La mayoría habla de la crisis en el sector del turismo. De lo afectado que quedarán la hostelería, bares y restaurantes por el SARS-CoV-2. Algunos llegan a los próximos días heridos de muerte, mientras esperan la desescalada anunciada este martes por el presidente Pedro Sánchez. Pocos mencionan las vicisitudes que atraviesan las editoriales.
Con las librerías cerradas y los lanzamientos de las novedades cancelados o en el mejor de los casos pospuestos, los grupos editoriales han apostado por los ebooks. El comportamiento ha sido bueno, pero el 80% del negocio depende de la venta física, que desde mediados de marzo no se ha podido hacer. Las ventas por el Día del Libro, Sant Jordi y la Feria del Libro de Madrid deberán esperar hasta el 2021.
“Lo tenemos todo lleno y apenas sale nada. En cuarenta años aquí, nunca había vivido una situación como esta. Estamos facturando un 10% de lo habitual y esperando a ver qué pasa, pero este año ya no lo levantamos de ninguna manera”, afirma Juan Doblas, director de logística de “Les Punxes”, distribuidora de un centenar de editoriales como Anagrama o Galaxia Gutenberg.
En su almacén, ubicado en las afueras de Barcelona, atesora unos 7 millones de libros, entre ellos las novedades que las editoriales lanzarían en primavera. De sus 40 empleados, solo 14 trabajan ahora para atender los pocos pedidos que llegan en forma electrónica o vía Amazon.
Y la roca volvió a caer por el cierre de librerías
En 2008 este sector se las vio muy complicado. El negocio cayó en un 30%, infinidad de librerías cerraron y los dos gigantes del mercado, Planeta y Penguin Random House, absorbieron a algunas editoriales.
La directora editorial de Anagrama, Silvia Sesé, dijo que llevaban años recuperándose y el pasado fue bastante bueno. Este comenzó muy bien pero todo se paró. Una opinión muy similar la dio Carlos Revés, director editorial de Planeta, quien afirmó que cuando se estaban acercando a los niveles anteriores a la crisis, “se vuelve a caer la roca”, en referencia al mito de Sísifo, que el escritor Albert Camus planteó como una metáfora del esfuerzo inútil e incesante del hombre.
Dentro de la mitología griega, Sísifo hizo enfadar a los dioses por su astucia. Como castigo se le condenó a quedar ciego y a empujar por siempre una roca inmensa montaña arriba, que luego en la cima debería caer otra vez hasta el valle, donde debería iniciar otra vez el esfuerzo de subirla. Y así indefinidamente.
En Penguin Random House las ventas cayeron un 45% en marzo y los números serán aún peores en abril, a pesar de bajar los precios de los libros digitales y de reforzar la distribución a domicilio. Una fuente de la importante editorial citada por la agencia AFP señala la inconveniencia de sacar de repente las novedades acumuladas. “Sería malo para el librero, malo para el autor y malo para el editor”.
Adiós al ritual de hojear libros
Un área geográfica importante para los ingresos de numerosas editoriales son las ventas en Latinoamérica. Se estima que entre 20-25% del negocio está en esa región sobre todo en México y Argentina, pero como consecuencia del confinamiento, la actividad de paralizó completamente, según Luis Solano, director de Libros del Asteroide. Además se presenta un agravante: la devaluación de las monedas, un hecho que dificultará el cobro de deudas.
¿Se imaginan ustedes pasearse como lo hacían antes, revisando y ojeando un libro tras otro antes de comprarlo? Es muy probable que como consecuencia del coronavirus cambie ahora el ritual a la hora de adquirir una publicación. Carlos Revés, de Planeta, ve difícil que se vuelva a los tiempos del pasado.
“Me temo que la liturgia de la compra va a ser completamente distinta: eso de pasearse por la librería, agarrar un libro, otro, hojearlo, leer la solapa… Ahora mismo me cuesta imaginarlo”.
Pero como toda crisis genera una oportunidad, Sesé cree que este puede ser el momento para adaptarse a la venta en línea y desarrollar alternativas a las grandes plataformas como Amazon.
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