En el mundo somos, de acuerdo con los registros oficiales, más de 9.000 millones de personas. A pesar de que somos muchos, cada vez nos sentimos más solos. Especialmente las nuevas generaciones. España tiene más de 48 millones de habitantes, casi 8 millones entre 15 y 30 años. Es ese grupo etario, los jóvenes españoles quienes más padecen de soledad o por lo menos son quienes lo admiten.
Cuando se habla de los seres humanos una de las primeras características que se mencionan es que somos una especie gregaria. Condición que ha sido fundamental para nuestra supervivencia. Por eso la soledad siempre se ha visto como una anomalía que puede ser positiva en algún momento o circunstancia. Pero que generalmente es una condición indeseada. En el mundo moderno es cada vez más frecuente.
Estudios a nivel global revelan que es un problema que crece de manera significativa entre los jóvenes. Realizado por Gallup y Meta “El estado global de las conexiones sociales”, se llevó a cabo desde junio de 2022 hasta febrero de 2023. Entrevistaron a personas mayores de 15 años en 142 países. El 25% de los consultados entre 15 y 18 años dijeron que se sienten «muy solos» o «bastante solos». El porcentaje aumenta al 27% entre los participantes de 19 a 29 años.
Los grupos de mayor edad también se ven afectados, con un 25% y un 22% de los encuestados de entre 30 y 44 años y 45 y 64 años, respectivamente. En cambio, los mayores de 65 años muestran un menor índice de soledad. Sólo el 17% experimenta niveles significativos. Lo que subraya la prevalencia de la soledad entre los jóvenes. De acuerdo a estudio reciente, en España afecta a uno de cada cuatro jóvenes -el 25,5 por ciento de entre 16 y 29 años-. La cifra roza el 70% si se suman los que la han sentido en algún momento de su vida.
Soledad, raíz de otros problemas
La soledad es un problema que a menudo se pasa por alto, aunque requiere atención seria. Aquellos que la experimentan pueden no reconocerla como la raíz de otros problemas. Ya que puede ser difícil admitir sentirse “solo”. Puede estar asociado con la vergüenza o la dificultad para superar el aislamiento. A veces, las personas solamente reconocen sus sentimientos de soledad cuando los ven reflejados en otros.
No se percibe como un problema patológico, sino como una característica normal de la vida. Lo que puede disuadir a las personas de buscar ayuda especializada. Sin embargo, la soledad es un factor de riesgo potente, y poco conocido, que se asocia con la morbimortalidad. Puede causar alteraciones en la salud física. Como enfermedades cardiovasculares, trastornos alimentarios y problemas de sueño. Tambien produce alteraciones en la salud mental (depresión, suicidio y abuso de sustancias).
El aumento en las tasas de soledad en la actualidad puede atribuirse a varios factores. Que incluyen cambios en la distribución de la edad de la población, en la estructura de las relaciones sociales, aumento de las familias monoparentales, y un mayor número de personas que eligen vivir solas. El aumento de las demandas sociales que implican aislamiento, y la disminución de la probabilidad de satisfacer las necesidades emocionales y sociales, también pueden contribuir.
Una elección personal o una sensación
A lo largo de la historia, la soledad ha sido tema recurrente en la música, poesía y literatura. Reflejando su universalidad y su complejidad. A pesar de ser una experiencia común, es difícil de definir y cuantificar. A menudo es un sentimiento que las personas encuentran difícil de compartir abiertamente con los demás. Es una experiencia universal que puede ser tanto positiva como negativa.
La soledad positiva es una elección personal que permite la reflexión, el autoconocimiento y la creatividad. Es un estado de tranquilidad y plenitud que puede aumentar la productividad y promover el bienestar emocional. La soledad negativa (no deseada) es una sensación de aislamiento que puede tener efectos perjudiciales en la salud mental y física. A pesar de su impacto, muchos no reconocen la correlación entre la soledad no deseada y la salud mental. Por lo tanto, es crucial abordar este problema para mitigar sus efectos negativos. La soledad es una experiencia inherente a la condición humana. En la actualidad es considerada una epidemia que requiere un enfoque multidisciplinario.
El caso español
El pasado mes de enero, la Fundación ONCE y Ayuda en Acción presentaron el informe “Juventud y Soledad no deseada en España”, el primer estudio sobre la prevalencia en la juventud española (16-29 años). Investigaciones previas del Observatorio SoledadES, como el “Informe de percepción social de la soledad no deseada” y el estudio “El coste de la soledad en España”, habían indicado que este grupo es especialmente vulnerable. No obstante, hasta la fecha no existían datos específicos sobre su incidencia ni sus causas en nuestro país.
Para la investigación se realizó una encuesta a 1.800 jóvenes para medir los niveles de soledad reportados. Los resultados permitieron comparar las experiencias de soledad entre aquellos que se sienten solos y aquellos que no. Además, se realizó un análisis multivariante para identificar los factores de riesgo significativos de la soledad en la juventud.
Los datos
La soledad no deseada alcanza más a las mujeres de entre 22 y 27 años, a desempleados, a jóvenes en riesgo o situación de pobreza, a los que han sufrido acoso escolar o laboral, tienen mala salud física o mental, con discapacidad, de origen extranjero o del colectivo LGTBI. Algunos datos que muestra el estudio son:
- Uno de cada cuatro: El 25,5% de los jóvenes españoles de entre 16 y 29 años se sienten solos actualmente.
- Siete de cada diez: El 69% de las personas de este mismo rango de edad se sienten solas ahora o se han sentido solas en algún momento de su vida.
- Franjas centrales de la juventud: Alcanza los valores máximos entre los 22 y los 27 años, con cifras que rebasan el 30%.
- No es un fenómeno puntual o pasajero: Tres de cada cuatro jóvenes que dicen sufrir soledad no deseada (75,8%) asegura sentirla desde hace más de un año, y casi la mitad (45,7%) desde hace más de tres.
- Afecta más a mujeres: (31,1%) que a hombres (20,2%).
- Acoso escolar y laboral: lo han sufrido un 58,1% de los jóvenes con soledad, frente al 32,1% que no la sienten.
- Pobreza: Tener dificultades para llegar a fin de mes elevan la probabilidad de sentir soledad en un 38,5%.
- En paro es mayor: Tienen una prevalencia 5 puntos por encima que los que estudian o trabajan
Amigos reales no virtuales
El estudio sobre la soledad no deseada en la juventud española arroja luz sobre varios factores de riesgo. Contrariamente a lo que se podría pensar, la intensidad y frecuencia de uso de las redes sociales digitales no tienen impacto. Las relaciones de amistad juegan un papel crucial para evitar la soledad. Lo que realmente importa es la presencia física en las relaciones con amigos. Pasar más tiempo ellos de forma presencial redujo el riesgo. Contar con mayor cantidad (más de 4 amigos cercanos) y calidad de amistades tuvo un efecto protector frente a la soledad. En contraste, la satisfacción con las relaciones familiares no tuvo un impacto estadísticamente significativo.
El acoso, ya sea escolar o laboral, es un factor significativo en la soledad. Las personas que han sufrido acoso tienen un 37,2% más de riesgo de experimentar soledad. La salud mental también es un factor clave en la soledad no deseada. Elevó el riesgo 2,5 veces, la percepción de ansiedad en 89,2% y baja autoestima en 83,2%. Quienes tuvieron pensamientos suicidas mostraron 81,1% más probabilidades.
La pobreza incrementa el riesgo de soledad. Vivir en situación de pobreza moderada aumentó el riesgo 38,5%. También lo hizo reportar dificultades económicas (31,7%) o altos niveles de endeudamiento (41,3%). Sorprendentemente, vivir en municipios de tamaño medio (entre 50.000 y 500.000 habitantes) incrementa la soledad, a pesar de la imagen de mayor aislamiento asociada a los pueblos y las grandes ciudades. También lo es que la sensación de soledad es mayor en los jóvenes que residen en su propio piso o compartido que entre quienes viven con sus padres (28% frente a 23,7%).
Vulnerables
La asistencia a terapia psicológica puede servir como escudo contra la soledad. Quienes nunca han asistido tienen un 45,7% más de probabilidad de experimentar esta sensación que aquellos que sí han recibido apoyo profesional. Sorprendentemente, quienes mantienen sus relaciones sociales principalmente en línea enfrentan el doble de probabilidad de sentirse solos en comparación con quienes interactúan de forma presencial.
Percibir negativamente el estado de salud aumenta en un 42,2% el riesgo de soledad no deseada. Los jóvenes extranjeros también se enfrentan a una amenaza superior, con un 72,5% más de probabilidades que sus pares españoles. Asimismo, la prevalencia de soledad es significativamente mayor, 54,2%, entre los jóvenes con discapacidad, versus el 24,9% de aquellos que no la tiene. También la discriminación sexual juega un papel al elevar en un 48,7% las posibilidades para los jóvenes del colectivo LGTBI.
Tendencia sostenida
La reciente encuesta corrobora los datos arrojados por el estudio social de 40dB para la Cadena SER y El País de marzo 2023, que se basó en 2.000 entrevistas. En esa oportunidad reveló que el 65,5% de las personas cree que los mayores son el grupo que más sufre de soledad no deseada. Aunque en realidad son los jóvenes de 18-24 años, con casi el 37%. Les seguían los de 25-34 con 32.9% y 35-44 con 28.8%. Paradójicamente apenas afectaba al 12,9% de los mayores de 65 años y al 13,4% de los de 55 a 64 años.
De acuerdo con el sondeo de 40dB casi la mitad de la población (42.3%) conoce personalmente a alguien que sufre soledad, principalmente amigos. Un 22% sintió “mucha o bastante soledad” en el 2022, especialmente de forma no deseada (69.6%). El estudio publicado en 2023 también revelaba que la soledad tiene mucho que ver con la situación económica. Los desempleados reportaron mayores niveles 33%, (10.9 puntos más que asalariados y 18.5 más que los jubilados). Entre estudiantes fue de 27.4%. Trabajar en horarios no convencionales generó soledad en 38.3%.
En ese estudio el género tenía poca influencia, pero las mujeres lideraban las cifras sintiéndose algo más solas 23% que los hombres 20,7%. (En el estudio de este año esa tendenia se acentuó). El estado civil si fue considerado determinante: el 32% de los solteros y el 26,3% de los separados o divorciados se sienten solos. Frente al 14,4% de los casados. Cuando se les preguntó quiénes creen que tienen mayor capacidad para combatir el sentimiento de soledad no deseada, el 41,6% aseguró que el entorno de quien lo sufre. Las cifras caían a un 15% para la persona que se encuentra en esa situación, 10% el Gobierno central y 7,5% los Ayuntamientos.
Un problema de salud pública
Los estudios del 2023 y el más reciente del 2024, desnudan una situación que pareciera agravarse. Que los jóvenes españoles se sientan más solos en sus lugares de estudio y de trabajo preocupa por que tradicionalmente es donde surgen las amistades. Los problemas económicos están afectando negativamente la capacidad de socializar de los jóvenes. Los datos arrojados demuestran que los amigos virtuales no sustituyen a los amigos reales.
Abordar la soledad exige un enfoque multidimensional capaz de atacar tanto sus causas estructurales como fomentar una sociedad más inclusiva e integradora con los adolescentes y jóvenes. Entre las recomendaciones que el estudio ofrece está favorecer la educación emocional y la inclusividad en todos los tramos educativos. También proteger la salud mental en la adolescencia y la juventud. Fomentar las relaciones sociales mediante el ocio saludable y reforzar las políticas educativas, de empleo y de inclusión social se considera necesario. Solo de esta forma podrá mitigarse el sufrimiento que genera esta angustiosa experiencia en las nuevas generaciones.
Es crucial que se tomen medidas para abordar el problema. Las políticas y programas deben centrarse en prevenir y abordar el acoso y aliviar la pobreza. Además, es importante fomentar las relaciones presenciales entre los jóvenes. Ya que parece ser un factor efectivamente protector. La soledad no es solo una crisis individual. Es una crisis social que requiere una solución colectiva y «una responsabilidad compartida por toda la sociedad», admite ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego.