Por Cambio16
12/06/2018
Hoy en día impera la agenda y el aprovechamiento del tiempo al máximo. Pero, si de viajar se trata, cabe diferenciar entre turistas y viajeros. Ya que como afirma el escritor y aventurero estadounidense Paul Theroux: “Los turistas no saben dónde han estado, los viajeros no saben a dónde van”.
Si algo caracteriza a muchos de los que visitan otros países es la obsesión por tachar monumentos y lugares de una lista sin llegar a conocer la esencia ni las gentes del lugar. Toda su estancia está programada al milímetro sin salirse de los principales focos turísticos en los que es difícil empaparse de la cultura local. Además de ello, esta agenda suele ser muy exigente para poder conocer un país o ciudad en el menor tiempo posible. En consecuencia, ésto provoca que en lugar de unas vacaciones relajantes se conviertan en un vía crucis por distintos monumentos para hacerse el selfie de rigor para subirlo a las redes sociales.
Una alternativa al turismo de masas: el Slow Travel
No obstante, en los últimos años ha surgido el Slow Travel. Un movimiento que se alinea más con la definición de viajero que nos ofrece Paul Theroux. Esta manera de viajar aboga más por descubrir un lugar que por visitarlo. Principalmente disfrutando los pequeños placeres que nos pueda ofrecer.
Pero este modo de viajar pertenece más bien a una manera de vivir conocida como el movimiento Slow. Una corriente que nace en los años 80 en Italia con el sentido de oponerse al ritmo de vida acelerado. Una forma de vida que, en la mayoría de los casos, se traduce en en estrés y frustración. Así pues, el movimiento Slow propone prescindir de actividades que no nos repercutan positivamente. Y centrarse en aquellas que nos hagan ser felices. Pero sobretodo disfrutarlas adecuada y conscientemente.
De esta manera, a raíz de este modo de vivir la vida, han ido surgiendo diferentes tendencias relacionadas. Entre ellas la Dieta Slow, de la que hablamos aquí. El Slow Travel. La Slow Food. La Slow Fashion o hasta el Slow Sex. En el caso del Slow Travel se deben seguir unos cuantos preceptos para disfrutar las vacaciones como marca esta cultura.
Por ejemplo, antes de elegir destino se tiene que ser consciente de los días de los que se disponen para realizar un viaje. Ésto, para poder disfrutar no solo del destino, sino del trayecto. En este sentido, es recomendable, si las distancias no son muy largas, desplazarnos en coche o en tren para poder deleitarse con el camino hacia nuestro lugar de vacaciones.
El entorno y tú: uno sólo
Por otro lado, fundirse con las gentes, la cultura y con el lugar que visitemos es fundamental para poder disfrutar al máximo del mismo. Por ello es preciso, siempre que sea posible, ir caminando a todos los enclaves que queramos visitar. También comer en tascas y restaurantes locales y no diseñados para turistas. Incluso también tratar de alojarse en casas típicas de barrios populares que nos faciliten la tarea de conocer a gente nativa. Para ello, motores de búsqueda de apartamentos vacacionales como Holidu nos ofrecen multitud de opciones para encontrar el alojamiento ideal en el barrio o pueblo que más nos interese.
Por supuesto, el turismo rural puede encajar perfectamente también con la cultura del Slow Travel. Un sitio recóndito, lejos de las grandes ciudades, nos permitirá conocer estilos de vida totalmente diferentes. Asimismo, probar productos totalmente artesanales. Pero sobretodo encontrar calma y paz.
Por último, las agendas ya sean en papel o electrónicas, los palos selfie y las redes sociales quedan terminantemente prohibidas para que el viaje sea pleno. Los sitios que visitemos tienen que quedarse grabados en nuestros recuerdos y no en nuestras redes sociales. Si quieres guardar recuerdos físicos de las vacaciones envía postales. O dibuja en un cuaderno o escribe un diario de viaje. En cuanto a deshacerse de la agenda y los horarios, es de lo que trata el Slow Travel. Que el tiempo no te domine a ti, sino que domines tú a tiempo y sin saber, como dice Paul Theroux, el destino exacto de nuestro viaje.