Borja Santos Porras, IE University
Nos reincorporamos al trabajo sabiendo que hemos vivido unas vacaciones y un verano diferentes. Hemos pasado un calor sofocante y comenzamos a entender que estamos experimentando los impactos directos del cambio climático. Recordamos los incendios, la sequía, las altas temperaturas, los bajos niveles de agua de los pantanos. Despertamos con la noticia de que en España la última laguna permanente del parque nacional de Doñana, símbolo de la biodiversidad europea, está casi seca.
Empezamos a notar eso que llaman ecoansiedad. Con angustia por la emergencia climática y miedo al futuro volvemos al trabajo y nos preguntamos:
- ¿Qué pasaría si fuésemos más sostenibles?
- ¿Por qué no buscamos un propósito para nuestra empresa que tenga un impacto medioambiental, social o económico más positivo?
- ¿Por qué no invertimos en cambiar el modelo de producción, en consumir energías más limpias o en aplicar principios de economía circular, optimizando los recursos?
Entonces, surge una vocecilla, a veces en nuestro equipo, a veces es la voz del jefe o la de accionistas, o a veces es la resistencia al cambio que todos tenemos, que nos dice:
“Todo eso suena muy bien pero eso nos hará menos competitivos. La sostenibilidad no es más que una moda que nos hará perder tiempo y dinero. Cuando lo hagan en China entonces sí que lo haremos nosotros pero, si no, es imposible competir”
Sostenibilidad: una ventaja competitiva
En mis clases veo que, aunque cada vez más personas trabajan convencidas de la necesidad de ser más sostenibles, otras continúan con esa última frase grabada en el cerebro. Por eso, siempre comienzo el curso dando una lista de argumentos que demuestran que la sostenibilidad es una ventaja competitiva para las empresas y organizaciones.
Financiación:
Para empezar, hoy en día la sostenibilidad nos da un mejor acceso a la financiación. Por un lado, a la pública, a través de fondos que pueden ser europeos (NextGenerationEU o Plan REPowerEU), multilaterales (Banco Mundial, …) o los que abre específicamente cada país.
Por otro lado, también a la financiación privada: cada vez hay más bancos que ofrecen bonos verdes, dando mejores condiciones de financiación a empresas sostenibles o con proyectos medioambientales. Además, cada vez hay más fondos de inversión que incorporan los criterios ESG a la hora de elegir sus inversiones.
Regulación:
La regulación también es importante y avanza progresivamente. A nivel europeo, a través del Pacto Verde de la UE y la nueva taxonomía europea de actividades sostenibles, o de las nuevas normativas sobre sostenibilidad o información no financiera que tienen que reportar cada vez mayor número de empresas.
A nivel país, muchos han aprobado nuevas figuras jurídicas para las empresas con propósito que, además de un retorno económico, generan un beneficio social y ambiental: en España se denomina sociedad de beneficio de interés común, en EE UU, benefit corporation; en Francia, société à misión; en Italia, società benefit y, en algunos países latinoamericanos, sociedad comercial de beneficio e interés colectivo.
Talento:
La atracción y retención del talento también mejora. Muchos profesionales prefieren trabajar en empresas sostenibles. Los estudios muestran que las personas son más propensos a solicitar un empleo en una empresa sostenible, a veces incluso ganando menos dinero, y que incluso podrían renunciar a su trabajo si su empresa tiene una mala reputación corporativa.
Demanda:
Algo parecido sucede con la demanda de productos: los consumidores globales se sienten más atraídos por empresas sostenibles. En enero de 2020, casi la mitad de los ciudadanos europeos y tres de cada cuatro ciudadanos chinos consideraban el cambio climático como la mayor amenaza para la sociedad.
Eso se traslada a que, según una encuesta realizada por IBM, más de la mitad de los consumidores globales están dispuestos a pagar más por productos más sostenibles, o lo tienen en cuenta a la hora de elegir una marca. Un 70 % de los consumidores insta a sus familiares o amistades a no relacionarse con marcas o empresas que se perciben como no sostenibles.
Los otros factores de la competitividad
Muchos factores también relacionados con la sostenibilidad, como la inclusión y la diversidad en el personal y en la dirección, promueven la productividad y la innovación. La sostenibilidad debe también ir acompañada de un pensamiento a medio y largo plazo, donde mayor impacto tendrán los beneficios.
Todo estos factores hacen que las empresas sostenibles sean cada vez más competitivas. No en vano, el cargo de responsable de sostenibilidad de una empresa es uno de los 20 que, según LinkedIn, más han crecido en España en 2022 y que más demandan las empresas.
Volvamos entonces al regreso al trabajo, a las ganas de hacer algo por la ecoansiedad y de transformar la empresa o institución en una organización más sostenible. Si así lo es, no hay que dudarlo, no solo es un deber para con la sociedad y el planeta sino que también eso nos dará mayor competitividad. Que esa vocecilla que genera resistencia al cambio no nos apague la ilusión.
Borja Santos Porras, director Ejecutivo – IE School of Global and Public Affairs, IE University. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.