Joe Biden declaró que el cambio climático es el «problema número uno que enfrenta la humanidad» y prometió una transición estadounidense de los combustibles fósiles a la energía verde que podría crear millones de empleos. “Si no se controla, en realidad horneará este planeta. Esto no es una hipérbole. Es real. Y tenemos una obligación moral«, dijo.
Los científicos han advertido en repetidas ocasiones que los desastres provocados por el cambio climático continuarán empeorando. Numerosas zonas del mundo se volverán inhabitables a medida que aumenten las temperaturas globales. Piden a los gobiernos que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero, que se minimice la quema de petróleo, gas y carbón.
Pero Joe Biden aún debe demostrar cuán comprometido está con sus promesas de avanzar hacia un gestión más verde. Primero, debe ser declarado ganador de las elecciones. Después, debe afrontar una posible minoría en el Senado y una precaria mayoría en la Cámara de Representantes.
Y más allá de todo esto, debe ser capaz de ofrecer a sus ciudadanos una transición climática que les permita, al mismo tiempo, una recuperación económica, la creación de empleos y el sostenimiento de altos estándares de calidad de vida. Si desea mantener el apoyo popular, deberá mantener el equilibrio. Esa será una prueba definitiva de cuán sólido es su compromiso climático.
La ruta verde de Joe Biden
Joe Biden ha ofrecido un plan de 2 billones de dólares que invierte significativamente en energía verde en la industria del transporte, la electricidad y la construcción, reduce las emisiones de combustibles fósiles y mejora la infraestructura. El plan también coloca a Estados Unidos en el camino hacia las cero emisiones de carbono del sector eléctrico para 2035 y cero emisiones netas para 2050. El carbón y el gas natural comprenden más del 60% del sector eléctrico norteamericano.
Aún no ha habido un pronunciamiento oficial de las autoridades electorales que declaren a Joe Biden como presidente. Queda pendiente este paso para comenzar a hacer la transferencia entre gobiernos, nombrar a quiénes ocuparán los puestos clave y comenzar a cumplir las tareas pendientes.
Manejarse con el Congreso
No está claro quién controlará el Senado, que puede terminar convirtiéndose en el mayor obstáculo para Biden en su agenda para lidiar con el cambio climático.
Las ideas más ambiciosas de Biden, particularmente el uso de 2 billones de dólares en dinero del Gobierno,requieren que el Congreso las acepte. Incluso una estrecha mayoría demócrata podría no ser suficiente para avanzar con rapidez.
También es probable que Biden deshaga la mayoría, si no todos, de los retrocesos ambientales de Trump con sus poderes ejecutivos. El republicano ha derogado o debilitado 125 regulaciones ambientales, como protecciones para especies en peligro de extinción y evaluaciones de riesgo ambiental para la infraestructura, y ha abierto áreas silvestres protegidas para el desarrollo de combustibles fósiles.
Algunos de los retrocesos más notables se han cometido con las reglas que buscan reducir los gases de efecto invernadero, como el plan de energía limpia, los estándares de eficiencia energética y las regulaciones de ahorro de combustible para automóviles y camiones. Muchos de esos retrocesos están vinculados a demandas en curso en los tribunales estatales y federales que pueden tardar meses en resolverse.
Apoyo internacional
En septiembre de 2020, la Unión Europea aumentó su objetivo de recortes de emisiones de 40% a por lo menos 55% para 2030. El presidente Xi Jinping anunció que China tiene como objetivo la neutralidad de carbono antes de 2060, con “emisiones máximas» antes de 2030. Japón y Corea del Sur también anunciaron objetivos para alcanzar emisiones netas cero para 2050. Puede decirse que la dirección de viaje se está estableciendo.
Joe Biden podría aprovechar este impulso internacional para forzar un camino en su agenda nacional hacia una economía más verde. Se dirigiría a apuntar a un mundo exterior donde dos tercios de la economía global y la mitad de las emisiones de carbono del mundo están sujetas a cero neto para 2050.
Joe Biden ha dado señales sobre cómo se ha planteado el tema. Trató el asunto con todos los jefes de Estado europeos con los que habló el martes. Entre ellos, los líderes de Gran Bretaña, Francia, Alemania e Irlanda. Ha comenzado a referirse con frecuencia a la «crisis» climática, lo que sugiere un mayor nivel de urgencia.
En la ruta de Obama
Un equipo de exfuncionarios y expertos del gobierno de Barack Obama ha creado un plan de 300 páginas que presenta un enfoque holístico del clima y evita algunos de los escollos que obstaculizaron del anterior mandato demócrata, que compartía varios de los objetivos, pero no pudo promulgarlos todos.
Apodado el Proyecto Climático 21, tardó año y medio en desarrollarse y se entregó recientemente al equipo de transición de Biden. El documento describe cómo el nuevo gobierno podría reestructurar algunos aspectos para avanzar más rápidamente en la lucha contra el calentamiento global.
En la búsqueda del apoyo interno
Joe Biden aún tendría que hacer que la acción climática y la transición verde sean atractivas para el pueblo estadounidense y reducir la oposición del Partido Republicano. También podría seguir adelante y aprovechar una variedad de medidas que no requieren la aprobación del Senado, como utilizar la Ley de Aire Limpio para regular el carbono. También puede aliarse con los estados y ciudades estadounidenses líderes en mitigación y adaptación climática.
La clave a largo plazo sería contar una nueva historia sobre la acción climática para venderla al público. Debería vincular las medidas ecológicas con la regeneración económica y la justicia social, así como con la seguridad frente a los impactos climáticos destructivos. Para Joe Biden, la oferta ya ha mostrado ser peligrosa, en términos de respaldo popular. Estos anuncios le hicieron perder votos en estados que dependen del desarrollo de la industria petrolera y del gas.
En el último debate presidencial del 22 de octubre, Biden dijo que haría una «transición de la industria petrolera», un comentario sobre el que Trump se abalanzó, diciendo que destruiría el negocio. Más tarde, el demócrata dijo a los periodistas que los combustibles fósiles existirán durante mucho tiempo y que se había referido a un plan para eliminar los subsidios a los combustibles.
Joe Biden incluso podría volver a articular el conflicto que Trump ha buscado con China, alejándolo de la confrontación directa hacia una asociación competitiva en busca de una recuperación verde global.
Un enorme reto
Si bien los Estados Unidos es el mayor emisor histórico de gases de efecto invernadero -y actualmente ocupa el segundo lugar detrás de China- solo comprende el 15% de las emisiones actuales de la humanidad. Eso significa que abordar el cambio climático requeriría impulsar a otros países a frenar sus propias emisiones y cambiar a energías limpias.
También hay otros acuerdos internacionales sobre temas relacionados con el clima. Por ejemplo, el Protocolo de Montreal, que impone límites a los hidrofluorocarbonos, una clase de gases potentes que atrapan el calor.
Estados Unidos también puede aprovechar su poder como economía importante para influir en las reglas del comercio, utilizando acuerdos para responsabilizar a los socios comerciales por sus contribuciones al cambio climático.
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