Superado el cuadro viral de la COVID-19, un alto porcentaje de los pacientes queda con secuelas que entorpecen el regreso a sus actividades cotidianas, entre ellas las neurológicas. Más del 67% de los contagiados por el virus sufre alteraciones de la atención y la memoria y otras complicaciones que derivan en fallecimientos.
Muchas personas infectadas experimentan síntomas como fatiga, dolor de cabeza o problemas para concentrarse hasta seis meses después de la recuperación. Es lo que se conoce como COVID persistente. Las consultas médicas acumulan estos reportes, cada vez más abultados durante la pandemia que, inicia el tercer año.
La Sociedad Española de Neurología reveló que más del 3% de todas las consultas de neurología en el país son de pacientes que tuvieron el virus. José Miguel Láinez, presidente de la SEN dijo a 20 minutos que en la fase más aguda suelen presentar “dolor muscular, encefalopatías, mielitis, crisis epilépticas, neuropatías, anosmia y cefaleas”.
Pero una vez que las personas ya no dan positivo, en muchos casos, los síntomas neurológicos se mantienen. “El impacto de la COVID-19 va más allá y la salud neurológica de los pacientes españoles sigue estando afectada. Síntomas como fatiga crónica, cefaleas, problemas de memoria, de atención y de las funciones ejecutivas son altamente comunes en aquellos que superan la COVID-19. Esto es un motivo de consulta importante en los Servicios de Neurología”, agregó Láinez.
Un estudio realizado en Albacete entre más de 800 personas adscritas a LongCovidACTS advierte que las consultas más frecuentes son de pacientes postcovid están vinculadas a los síntomas cognitivos. Como alteraciones de la memoria y de la atención (67%). Las cefaleas, que están presentes en el 61% de los pacientes y el mareo (49%).
Secuelas neurológicas de la COVID-19
Las secuelas neurológicas de la COVID-19, en algunos casos son incluso mayores a las comentadas, porque han derivado en complicaciones y la muerte. El Instituto Nacional de Estadísticas señala que las demencias fueron la primera causa de mortalidad en personas con COVID sospechoso. El Alzhéimer fue la tercera causa no COVID que más incrementó en España en 2020 y los ictus la tercera causa de muerte más habitual en personas con COVID-19 confirmado y sospechoso.
Sostiene la SEN que aunque la COVID-19 no fue el desencadenante de estas muertes, sí contribuyó a que se produjera por encontrarse entre las comorbilidades de la persona que falleció. El haber padecido un ictus previo se asocia con mayor mortalidad por COVID-19 (más del 40%). Estos datos demuestran que “el impacto del SARS-CoV-2 no se puede medir solo en el número de nuevos casos que se producen a la semana. En el número de personas que están hospitalizadas por esta causa o en el número de personas que fallecen por COVID-19. Se trata de una pandemia que sigue causando mortalidad en personas que padecen otras enfermedades y que puede dejar secuelas”, comentó José Miguel Láinez.
Otro estudio afirma que una de cada tres personas diagnosticadas con COVID-19 padecen un trastorno psiquiátrico o neurológico en los seis meses siguientes al inicio de la enfermedad. La investigación en más de 230.000 pacientes, en su mayoría estadounidenses, publicado en The Lancet Psychiatry, revela que hasta un 34% de los sobrevivientes al virus arrastra este tipo de secuelas.
Entre las secuelas más comunes fueron la hemorragia intracraneal (0,6%), el accidente cerebrovascular isquémico (2,1%) y la demencia (0,2%). Sin embargo, los trastornos más comunes tras ser diagnosticado de COVID-19 fueron la ansiedad (17% ), alteración del estado de ánimo (14%), abuso de sustancias (7%) e insomnio (5%).
Inmunidad por contagio y abandono a la vacunación
La OMS no es tan optimista respecto al curso de la pandemia. Mientras algunos expertos sostienen que la explosiva propagación del ómicron podría debilitar la virulencia del coronavirus y hacerlo endémico, la Organización asegura que la pandemia «está lejos de haber terminado».
«Ómicron está provocando hospitalizaciones y muertes, e incluso los casos de menor gravedad desbordan los centros de salud», indicó su director Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Prever el desenlace de esta crisis sanitaria que ha producido al menos más de 5,5 millones de muertes y secuelas neurológicas de los pacientes COVID-19, es muy complejo. ¿Cuánto protegen los anticuerpos de la infección en comparación con los de las vacunas? ¿Y cómo se factoriza la variante ómicron en la ecuación?
La respuesta a la pregunta no es sencilla. Hasta ahora, las investigaciones sugieren que depende principalmente de con qué variante se infectó una persona y cuándo dio positivo.
Antes de la ola de ómicron, la regla científica era que un brote de infección (de cualquier variante) brindaba una inmunidad comparable a una sola dosis de vacuna, según Julian Schulze zur Wiesch. Él es jefe del departamento de enfermedades infecciosas del Centro Médico Universitario de Hamburgo-Eppendorf, recoge DW.
Antes de que ómicron formara parte de la escena, las investigaciones mostraban que las personas que habían adquirido inmunidad a través del contagio estaban protegidas en los meses posteriores a la infección. Pero que la inmunidad comenzaba a reducirse después de cuatro a seis meses.
Aún no está claro si esa «inmunidad natural» preómicron protegía más que la vacunación. Sin embargo, la mayoría de los expertos, incluida la OMS, parecen estar de acuerdo en que “tarde o temprano, todos nos infectaremos con Sars-CoV-2”, dijo Hajo Zeeb, del Instituto Leibniz para la Investigación de Prevención y Epidemiología en Bremen.
Virus bajo control
Zeeb espera que, dependiendo del nivel de inmunidad de la población, la inmunidad colectiva podría darse a mediados de año. Igual opinión tiene el virólogo jefe de la Charité de Berlín, Christian Drosten. “Sí, tenemos que entrar en este canal, no hay alternativa”, señaló en una entrevista publicada el domingo, recogida por ABC.
Sugirió que ve a ómicron como una “oportunidad” para salir del modo de crisis. La idea original de que el virus puede y debe mantenerse completamente bajo control no es ya factible. Y muchos alemanes jóvenes y sanos han llegado a la conclusión de que es mejor contagiarse ahora que los síntomas de la variante dominante son menores incluso que los que ocasiona la vacuna.
El Instituto Robert Koch registra por primera vez un dato de contagios en Alemania superior a los 100.000 casos en las últimas 24 horas. Esta situación no parece afectar la ocupación en las unidades de cuidados intensivos.
La ola de ómicron y de resfriados en Alemania y en el mundo suele confundir a quien lo padece. Y se hace más complicado diferenciarlo, sobre todo en las versiones más leves, porque comparten muchos síntomas.
Entre los signos que coinciden las dos enfermedades se encuentran la congestión y el dolor de garganta. Sin embargo, cambia la intensidad con que los síntomas se manifiestan. Con la COVID-19 es más frecuente que el paciente presente fiebre, con mucho dolor de cabeza, dolores musculares y una pérdida del gusto y el olfato.
La forma en que los síntomas aparecen también suelen cambiar. Con ómicron, los signos aparecen de forma más paulatina que en el resfrío, donde los síntomas se presentan de forma más repentina, en pocas horas.