Por Ores Lario
10/07/2016
Corsés de encaje y seda, sofisticadas fajas, calzoncillos estampados diseñados por Paul Smith, sostenes de algodón, armados miriñaques que sirven para dar vuelo a las faldas, seductores picardías y tangas de lycra son prendas íntimas y muy personales. Normalmente se guardan en la cómoda, aunque esta primavera salieron de los cajones para exhibirse en vitrinas de la exposición Desnudos: una breve historia de la ropa interior, que se puede ver en el Victoria and Albert Museum de Londres hasta el 12 de marzo del próximo año.
El recorrido refleja las diferentes percepciones del ideal del cuerpo que se han tenido en diferentes épocas y mantiene un orden cronológico (además de temático). “La exhibición se inicia con una selección de las mejores prendas masculinas y femeninas de ropa interior desde el siglo XVIII, lo que nos permite ofrecer una introducción mucho más amplia, y espero que esclarecedora, de la historia de estas creaciones, algunas hechas a mano y otras lujosas”, afirma Edwina Ehrman, comisaria de la muestra en la que se han reunido 200 piezas repartidas entre dos pisos de la majestuosa institución británica.
Arranca en el año 1750, cuando las mujeres utilizaban, bajo el corsé, unas camisas de fibras naturales y explora la evolución del uso de la ropa interior, que ha servido para mejorar o distinguir los cuerpos. Desde sus orígenes han moldeado la anatomía según la moda y el imaginario del momento. Así, se pueden ver en la exposición los pantalones bombachos de algodón que llevaba la madre de la reina Victoria, la duquesa de Kent, en el siglo XIX. También hay aparatosos corsés, un total de 26. “Muchos se sorprenden al descubrir que los usaban mujeres de todos los estratos y en el recorrido hay una prenda que pertenecía a una joven británica en el siglo XVIII”, señala la comisaria, que ha incluido en la muestra diseños para vestir a diario durante la época victoriana. Estos marcaban una cintura diminuta, similar a la que lucen hoy Kim Kardashian, que ha dotado a esta prenda de potencial erótico, o Dita Von Teese “para quien Mr. Pearl diseñó en 2012 una fabulosa pieza de alta costura con cristales Swarovski que tiene 45 cm de cintura”.
En el recorrido se plantea un énfasis en el contraste que existe entre los años de austeridad durante la I Guerra Mundial cuando los corsés se hacían de papel, y lo que un siglo de avances tecnológicos ha aportado a la evolución de esta ropa.
Las prendas masculinas también tienen su hueco en la historia de la moda, como corrobora la exposición: “Quería recalcar que también es sobre los hombres”, asegura Ehrman. De esta manera, pueden verse desde largos calzones que cubrían las piernas hasta los que sacó al mercado el deportista David Beckham con H&M en 2012. Además, se muestran diseños deportivos (destaca un calzoncillo de 1887 confeccionado para los ciclistas), ropa diseñada para mantener o evitar el calor y hay una vitrina dedicada a la maternidad.
La comisaria ha centrado la planta superior al periodo del siglo XX, cuando las prendas íntimas salieron a la esfera pública. Protegidos por los cristales, en las vitrinas se acogen desde prendas para dormir, que para Ehrman “se han convertido en prendas de ocio”, hasta diseños de Elie Saab, Dolce & Gabbana, John Galliano para Givenchy o una creación del español Antonio del Castillo para Lanvin que data de 1950, así como sofisticadas creaciones de La Perla y de Stella McCartney, que componen este cuidado recorrido visual.