Por Paz Mata | Ilustración: Luis Moreno
21/04/2018
El calentamiento que sufrió nuestro planeta en 1992 tuvo mucho que ver con la tórrida interpretación que Sharon Stone hizo de la perversa psicópata Catherine Tramell en la inolvidable Instinto Básico. Desde entonces, su talento artístico (o, a veces, la falta de éste) ha quedado plasmado en más de 30 películas, tocando todas las teclas, desde el thriller a dar voz a un personaje animado, pasando por el drama, el wéstern y la comedia. Como dijo Gilles Jacob, cuando en el 2005 le impuso la medalla Oficial de las Artes y las Letras, concedida por el Ministerio de Cultura francés, “el simple hecho de aparecer usted en la pantalla, promete subversión y calentamiento.”
No se anduvo con finezas el galo, como taNo se anduvo con finezas el galo, como tampoco lo hizo Joe Eszterhas, guionista de Instinto Básico, cuando dijo que Sharon Stone era el ideal de mujer para tipos como Bill Clinton porque “combina la belleza de la rubia aspirante a Miss Arkansas y la inteligencia de Hillary Clinton”. Lo cierto es que las fantasías del escritor, que afirmaba haber creado el vehículo para que la Stone se convirtiera en el mayor sex symbol americano desde Marilyn Monroe, no andaban desencaminadas. Sin embargo, allí donde Marilyn mostraba vulnerabilidad, Sharon encarnaba a la mujer de acero, la que provoca sugestivas fantasías sexuales y te hacen entrar en una trémula zona de violencia y sexo. Atrás quedó la femme fatale y la prima donna, que ayudó a recaudar en taquilla más de mil millones de dólares a lo largo de su carrera.
Ahora, a los 60 años recién cumplidos, Sharon Stone dice haberlo visto todo y estar de vuelta de todo. Madre de tres hijos adoptados y divorciada por partida doble, la actriz deja atrás su pasado, su nominación al Oscar y un derrame cerebral por el que estuvo a las puertas de la muerte. Pero lejos de retirarse del mundanal ruido, Stone comienza una nueva etapa, aprovechando al máximo esta segunda oportunidad que le brinda la vida. El vehículo que la transporta durante esta nueva aventura es la miniserie de televisión Mosaic. Creada por Steven Soderbergh, Mosaic es un proyecto en el que el espectador interviene de forma directa en la historia, vía smartphone App, eligiendo, como si de un árbol genealógico se tratara, qué personaje le interesa más y cómo seguir la aventurera y misteriosa trama de la historia.
La actriz interpreta a una famosa autora de libros infantiles en busca de un nuevo amor. Pretendientes no le faltan, pero todos se convierten en sospechosos cuando ella, misteriosamente, desaparece del mapa. Un papel que tiene mucho que decir sobre las relaciones sentimentales especialmente en los tiempos que corren. “En mi generación a las mujeres nos educaron a acomodarnos al gusto de los hombres, perdimos nuestra personalidad para hacer lo que se esperaba de nosotras. Las cosas están cambiando al respecto, aunque no tan rápido como debieran,” dice en nuestro encuentro en un hotel de Beverly Hills al que se presenta vestida de satén gris perla y subida a unos vertiginosos tacones de aguja. El divismo del que hizo gala en el pasado ha desparecido, llega puntual a su cita, con la única compañía de su fiel publicista, luciendo sonrisa perenne y ofreciendo efusivos abrazos.
Acaba de cumplir 60 años y sigue estando fabulosa. ¿Cómo lo consigue?
Viviendo la vida con una perspectiva muy distinta. Cuando tenía 50 era todo “mírame” porque todavía tenía un físico atractivo y vivía con intensidad y con ganas de hacer muchas cosas. Ahora me veo muy bien, teniendo en cuenta todo lo que he pasado, pero al mismo tiempo soy consciente de que me voy acercando a la vejez y no quiero vivirla como una vieja. Cuando tenía 40 años decidí que tendría la vejez de una bailarina, y por eso tenía que seguir bailando, moviéndome y haciendo vida sana. Pero el derrame cerebral cambió todo, por un tiempo no tuve muy claro que iba a poder volver a trabajar y de hecho cuando volví, me costó mucho. Lo hice con un papel en la serie Ley y orden y fue una sensación muy extraña porque no sabía cómo hacerlo, después de haber protagonizado grandes películas había perdido mi memoria fotográfica y tenía que volver a aprender a memorizar el texto de mi personaje. Pero eso ya pasó, ahora estoy perfectamente y puedo trabajar sin problemas. Estoy muy agradecida por todo lo que tengo, mis hijos, que son adolescentes y viven conmigo y mi carrera, que empieza a despuntar otra vez. Tal vez eso tenga que ver con mi aspecto.
¿Qué ha aprendido de la vida a los sesenta que no supiera a los cuarenta?
No sabía que no podía cambiar a la gente, que la gente es como es. Que no importa lo buena compañera o esposa que seas para que tu matrimonio y tu vida vaya a ser fabulosa. No sabía que un derrame cerebral, que me tuvo nueve días al borde de la muerte, me iba a cambiar por completo la vida. Tampoco sabía que iba a estarle tan agradecida a la vida por cumplir 60 años y que volvería a trabajar en proyectos muy distintos e interesantes como los que estoy haciendo.
¿Hablando de ello, Mosaic es un trabajo muy experimental en el mundo de la televisión. Viniendo del cine y de hacer series de televisión más convencionales, qué desafíos ha supuesto para usted su papel en ella?
Es un modo de trabajar muy distinto, filmamos entre 20 y 30 páginas al día. Steven (Soderbergh) además de dirigir, es el director de fotografía y uno de los cámaras, porque a veces se filman las escenas con tres cámaras, lo cual es fantástico. Lo disfruté mucho, pero al principio fue difícil porque era todo nuevo para mí, pensaba que era un sprint y se convirtió en un maratón. Así que tuve que acostumbrarme a ello y aguantar el tirón. Por suerte tuve a mi lado a un brillante director.
¿A lo largo de su carrera ha tenido la suerte de trabajar con alguno de los mejores, qué ha aprendido de ellos?
Cuanto mejores son, menos ego tienen. Lo que les importa es la calidad del trabajo que hacemos y no todo ese juego político que algunos se traen entre manos. El abuso de poder me ha sacado de quicio siempre. He tenido directores que querían que me sentara en su regazo mientras esperábamos el momento de filmar la escena. No he visto a ningún director que le pida a Tom Hanks que se siente en su regazo (ríe). No, yo ya no estoy por la labor de dorarle la píldora a nadie por el hecho de que sea el director de mi película. Tengo tres hijos, trabajo por ayudar a mucha gente que lo necesita y mi tiempo lo dedico de lleno a eso, no lo pierdo en estupideces o en inflarle el ego a un señor. Creo que lo que dijo Frances McDormand al recibir el Oscar es lo más profundo que ha dicho nadie en estos momentos, “señores, estamos aquí para trabajar.” Yo estoy aquí para hacer buenos papeles y trabajar con buenos directores. Estoy aquí para trabajar.
¿Qué piensa de este turbulento clima que se está viviendo en los últimos meses, tanto Hollywood como en el resto del mundo, con respecto a los abusos sexuales, los abusos de poder y la brecha salarial que afecta a las mujeres?
Creo que necesitamos encontrar espacios para que la mujer pueda expresar libremente lo que le está ocurriendo sin sentirse amenazada y sin temer a las consecuencias. Aunque agradezco que los medios de comunicación empiecen a generar esos espacios, no creo que sea el foro perfecto para tener esta conversación. Deberíamos tenerla en las aulas de los colegios, institutos y universidades. Hablar con nuestros jóvenes de lo que está ocurriendo y enseñarles lo que está bien y lo que no. ¿Qué clase de sociedad estamos construyendo cuando una mujer de 20, 30 o 40 años tiene que callar ante las actitudes machistas o no sabe dónde acudir para denunciarlas? Dicho esto, no todo es blanco o negro, sino que hay muchos tonos de grises entremedio y hay que ser muy cautelosos y tratar cada caso de forma justa. Pienso que todos los movimientos que se han creado son muy positivos, pero las mujeres no tenemos que actuar como lo harían los hombres, necesitamos actuar con la verdad y también con la reconciliación. Las mujeres no somos pensadores lineales, sino concéntricos. Somos las que podemos tener la carne en el horno al mismo tiempo que estamos planchando la ropa, mientras ayudamos a hacer los deberes a nuestros hijos. Buenos es solo la opinión de una mujer (ríe).
Olivia, su personaje en Mosaic, es escritora. ¿Cuál es su relación con la literatura?
Soy una adicta a la lectura (ríe).
¿Le gustaría escribir sus memorias?
Llevo escribiendo mis memorias desde hace siete años. Pero cada vez encuentro un ángulo distinto y no consigo darle forma, donde empezar. Primero comencé por mis memorias de cuando filmé en África Las minas del Rey Salomón, y empecé a visitar hospitales en África interesándome por las víctimas del sida y luego en Estados Unidos. Más tarde, tuve una nueva experiencia después de sufrir el derrame cerebral. He tenido una vida muy completa e intensa y tengo que ordenar todos esos episodios antes de publicarlas. También he escrito muchas historias cortas, que se han publicado, y ahora estoy trabajando en una recopilación de esas historias que saldrán publicadas en un libro.
Dicen que las estrellas de cine nacen para serlo, usted pertenece a este escaso grupo. ¿Cómo vive hoy esta realidad?
Cuando esto te sucede en la vida es como cuando la luz incide en ti, aunque no ocurre siempre. En los últimos años he vivido momentos difíciles y esa luz no siempre me ha acompañado, viví momentos de oscuridad, elegidos por mí, porque creí que ya no aguantaba más los focos de atención, que son demasiado intensos cuando eres una gran estrella de cine. Francamente no sé cómo lo hace gente como Leonardo DiCaprio o Tom Cruise que llevan décadas siendo estrellas del cine. Cuando empecé a sentir que esa luz volvía a mí, lo hablé con Tina Manning, que es la persona que me ha acompañado en mi carrera en los últimos 12 años. Le dije: siento que las cosas empiezan a cambiar, me van a llegar buenos proyectos este año así que tenemos que estar preparadas. No me pregunte por qué, pero yo lo siento, como lo sentí cuando Instinto Básico fue al festival de Cannes y el público gritaba mi nombre en la alfombra roja del Palais. No creo que sea el destino, yo soy un poco existencialista en ese sentido y creo que uno no es elegido sino que elige con cuanta integridad quiere encontrarse con su destino y cómo se va a comportar cuando ese destino se manifiesta.
Sin embargo, hubo un tiempo en que la divina Sharon Stone se comportaba como una gran diva de la pantalla de cine. Se decía que su contrato laboral era del tamaño de una enciclopedia, requería, entre otras cosas, que su nombre apareciera en el cartel de la película al mismo tamaño que el título de ésta. El número de ayudantes, entre los que se contaban secretaria, masajista, estilista, peluquero, maquilladora, profesor de pilates, chef y guardaespaldas, no bajaba de la docena. Los viajes los hacía siempre en avión privado, exigiendo billetes extras para que familiares y amigos la visitasen en el lugar de trabajo. También se habla de cambios de última hora en el guion, cuando la actriz encontraba algo que no le gustaba o paradas en los rodajes cuando decidía que tenía que hacer una llamada de teléfono. No es de extrañar, pues, que Joe Eszterhas se ensañara con ella en sus novelas de semificción sobre los escándalos de Hollywood, mostrando a Sharon Stone como una prima donna.
¿Es adictivo ese momento de estrellato?
Hay ciertos aspectos del estrellato que son fantásticos y pueden ser adictivos, pero en realidad no lo son. Lo que ocurre es que cuando esto pasa la gente se encierra en sí misma y el mundo de afuera se cierra. A mí me ocurrió. Por ejemplo, no me enteré de que los sellos ahora no se pegan con agua sino que eran de autopega. Cuando salí de mi burbuja tiré a la basura un montón de sellos porque veía que no se pegaban cuando los mojaba, no sabía que ahora vienen con un papelito que hay que retirar antes de pegar (ríe). Igual me sucedió cuando iba a comprar y entregaba mi tarjeta de crédito a la cajera del supermercado y esta me la devolvía porque no sabía que había que meterla en una maquinita y marcar un número secreto. Sales de tu burbuja y no sabes cómo llevar a cabo las cosas más básicas o no sabes cómo comportarte en sitios públicos, porque hasta entonces han sido los demás los que te han llevado, traído y hecho las cosas por ti.
¿Cómo se cura esa megalomanía?
Dándote cuenta de que todo tiene su momento, de que es enfermizo seguir por ese camino mucho tiempo y de que tienes que cambiar tu sistema de valores. A mí me ayudó mucho un libro que se titula El delirio del famoso, que es casi como un libro de texto para mí. Decidí usar la fama para hacer cosas importantes con ella y para evitar comportamientos adictivos, salvarme de la locura, de ser una persona odiosa y desagradable. Encontré el antídoto contra el narcisismo hollywoodiano en mis labores filantrópicas con mi fundación Planet Hope, que dirige mi hermana Kelly y, sobre todo, mis tres hijos, a los que me he dedicado plenamente en los últimos 15 años. Ellos son los que me proporcionan alegría, energía y me mantienen con los pies en la tierra.
De los momentos más duros de su vida, también salieron cosas buenas, como el trabajo filantrópico que hace o el premio de la Conferencia de Premios Nobel de la Paz, que recibió hace cinco años de manos del Dalai Lama…
Cuando las cosas se ponen difíciles y estás pasando por un momento bajo, lo mejor que puedes hacer es dedicarte a hacer algo por los demás. Haciendo eso he conocido a excelentes personas que están realizando una labor extraordinaria tratando de resolver los mayores problemas a los que se enfrenta la humanidad, como son el hambre, las enfermedades, los problemas de medio ambiente, la falta de agua potable en los países subdesarrollados o la tragedia de los refugiados de guerra. He tenido el honor y la fortuna de conocer al Dalai Lama a Desmond Tutu y a Betty Williams, entre otros. Personas extraordinarias que sin duda no habría conocido de no haber pasado por esos momentos oscuros que me hicieron dar un giro a mi vida y tomar decisiones que de otro modo no hubiera adoptado. Decisiones que salvaron mi vida, que me ayudaron a luchar por conseguir que me hijo Roan (cuya custodia tenía su segundo marido, Phil Bronstein) volviera a vivir conmigo, una lucha que se ha hecho con dignidad, compasión e integridad. Todos estos obstáculos y dificultades crean carácter (dice riendo). Bueno, lo que ocurre es que te vas haciendo mayor. Ya me he hecho mayor.
Y con muchas ganas de seguir dando guerra. ¿Qué otros proyectos tiene a la vista?
Tengo una comedia que se estrena ahora –All I wish– y acabo de rodar un thriller, una comedia negra que se titula Sunny. Pronto empezaré el rodaje de una fantástica comedia con Bette Midler titulada The Allergist Wife. Ya me estoy preparando a fondo para poder cantar sin desafinar al lado de esta fuerza de la naturaleza que es Bette. Sigo tratando de desarrollar proyectos para televisión, buscando buenos guionistas y gente interesada en producir buenos contenidos. Todo esto me hace sentirme realizada creativamente, el resto me da estabilidad.