La falta de transparencia de Pekín se vuelve aún más clara. El 24 de enero el Instituto Pasteur de París informaba que había dado con la secuencia genética completa del SARS-CoV-2. Durante todo ese mes, la OMS elogiaba públicamente a China por su actuación frente al brote viral.
Sin embargo, la respuesta china no fue tan rápida. De hecho hay expertos que opinan que si China hubiese compartido la información sobre el genoma del virus y sobre los pacientes que padecían la «extraña» neumonía de Wuhan, se hubiesen evitado muchas muertes y contagios. No hay vuelta atrás hoy los contagios por la COVID-19 se cuentan en más de seis millones de personas y más de 350.000 muertes.
Controles sobre la información sanitaria
Los controles sobre la información del sistema de salud chino tienen una buena cuota de responsabilidad en el retraso de varias semanas con el que llegó la secuencia completa del genoma.
Varios laboratorios chinos gubernamentales lograron dar con el mapa genético del virus SARS-CoV-2 casi dos semanas antes de que se hiciera público. Los funcionarios de salud solo dieron a la información, luego de que un laboratorio chino lo publicara en un sitio web a comienzos de la segunda semana de enero.
Todo indica que China retuvo la información que la OMS necesitaba aproximadamente durante dos semanas. El conocimiento de la secuencia genética completa de un virus es crítica para encontrar formas de diagnóstico y entender cómo evoluciona y se propaga.
Solo ahora casi cinco meses después se puede ponderar la importancia de semejante información. Hay que recordar que una de las presentaciones de la COVID-19 es los casos asintomáticos que han potenciado su transmisión.
I have decided to reconvene the International Health Regulations Emergency Committee on the new #coronavirus (2019-nCoV) tomorrow to advise me on whether the current outbreak constitutes a public health emergency of international concern. pic.twitter.com/993YBQ6hol
— Tedros Adhanom Ghebreyesus (@DrTedros) January 29, 2020
Presión sobre presión
Si bien la OMS elogió públicamente la gestión de China en cuanto al virus, tras bastidores la organización estaba preocupada por la falta de información para evaluar los riesgos que representaba para el mundo.
De acuerdo con el derecho internacional, los Estados miembros de la OMS tienen la obligación de dar información sobre datos que tengan algún impacto en la salud pública. Pero la OMS no tiene el poder para exigir que estos datos le sean proporcionados.
Entonces, la táctica de la OMS fue elogiar públicamente la gestión que hacía China en materia de SARS-CoV-2 para que el Gobierno chino proporcionara la información mínima requerida. Los funcionarios de la OMS buscaron la manera de establecer un balance entre presionar a China para conseguir información sin molestar a las autoridades y no poner en peligro a los científicos.
Desde que la secuencia genética completa del SARS-CoV-2 se decodificó por primera vez el 2 de enero hasta que la OMS declarara la emergencia sanitaria de interés internacional, el 30 de enero, el brote viral creció en un factor de 100 a 200 veces.
Secuencia casi completa en diciembre
Ya para el 27 de diciembre la compañía genética tecnológica, Vision Medicals, había reconstruido la mayor parte del genoma del nuevo virus que guardaba grandes similitudes con el SARS, responsable del brote en 2002 y de unas 800 muertes en todo el mundo.
Shi Zhengli, una reconocida viróloga e investigadora sobre el SARS -cuyo origen está en los murciélagos- junto a su equipo logró descifrar por completo el genoma del nuevo virus el 2 de enero. Sin embargo, cuando trató de compartir la información con el mundo, la Comisión Nacional de Salud China emitió un aviso que prohibía publicar datos sobre el virus y sus peligros sin su autorización.
La Comisión argumentó que el propósito de la orden era evitar la liberación de un patógeno desconocido para ese momento. También se buscaba garantizar que a la hora de entregarlo a los cuatro laboratorios estatales los datos fueran consistentes.
Secuencia genética completa y confirmada
Para el 5 de enero tres laboratorios más habían logrado secuenciar el virus y uno de ellos advirtió a la Comisión de Salud que podía ser un virus infeccioso. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades en China lo único que pudieron hacer fue elevar la alerta a un nivel dos, ya que no contaban con la autoridad para alertar al público.
Mientras avanzaban los días y aparecían contagiados no identificados -porque no había una secuencia genética completa- los funcionarios de la OMS se quejaban internamente de que China no proporcionaba detalles críticos sobre el brote, aunque técnicamente cumplía con sus obligaciones.
Finalmente, los funcionarios de la OMS, liderados por el irlandés Michael J. Ryan, presionaron para obtener la información. Sin embargo, ya era tarde, pues serían señalados por su actuación con respecto a China y el brote viral en el futuro.
La secuencia genética completa del SARS-Cov-2 se publicó el 11 de enero por el laboratorio de Zhang Yongzhen, uno de los tres laboratorios que había conseguido descifrar el genoma para el 2 de enero y advertía que se podía tratar de un virus infeccioso.
El 20 de enero las autoridades chinas informaron que el virus se propagaba de persona a persona. Luego el comité de expertos de la OMS se reunió dos veces antes de que Tedros Adhanom Ghebreyesus realizara un inusual viaje a Pekín. La continuación fue el 30 de enero cuando declaró la emergencia de salud pública de interés internacional, cuyo desenlace aún desconocemos.
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