El oeste de los Estados Unidos está pasando por una sequía extrema que afecta gravemente todo el valle central de California, el cinturón agrícola más lucrativo del país. Los niveles de los embalses de agua están alcanzando unos mínimos históricos, lo que pone en riesgo al servicio eléctrico si las presas hidroeléctricas no captan suficiente agua como para producir energía.
El lago Oroville, al norte del estado, se sentó a poco más de 200 metros sobre el nivel del mar, el 27% de su capacidad total, según el Departamento de Recursos Hídricos de California. Las autoridades toman como punto de referencia del “peor escenario” la sequía de 1976-1977. Una situación que llevó al lago a su mínimo histórico de 646 pies sobre el nivel del mar. La caída de los niveles de los embalses pronto podría dejar la planta de energía hidroeléctrica de Oroville fuera de servicio.
El lago Shasta, el embalse más grande del estado, también pasa por una situación similar. A mediados de mes contenía unos escasos 1,55 millones de acres-pies de agua, según la Oficina de Recuperación , alrededor del 34% de su capacidad. Jeffrey Mount, investigador principal del Centro de Políticas del Agua del Instituto de Políticas Públicas de California, dijo que “todo el mundo debería preocuparse” por lo que se está viendo en California. «Los niveles de los embalses son casi mínimos históricos, con todas las perspectivas de que en realidad serán mínimos históricos para fines del verano», dijo.
Imágenes revelan los devastadores efectos de la sequía
La dura realidad del estado dorado ha sido fotografiada por el satélite Landsat 8 de la NASA. Las imágenes comparan la Sierra Nevada y los lagos Oroville y Shasta en diferentes períodos. La diferencia es dramática, pues la capa de nieve blanca de Sierra Nevada, que constituye aproximadamente el 30% del suministro de agua de California, aparece reducida a la nada.
El 2021 ha sido el séptimo año más seco en los 144 años de registros de Los Ángeles, según Golden Gate Weather Services. También fue el tercero más seco registrado en la región de la Sierra Norte.
Desde marzo, los expertos del clima habían advertido que los niveles de la capa de nieve en la Sierra estaban disminuyendo más rápido de lo previsto. Además, aseguran que estas son las consecuencias de los años en que se extrajo demasiada agua de sus mantos acuíferos.
La sequía es tan preocupante en el Estado de California, que el gobernador Gavin Newsom ha pedido a la población que reduzcan voluntariamente el consumo de agua en un 15%. No sin antes emitir un estado de emergencia regional por sequía en 50 condados, aproximadamente el 42% de la población del estado.
La sequía amenaza a los agricultores en California
Desde hace unos 10 años algunas zonas agrícolas de California están amenazadas por la sequía. Las granjas ya no son lo que eran pues sus cosechas han disminuido y algunos cultivos nacen débiles y de mal aspecto. Los agricultores han podido apaciguar la situación gracias a que California era, hasta 2014, el único estado que no regulaba la extracción de aguas subterráneas.
Pero el agua subterránea tampoco es infinita. En algunas zonas se ha extraído tanta agua de los pozos que ahora se está agotando. Otras zonas están tan secas que la misma tierra ha cedido. Lo más grave es que no está previsto que la disponibilidad del agua aumente en los próximos años.
La agricultura consume un 40% del uso total de agua del estado. Si la sequía continúa y no se puede conseguir más agua, se prevén consecuencias terribles para el abastecimiento de alimentos en el país. El sector agrícola de California, con un valor de 50.000 millones de dólares, suministra dos terceras partes de las frutas frescas y frutos secos, y más de una tercera parte de las verduras del país: tomates, pistachos, uvas y fresas que abastecen los anaqueles de las tiendas de comestibles de costa a costa.
Los agricultores buscan alternativas para abastecer a la región
California tiene una población de casi 40 millones de personas y debido a la alta demanda de frutas y hortalizas se han plantado especies particularmente sedientas, como la almendra, cuya producción se ha triplicado en los últimos 20 años. Para cultivar un kilo de almendras, los agricultores requieren unos 12.000 litros de agua. De igual forma con otros frutos secos, pero son más rentables para los granjeros.
Por otro lado está la ganadería vacuna. Las vacas comen trigo y alfalfa que se tiene que plantar y regar constantemente. Este uso excesivo de agua para la agricultura está dejando un impacto cada vez más notable en los valles de California. Además, su extracción desmedida ha cambiado el equilibrio entre agua dulce y agua salada, lo cual ha degradado el ecosistema y atraído especies invasoras.
Se pronostica que para 2040 el valle de San Joaquín pierda alrededor de al menos 217.000 hectáreas de producción agrícola, lo que representa más de una décima parte del área cultivada. “Estos son los efectos del cambio climático. Está aquí y está provocado por los humanos”, ha dicho el gobernador.
El cambio climático potencia la escasez de agua
California también sufre las altas temperaturas. Hace tres semanas un «domo de calor» hacía que Canadá y el noroeste de EE UU batieran sus récords de temperatura y dejó decenas de muertos. En fechas recientes, las temperaturas en algunas zonas de California y la región del noroeste del Pacífico han estado alcanzando cifras récord.
Es conocido que el Valle de la Muerte (Death Valley) de California es un lugar caluroso, pero hace una semana alcanzó los 130 grados Fahrenheit (54,4 grados Celsius) por quinta vez en la historia de los registros. Actualmente, más de 30 millones de personas en el oeste de Estados Unidos continúan bajo alertas de calor excesivo.
Nikos Christidis, un científico climático de la Met Office del Reino Unido, ha asegurado en comunicado de la Organización Meteorológica Muncial (OMM) que sin el cambio climático, «hubiera sido casi imposible alcanzar temperaturas medias récord» en el oeste de los Estados Unidos. Además, estas olas de calor son cada vez más frecuentes e intensas a medida que las concentraciones de gases de efecto invernadero provocan un aumento de las temperaturas globales.
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