Seguro que el anuncio del CEO de Alef Aeronautics, Jim Dukhovny, de que el próximo año comenzarán a producir y a entregar las primeras unidades de su auto volador Model A, no despertó interés alguno en Harry Potter y su amigo Ron Weasley, a quienes eso de manejar coches voladores de muggles no se les da muy bien y prefieren ir sobre seguro en escobas mágicas Nimbus 2000. Y eso, a pesar de que el vehículo cuenta desde julio de 2023 con el permiso de la Administración Federal de Aviación para poder surcar los cielos de Estados Unidos.
Me imagino que tampoco corrieron a hacer el pedido de compra por los 300.000 dólares que cuesta en preventa. Ni se detuvieron a pensar en los mortales que, aunque quisieran poseer uno, tendrían que hacer verdadera magia para reunir el dinero. O esperar a que alguno de los compradores los invite a probar el vehículo. Pero no todos piensan así. Dukhovny precisó que la lista de posibles compradores dispuestos a pagar esta suma supera las 2.800 personas. Es más, indicó que obtuvieron muchos registros de compra desde el mismo momento en que se abrieron los libros de pedidos en octubre de 2022.
«Es el avión más vendido de la historia, más que Boeing, Airbus, Joby Aviation y la mayoría de los eVTOL (vehículos eléctricos de despegue y aterrizaje vertical) combinados», aseguró.
De acuerdo con la compañía, es también el «primer auto volador real del mundo» en ser certificado por la FAA. Otros modelos que han recibido en los últimos años el visto bueno para volar exceden en tamaño las delimitaciones para carriles en carreteras, autopistas y espacios de estacionamiento.
Un abrebocas
La compañía con sede en San Mateo, California, comenzó a trabajar en su coche volador en 2015 y voló un prototipo en 2019. Tiene entre sus patrocinantes al capitalista de riesgo Tim Draper, uno de los primeros inversionistas de Tesla y SpaceX. Los fabricantes adelantaron que el Model A no es muy rápido por tierra, donde alcanza aproximadamente 35 millas por hora, pero que en el aire, que es su razón de ser, desarrolla hasta 110 millas por hora.
Tiene cuatro ruedas y ocho rotores integrados en su estructura. Cuatro de estos rotores están ubicados en la parte trasera del vehículo y los otros adelante, donde normalmente se encuentra el motor de los coches convencionales que permiten un despegue y aterrizaje verticales. La carrocería cuenta con una superficie giratoria sobre la que está la cabina con capacidad para dos pasajeros fabricada en fibra de carbono.
Cuando se eleva, el marco del vehículo gira lateralmente 90 grados. Esto con la finalidad de que la parte delantera y la trasera del automóvil desempeñen el papel de las alas. A la vez, la cabina gira automáticamente sobre su eje y queda mirando hacia adelante. La autonomía de vuelo es de 177 kilómetros y por tierra de 321 kilómetros.
Ciencia ficción ayer, realidad hoy
Los autos voladores han sido un tema recurrente del cine y la televisión desde hace muchos años. Este tipo de vehículos ha desempeñado un papel fundamental en películas y series de ciencia ficción o de dibujos animados. Autos que medio despegan del suelo, otros que conforman una realidad urbana futurista y hasta unos que dejan volar aún más la imaginación al viajar en el tiempo.
Entre los vehículos que han quedado grabados en nuestros recuerdos destaca el ya mencionado Ford Anglia 105E azul de la saga de Harry Potter. Más allá de la poca pericia de sus conductores, tenía la capacidad no solo de volar, sino de volverse invisible para pasar inadvertido.
Hay otros dos vehículos, pero de series animadas, con poca autonomía de vuelo. El Mach 5 de Meteoro y el Stuka Rakuda de los Los autos locos. El primero tenía en el volante ciertos controles para activar artilugios propios de un agente secreto. Pero destacan el botón A y el E, que le permitían desplegar un gato hidráulico y unas pequeñas alas a los lados para dar saltos o vuelos rasantes de cierta distancia.
El Stuka Rakuda del Barón rojo era un híbrido de coche y avión, capaz de volar limitadamente, normalmente para sobrepasar por encima a los corredores o los obstáculos en la vía. Pero el más famoso es el DeLorean de Volver al futuro, pues le permite a Marty y al Doc no solo volar, sino viajar en el tiempo.
En las cintas de Blade Runner, tanto la de 1982 como la secuela de 2017, los efectos especiales se usaron para mostrar coches voladores muy parecidos a los modelos que vemos hoy competir por surcar libremente los cielos.
El más emblemático es el Spinner de la policía que es conducido por Rick Deckard (Harrison Ford). Circula por tierra, despega verticalmente, planea y vuela utilizando propulsión a chorro. En la película El quinto elemento (1997) también se muestra lo que sería una ciudad del futuro llena de coches voladores. El Landspeeder de Luke Skywalker en Star Wars Episode IV (1977) no podía quedar por fuera, aunque su vuelo es solo a ras del suelo.
Sueño de más de un siglo
El tema de los coches voladores no solo se remonta a nuestros años de infancia o a los de nuestros padres detrás de una pantalla. La idea de un vehículo que pudiera tener cualidad de circular por tierra y por aire comenzó a principios del siglo pasado propiamente dicho, porque desde 1843 ya se había presentado el primer prototipo de coche volador por los ingenieros británicos William Samuel Henson y John Stringfellow.
Y aparece de la mano del famoso escritor Julio Verne, quien en 1904 describe en su obra Dueño del mundo un coche-barco-avión llamado Terror que “se lanza al aire con una velocidad superior a la que alcanzan las aves”.
En 1917, Glenn Curtis, considerado el padre del auto volador, presenta en la Exposición Panamericana de Aeronáutica de Nueva York el Autoplane Modelo 11. Aunque nunca consiguió alzar el vuelo sentó las bases para los intentos posteriores. Ya para la década de los años 20 habían sido registradas en la oficina de marcas y patentes de Estados Unidos por lo menos ochenta patentes para coches voladores. Sin embargo, muchas estas ideas quedaron en solo eso. En el Salón del Aire de París, realizado en 1921, el modelo Tampier Roadable logra un recorrido de dos horas.
Henry Ford también quería un auto volador
Henry Ford fabricó un singular vehículo que era básicamente un avión de un solo asiento. El llamado Sky Flvver comenzó a hacer sus pruebas en 1926, pero fueron casi de inmediato cuando se estrelló en uno de sus cortos vuelos y el piloto perdió la vida. Aunque el Sky Fivver era un avión, la idea de Ford era venderlo de forma masiva como un coche.
Pero el primer “coche volador” tardaría en llegar nueve años. En 1937 Waldo Waterman y Glenn Curtis se asocian y crean el Arrowbile, que realizó su primer vuelo ese mismo año. El enorme artefacto medía 6,25 metros de longitud y poseía unas alas de 11 metros de envergadura. Podía volar a una velocidad de hasta 180 km/h y desplazarse por tierra a 90 km/h. El Arrowbile aún existe y es totalmente funcional.
En 1947, recién terminada la Segunda Guerra Mundial, aparece el ConvAirCar de Henry Dreyfuss. Un coche con carrocería de fibra de vidrio, alas y un motor en la parte superior. Se estrelló en su vuelo inaugural.
Leland Bryan, diseñador de Buick, presenta en 1953 el Autoplane, un vehículo equipado con un motor trasero que alcanzaba los 105 km/h. Lamentablemente murió en 1974 experimentando en su vehículo volador. Igual suerte había corrido un año antes Henry Smolinski en un Ford Pinto equipado con alas de una avioneta Cessna.
Los experimentos con los autos voladores continuaron por los siguientes años. Primero con con el Maverick, un curioso buggy con alas que realmente voló y que sigue activo. Luego vino el M400X, creado por Paul Moller, que ha diseñado coches voladores por más de cuatro décadas. Sin embargo, este auto no pasó del suelo.
NASA seguridad
La NASA ha puesto sus conocimiento para ayudar a las empresas emergentes del sector de los autos voladores. Equipos técnicos realizaron pruebas de choque para evaluar las consecuencias de una eventual caída de un coche volador en pleno vuelo. El experimento se llevó a cabo en el Centro de Investigación Langley, en Hampton (Virginia), donde se construyó una estructura metálica semejante a un prototipo de coche volador. Antes la NASA habían hecho simulaciones por ordenador para obtener datos y corroborarlos con la prueba real.
La agencia espacial norteamericana preparó el artefacto para comportarse como si se tratara de un coche volador. Y en su interior colocaron seis muñecos. El test consistía en hacer caer contra el suelo la estructura metálica suspendida en el aire por un sistema de cables y analizar las consecuencias del impacto. «Probamos con éxito el concepto de vehículo eVTOL obteniendo más de 200 parámetros de datos y recopilando más de 20 grabaciones con cámaras instaladas dentro y fuera del vehículo», precisó Justin Littell, asistente de investigación de la subdivisión de Dinámica Estructural de Langley.
Littell describió que la base del aparato y los asientos limitaron el efecto del impacto en los muñecos que hacían las veces de los pasajeros. Indicó también la prueba les permitió comprobar que el impacto contra los maniquíes de la estructura superior causó un daño mucho mayor del esperado. La NASA anunció que continuaría realizando este este tipo de pruebas para mejorar la seguridad en los autos voladores.