Cuando la crisis por el COVID-19 culmine y comiencen a realizarse los balances sobre el impacto del coronavirus, más allá del número de fallecidos y contagiados, varias son las lecciones que dejará esta enfermedad. Unas relacionadas con el manejo informativo oportuno, el liderazgo de los gobiernos y el confinamiento. Otras con la dependencia industrial de China, la geolocalización y el sentido de solidaridad.
En estos tiempos de grandes avances tecnológicos, que con darle “click” a un botón un mensaje viaja de Pekín a Washington o de Madrid a Río de Janeiro, avisar oportunamente y dar la voz de alarma a tiempo es fundamental.
Lamentablemente, el régimen de China prefirió “confinar” la información y castigar a quienes intentaron dar a conocer lo que sucedía. El gobierno del presidente Xi Jinping ha sido criticado por la forma en que enfrentó comunicacionalmente la situación. Intentó, como lo denunció Amnistia Internacional, ocultar lo inocultable.
“Las autoridades chinas se arriesgan a estar ocultando información que ayude a la comunidad médica a combatir el coronavirus y ayudar a que la gente se proteja. El hecho de que parte de esta información no esté disponible para todos aumenta el riesgo del daño del coronavirus y retrasa una respuesta efectiva”.
Líderes ante la crisis por el COVID-19
Tampoco la velocidad de reacción de algunos líderes fue la que sus ciudadanos esperaban. El liderazgo de muchos seguramente estará en entredicho, sobre todo por no tomar oportunamente medidas contra una enfermedad que desde al año pasado comenzó a sentirse en Wuhan (China) y luego en otras localidades del gigante asiático.
Habrá que ver cuál será el impacto que pueda tener en las elecciones de noviembre en Estados Unidos, que Donald Trump no haya tomado con seriedad en un principio los efectos que pudiera tener el coronavirus.
Públicamente dijo que no era más peligroso que la gripe. Anthony Fauci, jefe de enfermedades infecciosas en los Institutos Nacionales de Salud y miembro de su grupo de trabajo, indicó que era mucho más mortal. “Esto es 10 veces más letal que la gripe estacional”, sostuvo.
También Trump afirmó que no le preocupaba haber tenido una exposición directa al virus. Y no le importó, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud había pedido evitar el contacto directo, estrechar las manos de otros y participar en eventos grupales.
Boris Johnson y Jair Bolsonaro
El primer ministro de Reino Unido es otro en la mira por su forma de gestionar la crisis. Lejos de seguir medidas preventivas de distanciamiento social, cierre de escuelas o del teletrabajo, Boris Johnson optó por la propagación inicial del virus y recomendó solo lavarse las manos. Hoy, con más de 6.000 contagiados y 335 muertos, ha acudido a medidas más drásticas como las del confinamiento que desde hace días utiliza Italia, España o Francia.
Otro bajo las críticas es el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Promovió una actividad de calles en su país cuando ya el coronavirus dejaba sus primeros afectados dentro del gigante de Suramérica. Salió del palacio presidencial para saludar, abrazar y tomarse fotos con sus simpatizantes. Calificó la crisis de la enfermedad como una “fantasía de los medios o histeria colectiva”.
Dependencia de China y la contención oportuna
La crisis ha puesto en evidencia la alta dependencia que el mundo tiene con China desde el punto de vista industrial. Pese a que estamos en tiempos de globalización, las grandes empresas de manufactura es probable que se replanteen diversificarse geográficamente.
“E incluso renacionalizarlas buscando ligar la oferta y la demanda en los respectivos mercados. También sin duda se acentuará la tendencia a la robotización integral de las cadenas de montaje. Lo que ha quedado meridianamente claro en esta crisis es que ningún robot ha tenido que hacer cuarentena por el coronavirus”, escribió Dionisio Escarabajal en La Voz de Murcia.
También la experiencia de Corea del Sur deja al mundo un gran aprendizaje. Al contener con medidas drásticas de aislamiento subraya la efectividad de esta estrategia, siempre que se identifique en forma oportuna al paciente cero y se confine a los afectados.
Geolocolización, solidaridad y coordinación
Y en todo esto no hay que olvidar el papel de herramientas tecnológicas como las de geolocalización que permitía enviar a los móviles mensajes de alerta cuando una persona en el mismo lugar y al mismo tiempo daba positivo por coronavirus. En ese momento debían aislarse hasta que se comprobara su condición.
De igual manera, lo que se observa diariamente en España a las 8.00 de la noche, cuando los ciudadanos salen a sus balcones a aplaudir a los sanitarios, un sector que ha entregado su vida misma por otros, es la respuesta a sus acciones solidarias. Más tarde se ampliaron también a quienes transportaban los alimentos, al personal de prevención y seguridad, a las cajeras de los supermercados o a los expendedores de las farmacias.
El trabajo coordinado bajo la égida de la Organización Mundial de Salud para encontrar una vacuna es otro aspecto muy positivo en esta crisis por el COVID-19 y que debe hacernos entender que estamos en distintos camarotes pero en un mismo barco, que solo puede llegar a puerto seguro si todos reman en una misma dirección. El cambio climático, la erradicación de la pobreza, la defensa de los derechos humanos, la lucha contra el analfabetismo o por los derechos de los niños, adolescentes y de la mujer así lo exigen… Y así como estos muchos más.
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