Hollywood se lo ha plateando en múltiples ocasiones, en películas apocalípticas. También ha sido motivo de especulación en documentales, libros y serie de televisión. La pregunta resurge cuando la pandemia del coronavirus plantea serias interrogantes para la sociedad actual. Entonces, ¿qué pasaría si los humanos desaparecieran de la faz de la Tierra?
Por aterradora que parezca la idea, no es descabellada. La Tierra tiene 4.500 millones de años y la raza humana apenas si tiene unos cientos de miles. Además, el planeta ha sido testigo de al menos 6 extinciones masivas. Entonces, ¿podría volver a ocurrir?
No somos tan importantes
En su éxito de ventas de 2007, El mundo sin nosotros, el periodista Alan Weisman describe un planeta que se regenera después de la extinción de los seres humanos. Los rascacielos se desmoronan y los puentes se derrumban en los ríos. Pero los bosques primitivos se hacen cargo y los búfalos vuelven a vagar. Es una visión optimista del futuro, si eres un búfalo, un delfín o una cucaracha. No más ganaderos. No más grandes redes de arrastre, no más insecticidas.
Pero no es un gran futuro si eres un ser humano. En su perspectiva desapasionada -y no centrada en el homo sapiens-, el libro de Weisman está diseñado para sacudir nuestra ingenua suposición de que siempre estaremos cerca, independientemente de las amenazas existenciales que se ciernen sobre nuestras cabezas.
La evolución, por alguna razón, nos ha hecho incapaces de enfrentar nuestra propia desaparición. Es casi como si viéramos siempre las armas nucleares y el cambio climático y las pandemias como películas que nos asustan en la noche, pero cuyo efecto aterrador desaparece a la luz de la mañana.
Pero ¿y si pasara?
Claro. A estas alturas se puede pensar que la obra de Weisman es, por supuesto, especulativa, ya que se basa en conjeturas de lo que ocurriría si los humanos desaparecieran.
Pero en la ciencia hay voces que dicen que no hay que preguntar qué pasaría si la humanidad desapareciera. Lo que cabría preguntar es qué va a pasar cuando ocurra. La extinción humana es solo cuestión de tiempo.
Y algunos piensan que vendrá más temprano que tarde. En 2010, el reconocido virólogo australiano Frank Fenner afirmó que los humanos probablemente se extinguirán en el próximo siglo debido a la sobrepoblación, la destrucción del medio ambiente y el cambio climático.
Fenner afirma que estos factores conllevarán a la desaparición de nuestra especie y de otras. Según él, la situación actual es irreversible, y es demasiado tarde para reparar los efectos que ha tenido la industrialización sobre la Tierra.
Por otro lado, advierte de que el cambio climático no ha hecho más que empezar y que será la causa más probable de nuestra extinción.
Aunque hay científicos que mantienen una postura tan pesimista como la de Fenner, otros se muestran más optimistas. Afirman que todavía hay tiempo para la esperanza, y que la conciencia de los problemas dará lugar a cambios revolucionarios. Estos propiciarán la implantación de la sostenibilidad ecológica en el planeta.
La Tierra ni lo notará
La obra de Weissman analiza los cambios a corto plazo en la composición general del planeta, y señala las posibles ramificaciones a largo plazo de una Tierra que de repente no se ve afectada por una especie que a menudo parece obsesionada con destruirla. Y hay algunos ejemplos actuales que permiten hacer conjeturas.
En la zona de exclusión de 30 kilómetros que rodea la planta de energía de Chernobyl en Ucrania, que fue severamente contaminada después del colapso del reactor de 1986, las plantas y los animales prosperan de una manera que nunca antes lo habían hecho.
Actualmente, en los desiertos del Medio Oriente, las ruinas de hace miles de años aún son visibles. Pero no se puede decir lo mismo de las ciudades que solo tienen unos pocos cientos de años en los bosques tropicales.
En 1542, cuando los europeos vieron por primera vez las selvas tropicales de Brasil, informaron de ciudades, carreteras y campos a lo largo de las orillas de los principales ríos. Sin embargo, después de que la población fue diezmada por las enfermedades que los exploradores trajeron consigo, estas ciudades fueron rápidamente reclamadas por la selva.
Evidencias presentes
Pero aún hay más. Las medidas de confinamiento y de paralización de actividades humanas, a raíz de la pandemia de la COVID-19, nos han mostrado un «avance» de la película apocalíptica anunciada por Weissman o Fenner.
Los efectos han sido impresionantes y asombrosos. En las zonas donde los efectos de la COVID-19 han sido mayores como el norte de Italia, la Nueva Delhi de la India y la provincia de Hubei de China, los funcionarios están registrando algunas de las tasas de contaminación del aire más bajas en décadas.
Esto se debe en gran parte al hecho de que muchas de las mismas fábricas y otras plantas industriales que normalmente arrojarían toxinas al aire ahora están cerradas. Igualmente importante es el hecho de que muchos menos de nosotros viajamos tan lejos como lo haríamos normalmente, debido al confinamiento.
¿Una Tierra mejor?
Es muy probable que el fin de la raza humana no signifique el fin del mundo… la Tierra existió miles de millones de años antes de que apareciéramos y seguramente siga existiendo mucho tiempo más sin nosotros. Es más, los ecologistas sostienen que sin la presencia de los mayores depredadores (nosotros), es muy probable que la Tierra prospere como nunca.
Según Weisman, lo más seguro es que nuestra huella en el planeta se vaya desvaneciendo y surja finalmente una nueva normalidad. Luego de los primeros dos días se terminaría la iluminación de calles y ciudades. A su vez, los subterráneos se inundarían en tan sólo 48 horas, a raíz de la interrupción de los sistemas de bombeo de agua.
Una semana después de que la humanidad desapareciera, las centrales eléctricas, térmicas y eólicas, ya no funcionarían al no estar activo sus sistemas de mantenimiento. Cumplidos los 10 días va a haber una gran cantidad de animales que no sobrevivieron sin el humano. Esto ocurriría principalmente con las mascotas y los animales de granja. Recién a los tres meses, la contaminación atmosférica comenzaría a reducirse.
Un siglo más tarde, los animales en peligro de extinción ya no lo estarán, sino que multiplicarán su población.Las mascotas sobrevivientes se volverán depredadores. Los puentes y grandes obras arquitectónicas también se derrumbarían. Algunas ciudades podrían hasta inundarse por la falta de mantenimiento y eventuales fugas de agua.
Luego de 1.000 mil años, el océano se volvería uno totalmente diferente. Las especies marinas también se multiplicarían y el agua se recuperaría de la constante y pasada contaminación. Si la humanidad desapareciera sería una tragedia para nosotros. Pero la mayor parte de la vida del planeta probablemente lo agradecería.
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