Por Patricia Matey
Un niño de seis años de Olot ha muerto a causa de difteria, una enfermedad infecciosa que desapareció de la geografía española hace ya casi 30 años. La noticia es de sobra conocida por la mayoría de la población. Su caso ha provocado un río de declaraciones, recomendaciones, especulaciones y temores.
Pero la pregunta que parece permanecer en el aire es: ¿por qué? En pleno siglo XXI y tras años de literatura científica contrastada, todavía hoy un pequeño sector de la población sigue cuestionando la importancia de llevar al día el calendario vacunal.
“Actualmente más del 95% de los niños menores de un año residentes en España está vacunado frente a la difteria, la dosis de refuerzo del segundo año de vida casi alcanza esta cifra; sin embargo las dosis de refuerzo posteriores deben ser mejoradas. Este nivel de inmunización individual y colectiva ha de servir para transmitir un mensaje de tranquilidad a las familias respecto a la probabilidad de contraer la infección. No obstante, en la prevención de las enfermedades infecciosas, incluso de aquellas aparentemente eliminadas en nuestro medio como podía parecer en el caso de la difteria, nunca se debe bajar la guardia”, reza el comunicado oficial emitido por la Asociación Española de Pediatría elaborado a raíz de la muerte del menor y cuyo principal objetivo ha sido transmitir “el más sentido pesar a la familia del niño fallecido”.
Francisco Álvarez, secretario del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP), reconoce que ante las reapariciones recientes en España de enfermedades infecciosas casi olvidadas (como ha sucedido con la varicela o la tosferina) hay que valorar que “para conseguir controlar las enfermedades inmunoprevenibles tenemos que alcanzar coberturas de vacunación muy altas. Gracias a ello se ha erradicado del mundo la viruela y hemos dejado de vacunar frente a esta enfermedad; hay grandes avances en la eliminación de la poliomielitis y hay otras enfermedades que están en vías de controlarse. Pero, para ello, tenemos que seguir vacunando, por eso es tan importante la información verídica y contrastada a las familias porque corren muchos bulos por Internet sobre las vacunas que a fuerza de repetirlos parecen verdad, pero que siguen siendo mentira”.
Hoy es la difteria, pero en el pasado más reciente han sido la tosferina, la escarlatina o la varicela por citar algunos ejemplos. ¿Y mañana…? Rosa Albañil, coordinadora del grupo de trabajo de patología respiratoria de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), recuerda: “La difteria es una enfermedad muy rara en países desarrollados, en los que casi toda la población está correctamente vacunada y, por tanto, protegida frente a ella. La tosferina, por ejemplo, es una enfermedad de la que se registran casos todos los años por varios motivos».
Albañil dice que «es cierto que existe una vacuna frente a ella pero la duración de la protección que ofrece no dura toda la vida, por lo que es necesario administrar dosis de refuerzo. Por otra parte, las defensas que pasan de las madres a los hijos durante el embarazo y a través de la lactancia materna y que son útiles en otras enfermedades, no son suficientemente eficaces en el caso de la tosferina, salvo en el caso de mujeres que hayan sido recientemente vacunadas, por lo que los niños muy pequeños que aún no han iniciado su calendario vacunal no están protegidos y son un grupo de especial riesgo”.
En este sentido, recuerda que “la escarlatina es una patología muy frecuente de la que se presentan casos todos los años. Se trata de una faringoamigdalitis causada por una bacteria, que puede producir una sustancia que causa el exantema o sarpullido característico. Es una enfermedad leve, en la que son raras las complicaciones, que se diagnostica y trata fácilmente y para la que no existe vacuna”.
Tanto la AEP, como como la Asociación Nacional de Vacunología y la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas) manifiestan que «las vacunas que llamamos nucleares o básicas deben conseguir la máxima cobertura no sólo en las primeras tres dosis sino también en las revacunaciones o dosis de refuerzo. Es importante mejorar las dosis de refuerzo. La cobertura de vacunación en difteria, tetános y tosferina en el tramo de 0 a un año es del 95%; en el de uno a dos años, baja un poco, aunque sigue siendo alta. Si nos vamos a las dosis de refuerzo de cuatro a seis años, es del 91%, pero en la de los 14 a los 16 años, el porcentaje es del 80%».
Refuerzo de inmunización, calendario vacunal… Con varios frentes abiertos una de las dudas que se plantea es qué significado adquiere el hecho de que existan tantos calendarios vacunales como comunidades autónomas.
“Es lo que tiene el estado de las autonomías y esta competencia (calendarios de vacunación) está transferida y aunque hay unas indicaciones generales del Ministerio de Sanidad, cada comunidad puede adoptar el calendario que desee y pueda. Sería mejor un calendario unificado de verdad para toda España y de máximos, que es el que propone la Asociación Española de Pediatría, y hacia ello caminamos con el nuevo ministro, porque ya se ha introducido la vacuna antineumocócica conjugada, parece que se va a introducir la vacuna de la varicela en niños pequeños para después del verano y se va a liberar la vacuna antimeningocócica B en las farmacias”, declara el doctor Álvarez.
En este sentido, la doctora Albañil recuerda: “Salvo algunas excepciones, no hay razones de orden científico, son decisiones administrativas. Puede que en ocasiones esto cree una cierta sorpresa o desconcierto pero si la persona que es vacunada posee un documento en el que figuren las vacunas recibidas, el lote de las mismas y la fecha de administración, puede adecuarse y completar el calendario vacunal en cualquier lugar de residencia. De todos modos resultaría más comprensible para la población y deseable para los profesionales, que las decisiones en materia de vacunación fueran comunes, unánimes y con una explicación clara de los cambios que haya que realizar”.
La vacunación no es obligatoria
En España, la vacunación de los hijos no es obligatoria, es una decisión exclusiva de padres y madres. El sistema de salud recomienda sin fisuras la necesidad de vacunar para proteger la vida de los españoles, pero la ley únicamente regula la posibilidad de forzar a una familia a vacunar en caso de grave riesgo concreto para la salud pública.
“Tenemos coberturas muy altas en niños menores de 2 años, por eso, a día de hoy, creemos que no es necesaria la obligatoriedad con las vacunas, además el porcentaje de niños no vacunados por decisión de sus padres es muy bajo (±1%). Por eso pensamos que hay que actuar sobre estos padres dándoles una buena información, que sea contrastada y no lo que aparece en Internet”, recalca el secretario del Comité Asesor de Vacunas de la AEP.
Para la miembro de la AEPap, “hay que insistir en que algunas enfermedades que hoy están prácticamente desaparecidas, pero de las que todavía se aprecian secuelas en muchas personas de nuestro entorno, como puede ser por ejemplo la polio, han desaparecido precisamente porque existe una vacuna eficaz que recibe casi toda la población. Si hubiera un número importante de personas sin vacunar volveríamos a ver casos de la enfermedad”.
«Sería de interés localizar exactamente los colectivos que rechazan el sistema”, enfatiza la experta.
Adultos
Los expertos consultados reiteran no obstante que otra de las asignaturas pendientes para lograr la inmunización global es la vacunación en adultos.
“Los adultos jóvenes y sanos frecuentan poco el sistema sanitario. La estrategia para aumentar en ellos las coberturas vacunales debe ser doble: deben realizarse campañas institucionales de educación sanitaria para sensibilizar a la población sobre las enfermedades evitables mediante vacuna: polio, hepatitis B, sarampión, rubeola congénita, etc… transmitiendo que las vacunas salvan vidas y evitan secuelas».
«Creo que se están haciendo esfuerzos por aplicar vacunas en los adultos en forma de calendario, ya que también en estas edades son necesarias las vacunas, sobre todo en grupos de riesgo o, lo que es lo mismo, en los que tienen enfermedades de base. Para muestra el calendario de vacunaciones de Asturias que está muy bien elaborado”. Recuerda Francisco Álvarez.
Los especialistas consultados reconocen que la posibilidad de que se produzcan más casos de difteria en España se sustenta por el único hecho de la falta de vacuna. Así, “en personas inmunizadas no aperece la enfermedad, pero en las no vacunadas podría producirse dado el mundo globalizado, en el que viajamos a muchos países y nos vienen también muchos viajeros. Este riesgo existe no solo con la difteria, si no con todas las enfermedades inmunoprevenibles hasta que logremos erradicarlas del mundo”, apostilla Francisco Álvarez.
Es más, “siempre que haya personas sin vacunar, éstas tienen riesgo de ser infectadas y presentar la enfermedad”, puntualiza la doctora Albañil.