Socialistas vascos y catalanes tienen un problema similar.
Cuentan con dificultades reales para marcar en sus territorios un discurso capaz de hacer frente al nacionalismo y a un Podemos emergente con el llamado “derecho de autodeterminación” bajo el brazo y partidario de las consultas populares pro independencia. Y los intentos de “vender” la España federal no terminan de cuajar, sobre todo cuando precisamente desde sus compañeros de Andalucía y de Extremadura –aliados de los primeros en su idea de España– se cuestionan aspectos esenciales del autogobierno de las dos comunidades históricas, como es el caso del Concierto Económico en el caso de Euskadi.
Ya sea por problemas internos o porque el discurso imperante en el PSOE no ayude a marcar uno propio, los resultados de socialistas vascos y catalanes fueron los peores logrados en unos comicios generales. Los vascos sólo conseguían arañar un escaño al Congreso en cada uno de los territorios y los catalanes debían conformarse con ocho. En las elecciones de 2008, con José Luis Rodríguez Zapatero al frente del Gobierno de España, lograban sus mejores resultados. Nueve escaños en el caso del PSE-EE y 25 diputados por parte del PSC, siendo las dos formaciones las más votadas en sus territorios por delante de las formaciones nacionalistas. Nada que ver con la actual realidad de debilidad.
Y las encuestas, al menos en el caso de Euskadi no pronostican nada bueno. La alianza entre Podemos y Unidad Popular podría poner en serios apuros a los socialistas vascos. Parece asegurado que Patxi López repetiría su escaño por Vizcaya y no se contempla tampoco que Odón Elorza pierda el suyo por Gipuzkoa, aunque no andará muy sobrado. Álava es el territorio histórico en el que el PSE-EE deberá hacer un mayor esfuerzo para evitar perder a su hasta ahora único diputado. La alianza entre Podemos y Unidad Popular les deja sin escaño si hacemos caso a las encuestas más recientes.
A la espera de sondeos en Cataluña sobre intención de voto de cara a la próxima cita con las urnas, el número a batir por parte del PSC son los ocho diputados logrados el 20 de diciembre. Cinco de ellos por Barcelona, lista que encabezada Carme Chacón, y uno por cada una de las otras dos provincias, Girona y Tarragona. Aquí el verdadero escenario central para los socialistas catalanes será Barcelona con el objetivo de arañar algún diputado al resto de formaciones políticas que permita a Iceta salvar la cara de Pedro Sánchez. La apuesta de sustituir a Chacón con Meritxell Batet ha sido una iniciativa que lleva la firma del actual secretario general y en caso de no lograr el revulsivo esperado a buen seguro que sus críticos le pedirán que rinda cuentas.
En Cataluña, a diferencia de lo que ocurre por ejemplo en el País Vasco, donde la confluencia de Izquierda Unida con Podemos puede hacer cambiar algún que otro resultado, Catalunya Sí que es Pot ya se presentó en los comicios del 20D como una coalición que integraba a estas sensibilidades. Pero en aquella ocasión pesos pesados como la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, decidieron quedarse en los cuarteles de invierno y no tener ninguna presencia en la campaña. Ahora Ada Colau ha aceptado cerrar la lista por Barcelona, al igual que otros “alcaldes del cambio” como los alcaldes de Zaragoza y Cádiz.
Lejos de la euforia propia de las campañas electorales, en las que los líderes intentan convencer a las bases de sus partidos y simpatizantes de que todo es posible y alcanzable, la realidad no pinta nada bien para los socialistas vascos y catalanes. Y un mal resultado en estos territorios afines a Pedro Sánchez, le dejarán más debilitado ante el próximo Consejo Federal.