El gigante petrolero Shell inició una demanda contra Greenpeace por 2,1 millones de dólares en daños y perjuicios, en una de las mayores amenazas legales contra el grupo ambientalista. Después de que sus activistas ocuparan una plataforma petrolera en movimiento a principios del año.
La demanda, calificada por Greenpeace como “arrogante intimidación”, exige un bloqueo indefinido de todas las protestas en la infraestructura de Shell en el mar o en los puertos de cualquier parte del mundo. De lo contrario, la multinacional energética presentará reclamaciones que podrían alcanzar 8,6 millones de dólares si las empresas contratistas también reclaman daños y perjuicios.
La petrolera, que ha recibido demandas de comunidades sudafricanas, lanzó uno de los contundentes emplazamientos legales contra Greenpeace en sus 50 años de historia. Luego de que sus activistas abordaran un barco que transportaba equipo crucial para que Shell produjera más petróleo y gas en el Mar del Norte. La ocupación permaneció durante el viaje de casi 4.000 kilómetros, portando pancartas de rechazo a la extracción de crudo.
Cuando el barco llegó al puerto noruego de Haugesund, procedente de las costas de las Islas Canarias, los activistas terminaron su ocupación de 13 días con un mensaje a Shell: “¡Ya basta! Dejen de perforar y comiencen a pagar por la destrucción climática que han causado”.
En el momento de la protesta, 31 de enero al 12 de febrero, Shell y su codemandante, el constructor de plataformas Fluor, dijeron que pedirían una indemnización de más de 120.000 dólares.
En correspondencia más reciente, la reclamación se acercaba a los 8,6 millones de dólares. Una reclamación de $2,1 millones de Shell y una reclamación de $6,5 millones de Fluor, según Reuters. El objetivo es recuperar los costos relacionados con retrasos en el envío, gastos de seguridad adicional y costos legales.
La demanda de Shell a Greenpeace
Si bien el gigante petrolero no se opone al derecho a protestar, abordar un barco en movimiento en el mar era «ilegal y extremadamente peligroso», dijo un portavoz de Shell a la agencia británica. Greenpeace respondió que Shell estaba tomando represalias contra una “protesta pacífica” con una “demanda de intimidación” para silenciar a los activistas.
Ante el avance de la demanda, la ONG indicó que «ésta es una de las mayores amenazas legales contra la capacidad de la red Greenpeace para hacer campaña en sus más de 50 años de historia».
Shell hizo un ajuste en la oferta para reducir la carga monetaria. La empresa y su contratista llegarán a un acuerdo con 1,4 millones de dólares en concepto de daños y perjuicios. Siempre y cuando “las organizaciones de Greenpeace acepten no volver a protestar contra su infraestructura, ni en el mar ni en los puertos de ningún lugar del mundo”, según Greenpeace.
El grupo y su filial en el Reino Unido dijeron que “estarían de acuerdo con tal prohibición de protestas si Shell aceptara dejar de destruir el clima. Cumpliendo con la orden judicial de los Países Bajos que requiere que la compañía reduzca sus emisiones en un 45% para 2030, en comparación con 2019, en todas las actividades”.
Yeb Saño, director de Greenpeace Sudeste Asiático, se encuentra entre los activistas nombrados individualmente en la demanda legal de Shell y se refirió a la acción legal. “Shell está tratando de silenciar mis demandas legítimas: que debe detener su búsqueda insensata y codiciosa de combustibles fósiles. Y asumir la responsabilidad por la destrucción que está causando en el mundo. Me presentaré ante el tribunal y lucharé contra esto. Y si Shell se niega a dejar de perforar, yo me niego a dejar de luchar por la justicia climática”, dijo.
Escenario de tensiones
Shell informó en febrero que sus ganancias de 2022, 40.000 millones de dólares, se habían más que duplicado con respecto al año anterior. Basándose en esta cifra, Greenpeace ha dicho que a Shell le habría llevado “menos de dos segundos” ganar los 120.000 dólares que la empresa inicialmente pedía a Greenpeace por daños y perjuicios.
En julio, el director ejecutivo de Shell, Wael Sawan, señaló que reducir la producción de combustibles fósiles es “peligroso”. Un llamado de atención que el jefe climático de la ONU, Simon Stiell, calificó de “irresponsable”. Desde entonces, recordó Qartz -sitio en internet dedicado a la economía y cambio climático- el ejecutivo de Shell ha asegurado al personal que “cree en una acción climática urgente”. Pero también ha estado revitalizando el negocio principal de petróleo y gas de la compañía desde su nombramiento a principios de este año.
Mientras tanto, el jefe de energías renovables de Shell, Thomas Brostrom, dejó la compañía a inicios de 2023. Una empresa energética francesa reemplazó a Shell en proyectos eólicos en aguas irlandesas después de que la petrolera británica se retirara de los proyectos el año pasado. Miles de empleados respaldaron una carta abierta dirigida a los dirigentes. Expresaron su preocupación por el retroceso en la reducción de la producción de combustibles fósiles.
Areeba Hamid, codirectora ejecutiva de Greenpeace Reino Unido, pide que el caso sea desestimado fuera de los tribunales. Y que Shell sea regulada por el gobierno “porque está claro que Sawan está empeñado en obtener ganancias, sin importar el costo humano”.