El panorama mundial por los efectos del cambio climático son dramáticos. Después de una pandemia que dejó alrededor de 15 millones de muertos según la OMS, dos guerras en pleno desarrollo, ahora sigue una sequía que aumenta los precios de los alimentos significativamente y coloca a los países más pobres en situación de inseguridad alimentaria.
Europa experimentó dos sequias excepcionales en 2018 y 2019, que los científicos consideraron inéditas en los últimos 250 años. Al mismo tiempo, en China se registraron lluvias torrenciales e inundaciones que provocaron inundaciones devastadoras en la provincia de Henan. Más de 1 millón de personas debieron ser reubicadas.
El planeta manda mensajes muy claros de que entramos en una etapa crítica y hay que tomar medidas urgentes para evitar que continúe el calentamiento global. Sin embargo, los gobiernos que pueden revertir la situación se limitan a prometer y firmar acuerdos que no cumplan.
El nivel más alto de calentamiento global
En 2023, el calentamiento global saltó a su nivel más alto registrado. La Tierra fue 1,48 °C más cálida que en la época preindustrial, según el servicio de vigilancia del clima de la Unión Europea. La preocupación generalizada es que el mundo se esté acercando a un calentamiento a largo plazo de 1,5 °C
El aumento del precio de los alimentos es una de las consecuencias que más se nota, porque afecta directamente el bolsillo del consumidor promedio. Un panorama amplio de la situación muestra como los olivares se marchitaron en Túnez por las altas temperaturas.
Andalucía tuvo cosechas muy pobres de aceitunas y el aceite de oliva, ingrediente clave de la cocina mediterránea, alcanzó precios récord en el mercado. Un litro de aceite de oliva extra virgen llegó a costar casi 10 euros. Se convirtió en un artículo de lujo para el consumidor español.
Se buscaron sustitutos, pero los productores de olivos están preocupados, porque no saben qué medidas tomar para sacar adelante el sector, si el clima continúa castigando el envero de la aceituna.
En Cataluña no llovió
Cataluña se prepara para la emergencia por sequía. Los embalses de las cuencas internas están a punto de llegar al límite del 16% de media. El pantano de Sau, en la provincia de Barcelona, llegó al 5,1% un mínimo histórico.
La Generalitat decretó el estado de emergencia en el sistema Ter Llobregat y los 6 millones de personas que viven en esa comunidad, deberán reducir su consumo de agua a 200 litros por habitante, al día.
En el caso de que la situación empeore, la Generalitat anunció que pasaría a la fase II o III, en caso extremo, de emergencia. Esto implicaría reducir el uso del agua a 180 o 160 litros por día y habitante.
202 municipios en emergencia
El sistema Ter Llobregat, abastece 202 municipios del área metropolitana de Barcelona y parte de Gerona. Como medidas para frenar la emergencia por la escasez de agua las autoridades también pidieron que las zonas verdes se regarán con aguas freáticas o regeneradas, los hoteles y campings no llenaran sus piscinas.
En los centros deportivos, las duchas se abrieran sólo después de los partidos y, en las piscinas municipales, se abriran únicamente las duchas a pie de piscina para quitarse el cloro.
Se estima que las restricciones sean a partir del 1 de febrero, aunque en algunas localidades como Vallirana (Barcelona), los vecinos tuvieron que abastecerse con camiones cisterna.
Los cultivos corren peligro
Los agricultores son los más afectados en este momento, porque sus cultivos están condenados a secarse. “Hace 4 meses que apenas llueve a penas y cuando llueve es por poco tiempo”, dijo un trabajador del campo muy preocupado por su situación a corto plazo.
Si la situación continúa así, sectores como la hostelería también podrían verse afectados seriamente. El Govern propone abastecer los embalses del Priorat con agua del río Ebro. Se llevaría a cabo esta medida si los embalses se vacían completamente.
El conseller de Acción Climática, David Mascort, insistió en la propuesta del Govern es una solución para garantizar el riego de apoyo en la zona Priorat y así dar supervivencia al sector vitivinícola.
“Tenemos que garantizar el riego de apoyo, con esta poca cantidad de agua, porque viña y olivo necesitan muy poca agua para su producción y lo que haremos, es darle la oportunidad de vivir en una comarca como el Priorat”, explicó.
La guerra disminuyó la producción de cereales
Los campos de trigo fueron diezmados en Siria e Irak, empujando a millones de personas a pasar hambre después de años de conflicto.
Estos países eran importadores de trigo antes de los conflictos. El Estado Islámico cuando ocupó los territorios durante la guerra, la producción de trigo disminuyó por los desplazamientos de la población civil, pero también bajo el consumo y probablemente hubo un excedente que se pudo exportar, según de WorldPop.
Se calcula que en 2015 la población del territorio del Estado Islámico probablemente no superaba los 4 millones de personas, muy inferior a los cálculos de 8 millones difundidos en los medios. Esto supondría un consumo interno de 0,85 millones de toneladas de trigo y un excedente exportable de 1,6 millones de toneladas.
Los costos de transacción se dispararon y las rutas de transporte hasta los mercados tradicionales en el oeste de Siria se vieron alteradas, pero el Estado Islámico siguió comerciando con petróleo y gas con otros grupos rebeldes y el Gobierno sirio.
Es posible que sucediera lo mismo con el trigo. Los países vecinos son los destinatarios del comercio de ganado no regulado procedente de toda Siria. Se supone que sucedió lo mismo con el trigo además hubo un incentivo económico al introducir ilegalmente trigo en el sistema subvencionado de distribución irakí y en Turquía, donde los precios eran más elevados, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
El canal de Panamá limitado
Esta arteria comercial vital, no tiene suficiente agua, lo que significa que el paso de embarcaciones de gran tamaño con sus mercancías, está limitado.
A lo largo del Canal de Panamá, las condiciones secas obligaron al gigante naviero Moller-Maersk a declarar que utilizaría trenes en lugar del canal.
Los temores de sequía también se viven en India, el mayor exportador de arroz del mundo. Como primera medida, el gobierno de ese país restringió la exportación de la mayoría de las variedades de arroz que producen para atajar una crisis mayor. Hay que alimentar más de 1.400.000.000 de personas, al menos con arroz.
Restricciones para exportar arroz
En India, se celebrarán elecciones parlamentarias entre abril y mayo. Esta situación política impuso una serie de derechos de exportación, precios mínimos y prohibiciones absolutas de exportación de su arroz.
La prohibición de las exportaciones de arroz hindú es una medida de precaución. El gobierno mantuvo durante mucho tiempo grandes reservas y ofreció arroz a sus pobres con grandes descuentos.
Las restricciones a la exportación contribuyen además a mantener los precios bajos y, en un país donde cientos de millones de los votantes subsisten a base de arroz, se reducen los riesgos políticos para los legisladores en ejercicio.
Pero India es el mayor exportador de arroz del mundo y estas prohibiciones se sienten en otros lugares. Los precios del arroz se dispararon en los países que dependen del arroz hindú como Senegal y Nigeria.
En 2023, el precio del arroz, alimento básico para la mayor parte del planeta, alcanzó su nivel más alto desde la crisis financiera mundial de 2008, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
Las sequías suben el precio de los alimentos
Las Naciones Unidas estiman que 1.840 millones de personas en todo el mundo, o casi una cuarta parte de la humanidad, vivieron fuertes sequías en 2022 y 2023, la gran mayoría en países de ingresos bajos y medios. “Las sequías actúan en silencio, a menudo pasando desapercibidas y no lograr provocar una respuesta pública y política inmediata”, dijo Ibrahim Thiaw, director de la agencia de las Naciones Unidas que publicó las estimaciones en un informe a finales de 2023.
Las numerosas sequías en todo el mundo se producen en un momento de temperaturas globales récord y aumento de la inflación de los precios de los alimentos.
La invasión rusa de Ucrania, que involucra a dos países que son importantes productores de trigo, alteró significativamente las cadenas mundiales de suministro de alimentos.
Bloqueo del trigo en Ucrania
Antes de la guerra, cerca del 90 % de las exportaciones agrícolas de Ucrania se transportaban por mar. Cuando comienza la guerra, el ejército ruso bloqueó los puertos ucranianos del mar Negro y prácticamente paralizó las exportaciones.
Tras las medidas adoptadas por la UE para implantar rutas de transporte alternativas o “corredores de solidaridad”, y medidas adoptadas por las Naciones Unidas y Turquía para desbloquear los puertos, las exportaciones crecieron y los precios de los alimentos disminuyeron de forma continua.
Sin embargo, en julio de 2023, Rusia se retiró de la Iniciativa sobre la Exportación de Cereales por el Mar Negro. Hasta ese momento, el 40% de los cereales de Ucrania se transportaban por los puertos del mar Negro, mientras que el 60% iba por tierra a través de los corredores de solidaridad.
El suministro mundial de alimentos es incierto
Tras la retirada de Rusia de la iniciativa, las exportaciones de Ucrania volvieron a bajar y los precios del cereal, aumentaron. Actualmente, las perspectivas mundiales positivas en cuanto a las cosechas están estabilizando los precios. Sin embargo, el suministro mundial de alimentos sigue siendo incierto, ya que la guerra y el bloqueo de los puertos del mar Negro por parte de Rusia reducen la capacidad de Ucrania para exportar cereales y alimentos al mercado mundial.
En 2021, los agricultores ucranianos sembraron casi 17 millones de hectáreas de cultivos de primavera, una superficie mayor que la de Austria y Chequia juntas. Sin embargo, tras el inicio de la guerra, en 2022 los agricultores sembraron un 22% menos.
Si bien el efecto de la guerra en las exportaciones ucranianas de cereales se vio atenuado por la siembra anterior a la guerra y las grandes existencias acumuladas en 2022, las exportaciones se verán gravemente afectadas en el futuro por la pérdida o el deterioro de las instalaciones de producción y las zonas no sembradas.
Este panorama global castigará mayormente a los más pobres del mundo.
Llegó el Niño
La llegada de El Niño, un fenómeno meteorológico natural y cíclico caracterizado por temperaturas más cálidas de lo normal en algunas partes del Océano Pacífico, también contribuyó a las sequias, muy probablemente.
El Niño, entre 2014 y 2016, también afectó a los productores de arroz en el sudeste asiático con una caída fuerte en los precios del cereal. Esta caída de los precios empujó a millones de personas que ya eran pobres a la inseguridad alimentaria.
Lo que cambió esta vez es que los niveles récord de hambre, vinieron inmediatamente después de una crisis económica derivada por la pandemia de COVID-19. No nos han dado una tregua. Cuando pensamos que una crisis excepcional ha disminuido viene otra, y nos empuja a la miseria.
Una pandemia, agravada por las guerras en Ucrania y en Gaza viene acompañada de una cifra récord de 258 millones de personas que enfrentan a lo que las Naciones Unidas llaman “hambre muy grave”, y algunos están al borde de la inanición.
Tierras de cultivo afectadas
La Red de Sistemas de Alerta Temprana contra la Hambruna, un grupo de investigación financiado por el gobierno de Estados Unidos, estima que El Niño actual afectará el rendimiento de los cultivos en al menos, una cuarta parte de las tierras agrícolas del mundo.
Si el pasado sirve de guía, dijeron investigadores de FewsNet, una agencia de investigación financiada por Estados Unidos, El Niño y los efectos del cambio climático global podría reducir el rendimiento de las cosechas de arroz en el sudeste asiático, una región donde el arroz es fundamental para todas las comidas.
Las cosechas de este cereal son muy vulnerables al clima y a las decisiones desacertadas de los gobiernos de esos países. Los precios del arroz pueden variar mucho debido a las malas cosechas y a la situación políticas de esos países.
Cultivos de maíz dañados
En Indonesia, por ejemplo, se llamará a elecciones el 14 de febrero de este año y los partidos políticos han sido denunciados por hacer campañas electorales que “degradan la democracia” en ese país. Una de las medidas del presidente actual es apuntalar las importaciones de arroz.
El Niño que azotó el planeta años atrás, también fue muy dañino para los cultivos de maíz en dos regiones que dependen de él: África Central y Meridional.
En varios países pobres de América Latina también se sufrieron sus consecuencias. Los pequeños agricultores de esas regiones, muchos de los cuales ya viven al día y luchan por sobrevivir.
Centroamérica y migración
Las sequías en Centroamérica no solo aumentan el precio de los alimentos. En una región donde la violencia y la inseguridad económica obligan a cientos de miles de personas a intentar migrar a Estados Unidos, la migración aumenta en tiempos de sequía.
Los años inusualmente secos se asociaron con mayores niveles de migración de Centroamérica a Estados Unidos, según un estudio reciente.
Más al sur, una sequía en la Amazonia brasileña hace que el agua potable sea escasa
La sequía de Brasil también plantea peligros de mayor alcance. Una selva amazónica saludable es un enorme depósito de carbono, pero si las altas temperaturas secan la vegetación y aumentan los incendios forestales, la selva ya no es un pulmón para el planeta. “Si eso pasa a la atmósfera como gases de efecto invernadero, puede llevarnos a una situación crítica», dijo Philip Fearnside, biólogo del Instituto de Investigación Amazónica en Manaos, Brasil. “No sólo el Amazonas, es el planeta”.