Por años se ha mantenido la tesis de que es posible un crecimiento económico sin afectar el medio ambiente y la biodiversidad. Hasta ahora se partía de la base de que la economía tiene que crecer y buscar opciones que minimicen la pérdida de biodiversidad. La realidad ha demostrado que todo queda en buenas intenciones. Un estudio en el que participaron 22 especialistas en ecología de la conservación y economía de la ecología subraya esa contradicción.
El estudio «Política de biodiversidad más allá del crecimiento económico», publicado esta semana en la revista científica Conservation Letters bajo la supervisión del español Lago Otero, de la Universidad de Lausana (Suiza), subraya la necesidad de definir los objetivos de conservación y bienestar social. Y luego analizar cuáles serían los modelos económicos para alcanzarlos.
🆕Economic growth is incompatible with biodiversity conservation
There is a contradiction between economic growth and biodiversity conservation. 📃 in @ConLetters
We recommend @IPBES to incorporate a scenario that goes beyond economic growth. 📉
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— CREAF (@CREAF_ecologia) April 14, 2020
La recomendación a la IPBES (Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas) es incorporar escenarios que vayan más allá del crecimiento económico como parte de su trabajo actual para visualizar el futuro de la biodiversidad.
En ese sentido, los investigadores de 12 países consideran necesario un cambio urgente de paradigma y proponen siete medidas en ese sentido.
“Nuestro trabajo propone ir más allá del crecimiento económico. Esto requiere dejar de utilizar el Producto Interno Bruto como indicador guía. Esto puede significar tasas positivas o negativas de crecimiento del PIB. Cada vez más voces en IPBES están pidiendo reemplazar este indicador económico con nuevos paradigmas de bienestar», dijo Lagos.
Alternativas para preservar la biodiversidad
En los últimos 170 años en los Estados Unidos, por ejemplo, el crecimiento económico continuo se ha asociado con la pérdida de biodiversidad, pero su contribución al progreso social se ha estancado desde finales de los años setenta.
En el informe, en el que aparecen académicos de la Universidad de Oxford, el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales de Barcelona (CREAF), la Universidad de Leipzig, la Universidad de Rosario, la Humboldt de Berlín y la Universidad de California Berkeley, entre otras, busca sentar las bases para romper con esos paradigmas.
Las siete recomendaciones comienzan con abordar la comercialización de recursos a nivel internacional, al establecer límites absolutos a los productos comercializados y asignarlos por país. Un menor comercio internacional reduce la extracción de recursos y la propagación de especies invasoras.
“Diferentes cupos podrían aplicarse a cada país dependiendo de su consumo histórico y los excesos en las emisiones de dióxido de carbono”, señala el documento.
También aconsejan restringir la actividad de las industrias extractivas en áreas de alta biodiversidad y eliminar los subsidios a este sector. “Los topes pueden complementarse con moratorias específicas para la explotación de recursos en zonas de biodiversidad altamente delicada”.
Y examinar en detalle la necesidad de infraestructuras como aeropuertos, represas o autopistas y su impacto en ecosistemas sensibles y en las comunidades.
Reducir la semana laboral
Otro de los aspectos que abordan es promover una legislación que reduzca la semana laboral y apoyar a las empresas que implementan esquemas de trabajo compartido por reducir la presión ambiental y los impactos sobre la biodiversidad.
“Bajo determinadas circunstancias, la jornada de trabajo más corta está relacionada con menores emisiones de carbono y otras afectaciones perjudiciales para la biodiversidad”.
#EconomicGrowth is incompatible with #BiodiversityConservation, so why do conservation policies advocate it? asks major new study with Noragric’s Erik Gómez‐Baggethun. @ConLetters @R_Degrowth @DegrowthTalkshttps://t.co/S7BEJPwEAX
— Noragric (@noragric) May 5, 2020
Priorizar la planificación urbana compacta y el uso compartido de la vivienda, al igual que informar sobre el impacto de la producción en la biodiversidad son fundamentales. También promover el desarrollo agroecológico y la soberanía alimentaria. Para ello se hace necesario que los gobiernos impulsen regulaciones y subsidios, así como sistemas impositivos.
“Una naturaleza bien conservada nos protegería de enfermedades como esta. Detrás de la pandemia está la deforestación, la expansión de la agricultura o el comercio de especies, que ponen a más gente en contacto con los animales portadores de los virus”, explicó Otero a El País.
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